En muchos aspectos, sobre todo en el modus operandi, Carlos Alberto Salazar recordaba al protagonista de la serie ‘Braking bad’.
Pero a diferencia del casi entrañable Walter White. el profesor de química con un cáncer terminal agobiado por problemas económicos que se lanza a la droga para sostener a su familia, ‘El señor de la bata’ ha caído como un pardillo, haciendo algo de lo más normal.
Las autoridades colombianas han atrapado en Pereira, capital del departamento de Risaralda (centro), a Carlos Alberto Salazar, alias ‘El Señor de la Bata’, el mayor traficante de heroína del país y quizá del mundo.
Le perdió por su pasión por el fútbol. El narcotraficante fue capturado cuando iba a comprar las boletas del partido entre Colombia-Argentina del preolímpico.
Las autoridades le venían siguiendo el paso de meses atrás, pues consideraban que era uno de los narcotraficantes de heroína más importante a nivel mundial.
Salazar, conocido como el “Señor de la Bata” en el mundo del crimen, sería el responsable del envío de más de 100 kilogramos de heroína al año hacia los Estados Unidos.
Según informes de Policía Antinarcóticos, era el traficante de heroína más grande del mundo: debido a la cantidad de alcaloide que llevaba hacia Norteamérica, la calidad del producto que distribuía y los contactos que tenía con diferentes organizaciones criminales en el exterior.
‘El Señor de la Bata’ era un aliado importante del Cartel de Sinaloa.
Tanto así que, a pesar de hacerles competencia frente al tráfico de heroína, esta organización delincuencial le dejaba usar a México como punto de paso para que el destino final fuera los Estados Unidos. A cambio de este permiso, Salazar habría llevado a varios ingenieros químicos colombianos para que les ayudaran a los carteles mexicanos a mejorar la calidad de la heroína que producían.
Usando México como enlace, Salazar hacía llegar la droga a los aeropuertos de Nueva York, Los Ángeles, Las Vegas y Tucson. Además, usaba correos humanos para pasar la heroína desde Hermosillo (México) hacia los Estados Unidos, usando el paso fronterizo de Nogales.
Las autoridades pudieron descubrir al menos 18 envíos de heroína relacionados con la organización de ‘El Señor de la Bata’.
Salazar era tanto jefe de la organización como financiador y coordinador de toda la red: desde la fabricación hasta su envío a los Estados Unidos.
La cadena comenzaba en el Cauca, donde “el Señor de la Bata” le pagaba a ingenieros químicos y habitantes de la zona para convertir el látex de la amapola en heroína de alta calidad, condición por la que el producto de Salazar era famoso en el exterior.
Luego, este les pagaba a otros miembros de su organización, expertos en camuflaje y evasión de controles en aeropuertos, para embalar en equipajes la heroína que iba a ser enviada al exterior.
La droga era sacada desde Tumaco y Urabá hacia Centroamérica.
La ruta incluiría países como Panamá, Costa Rica Y Nicaragua. Otra de las rutas iría directamente hacia México para tener como destino final los Estados Unidos.
Para sacar la droga del país, la organización de Salazar usaba correos humanos a través de aeropuertos -que llevaban la droga oculta en sus maletas-, migrantes que atraviesan el tapón del Darién caminando y barcos pesqueros, que llevaban la droga directamente a Centroamérica y México.
Desde hace uno años Carlos Alberto Salazar vivía en México, donde tenía su base de operaciones, y viajaba de forma recurrente a distintos países de Centroamérica para organizar aspectos logísticos del negocio.
No obstante, el traficante de heroína se encontraba en el país desde finales de año debido a las fiestas de Navidad.
Este habría aprovechado su estadía en el país para reunirse con gente de La Cordillera, grupo delincuencial con amplio control en el Eje Cafetero.
Precisamente fue en esa zona donde fue capturado cuando iba a comprar las boletas del partido del preolímpico.
Salazar fue un “pionero” en llevar desde Colombia a expertos en química para que en México se tuviera la misma técnica de refinamiento de la heroína que ha hecho que el producto nacional sea reconocido a nivel mundial.