Operación Tarantelo

El sucio negocio de la venta de atún putrefacto adulterado para aparentar fresco

«Está putrefacto, le he quitado 30 kilos al lomo del atún por el olor, es una bomba»

El sucio negocio de la venta de atún putrefacto adulterado para aparentar fresco
Filete de atún. EP

Cuando no se piensa en la salud de las personas y se antepone el facturar a costa de lo que sea y cómo sea, suceden este tipo de cosas terribles. (¡Atención!: Ni se le ocurra comer atún fresco)

El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil ha presentado al juez centenares de pruebas contra la trama desarticulada en la operación Tarantelo el pasado junio con la detención de 79 personas, según revela en Javier Chicote en ABC.

Las intervenciones telefónicas, a las que ha tenido acceso ABC, acreditan cómo el presunto grupo criminal, liderado por José Fuentes García, del Grupo RicardoFuentes e Hijos, uno de los empresarios más importantes del mundo en la captura, cría y venta de atún, comercializó miles de kilos de pescado en mal estado «a sabiendas» y urdió una trama en la que se investigan delitos contra la salud pública, contra la fauna, integración en organización criminal, blanqueo de capitales y falsedad documental. (Venden en Tokio un atún de 275 kilos por la friolera de 2,7 millones de euros)

El grupo movía alrededor de 2,5 millones de kilos de atún ilegal al año, con los que obtenía unos beneficios superiores a doce millones de euros anuales. Está acreditado que se produjeron varias intoxicaciones por el mal estado del pescado.

Los pinchazos telefónicos son demoledores, como el captado el 12 de junio de 2018 entre dos trabajadores de la trama, que los agentes de la Guardia Civil resumen así: «El pescado que vendieron del sábado se los devuelven todos. Isidoro le dice que ha hecho dos pescados y que a uno le ha tenido que quitar 30 kilos de lomo hasta que dejara de oler».

El pescado fresco entraba en putrefacción, pero aún así se vendía. Uno de los integrantes del grupo presuntamente criminal reconoce que «ha vendido pescado que no tenía que haber vendido porque en las manos te picaban y estaban corrompidos». «Hay aquí atún rojo italiano de 20 días sin vender aún», avisa otro. A medida que el atún pierde frescura suben los niveles de histamina, una sustancia tóxica que provoca, entre otros efectos, reacciones alérgicas, de ahí que a quienes manipulaban el atún corrompido les picaran «las manos y los brazos».

«Los habrán tenido fondeados ahí escondidos para después sacarlos, que sabemos todos cómo funciona esto», se escucha en las grabaciones.

La trama, con epicentro en Murcia, movía el pescado en los principales mercados mayoristas de España, desde Mercamadrid a Mercabarna pasando por los mercados de Valencia y Sevilla. El atún ilegal provenía de Italia y Malta.

Cuando los clientes devolvían atún fresco en mal estado, la trama lo congelaba, para intentar matar parásitos, lo descongelaba, le inyectaba aditivos para mejorar el color y lo volvía a vender como fresco. Queda meridianamente claro en las pesquisas de la Guardia Civil, que contó con la colaboración de Europol:

«Todo lo regular se ha mandado para vender, y lo malo, para Murcia a inyectar», dicen en otra conversación captada.

La Guardia Civil relata al juez cómo «Carlos» le dice a un subordinado «que recoja el pescado malo, atún rojo en mal estado, se congela y se le vuelve a mandar».

En uno de los registros practicados por orden del Juzgado de Instrucción número 3 de Picassent (Valencia), que inició la causa,con apoyo de la Fiscalía de Medio Ambiente, los agentes del Seprona hallaron 51 bolsas de «aditivos de color carne», para enmascarar el atún rojo en mal estado, así como para hacer pasar atunes de otra especie más barata como rojos, «especies tales como Obesus o Albacara».

Los agentes sostienen que«a lo largo de la investigación se ha observado (…) la utilización de aditivos inyectados en el atún rojo que algunos de los investigados utilizan para facilitar la comercialización de atún rojo que ya no se encuentra en buenas condiciones para su consumo», alertan los agentes en un informe entregado al juez.

A medida que avanza la investigación, se comprueba cómo van apareciendo intoxicaciones. El 14 de junio de 2018, el empresario José Antonio Rodríguez, de Pesconil SL, comenta a uno de los principales investigados, Khalid Mouslim, que «una persona se ha intoxicado con los atunes del martes», comprado en la pescadería de un importante centro comercial.

Otro cliente de una pequeña pescadería de Sevilla, terminó en el hospital. Comió un filete de atún y en solo una hora tuvo que ir al médico, donde lo trasladaron en ambulancia a un hospital. El hombre había metido en el congelador el resto de la pieza que no comió, por lo que se pudo analizar.

La histamina puede ser tóxica a partir de 50 milígramos por kilo de producto, aunque la normativa sanitaria de la Unión Europea permite un máximo de 200 milígramos. La pieza analizada multiplicaba por más de 10 ese máximo. El hospitalizado en Sevilla comió atún con 2.584 milígramos por kilo.

La histamina en esas proporciones puede provocar insuficiencia cardiaca y enfermedades pulmonares, entre otras, según el informe pericial incorporado a la causa.

El 20 de junio de 2018, un trabajador confesó por teléfono que estaba «acojonado con este pescado»: «No tiene ni chispa de color y huele, y lo estoy mandando a los supermercados con este calor, esto es una bomba», añade alarmado y reconociendo el presunto delito contra la salud pública.

El mismo día, un integrante de la trama confiesa con su interlocutor:«El pescado que tiene ese señor lo tengo yo, porque es de Juan Fuentes, y el pescado es viejo. Ayer le mandé catorce piezas, eso entre tú y yo, y son piezas que son una mierda»

La Guardia Civil concluye que la trama vendió atún «en mal estado», para lo que «falsifican documentación, tales como etiquetas, fechas de captura, fechas de caducidad, administración de aditivos prohibidos para pescado fresco y/o en proporciones muy superiores a lo permitido por la normativa». Además, «evitan los controles veterinarios sobre los ejemplares».

Así, los atunes tenían «apariencia de frescura», cometiendo «un fraude al consumidor» y «poniendo en riesgo la salud pública».

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