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El traficante que se pasó 47 días sin hacer caca para no facilitar pruebas a la Policía

El traficante que se pasó 47 días sin hacer caca para no facilitar pruebas a la Policía
Hacer caca YT

Lamarr Chambers, vendedor de drogas, se tragó todas las sustancias que poseía antes de que la Policía del condado de Essex (Inglaterra, Reino Unido) le arrestara el 17 de enero de 2018.

Desde esa fecha y durante le friolera de 40 días, el detenido no defecó, informa Metro.

Los agentes necesitaban que el tipo, de 24 años, evacuase la ‘carga’ para contar con una prueba de que su cuerpo alojaba estupefacientes, pero Chambers se negaba en redondo a hacer de vientre.

El letrado del ‘camello’ insistía en que su cliente asegura no tiene narcóticos en su organismo y que «se moriría antes que hacer caca».

Diversos médicos advirtieron del peligro mortal que corría la vida de Lamarr Chambers si persistía en su idea, así como de la posible absorción de las sustancias que albergaría en su interior.

Jugando con la muerte, estuvo Chambers, mas de mes y medio apretando el culo.

Al final, al día 47, el Departamento de Policía de Essex cedió y puso en libertad a Chambers bajo custodia médica, retirando todos los cargos.

Hubo quien propuso hacer al ‘estreñido’ traficante de drogas Hombre del Año 2018, pero el tema no prosperó

A favor de Chambers hay que decir, que por lo menos está vivo y puedo contarlo.

Muchos otros, culeros como él, mueren en el intento. Si les explota la bolsa que llevan en el estómago o el intestino, todo es vertiginoso: caen al suelo, empiezan a temblar y a echar espuma por la boca.

Si no hay atención médica inmediata, fallecen.

La Policía Nacional descubrió a más de 150 boleros (nombre con el que se conoce a los que transportan droga dentro del cuerpo) en el aeropuerto de Barajas el año pasado.

Pero no solo la policía escruta a los pasajeros que llegan de los llamados vuelos calientes. La Guardia Civil también tiene sus propios filtros, igual que Vigilancia Aduanera. Hay muchos ojos al acecho.

Un 80% de los boleros procede de países sudamericanos y un 20% de países del Este de Europa. Son de nivel sociocultural medio bajo, y rara vez son consumidores de drogas.

Hace unos años, la afluencia de boleros obligó al hospital Ramón y Cajal -el único, junto con el Gregorio Marañón, que recibe a este tipo de pacientes procedentes de Barajas- a crear una unidad especial para ingresarles.

Por cada bolero hay dos agentes que los custodian día y noche y que no les pueden perder de vista ni un momento. Son pacientes, pero también son detenidos.

Los cuatro días de media que pasan en la unidad son días de espera. Y de visitas al baño. Siempre acompañados. Están allí para expulsar las bolas de droga que muchos se tragaron dos días antes a más de 5.000 kilómetros de distancia. Al llegar al hospital solo ingieren líquidos, una «solución evacuante» poco agresiva para evitar que las bolas se rompan. Hacen deposiciones más o menos cada dos horas. Las enfermeras llevan un recuento minucioso, a partir de lo que les dicen los agentes.

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