Osuna desfiguró el rostro de Romero, le extrajo un ojo y lo decapitó

La familia del preso que se ‘merendó’ su compañero de celda satanista, demanda a California

Los guardias informaron que ambos reos estaban vivos, cuando el diabólico Osuna ya había despiezado al otro

La familia del preso que se 'merendó' su compañero de celda satanista, demanda a California
Jaime Osuna, el asesino, y Luis Romero, su víctima. PD

Cuando los guardias de seguridad de la prisión estatal de Corcoran —a 300 kilómetros al sur de la californiana Sacramento— efectuaron su ronda habitual aquella mañana del 9 de marzo de 2019, encontraron sin vida a uno de los reos.

La escena era espeluznante.

Luis Romero, de 44 años, había sido decapitado por su compañero de celda, Jaime Osuna, de 31.

De acuerdo con la autopsia, en algún momento de la madrugada, Osuna utilizó un objeto cortante con el que desfiguró el rostro de su víctima, le extrajo un ojo, le cercenó uno de los dedos y removió parte de las costillas y el hígado. Todo, mientras el desventurado Osuna seguía vivo y respirando.

Por último, Osuna, quien se autodenomina satanista, le cortó la cabeza y se colgó en el cuello, como si fueran un collar, algunas de las partes del cuerpo de Romero.

“Creemos que la víctima estuvo consciente durante al menos una parte del tiempo”, destacó Phil Esbenshade, el fiscal de distrito del condado de Kings, donde se encuentra el penal.

DEMANDA E INVESTIGACIÓN

El asesinato ha provocado investigaciones y una demanda sobre por qué Luis Romero, de 44 años, estaba en la misma celda con Osuna, un autodenominado satanista con un historial de ataques a sus compañeros de calabozo.

Un informe estatal culpó al Departamento de Correcciones y Rehabilitación de California por incompetencia en su investigación y su demora en disciplinar a los guardias.

La causa por la que los oficiales no descubrieron la espantosa escena antes no se detalla en los informes. Según una demanda presentada por la familia de Romero, había una sábana blanca sobre los barrotes de la celda, lo que sugería que los guardias no hicieron un registro exhaustivo de la celda.

El Departamento de Correcciones del estado rechazó las conclusiones del informe e insistió en que se había llevado a cabo una «investigación exhaustiva y completa desde el principio».

No obstante, el abogado de la familia de Romero, Justin Sterling, afirmó que los informes describen el «velo de secretismo» del departamento que oculta la mala conducta de los oficiales.

Romero ya había pasado 27 años en prisión cuando fue trasladado a la celda de Osuna. Había sido condenado por asesinato en segundo grado después de disparar y matar a una mujer en Compton cuando era un adolescente. Por su parte, Osuna estaba cumpliendo cadena perpetua por torturar y matar a Yvette Pena, de 37 años, en un motel en Bakersfield, California, en 2011.

El asesino usó un «objeto metálico afilado envuelto en una cuerda y atado a un mango» contra su compañero de celda, cortó varias partes del cuerpo de Luis Romero, incluyendo un ojo y un dedo. Las autoridades declararon que el hombre murió desangrado debido a «múltiples traumatismos de fuerza aguda».

Los guardias encontraron a Osuna llevando un collar hecho con las partes del cuerpo de Romero. El fiscal del condado de Kings, Phil Esbenshade, calificó el crimen como «el caso más espantoso» que había visto en términos de atrocidad porque se cree que la víctima «estuvo consciente durante una parte del tiempo».

Los guardias tenían que revisar las celdas de vez en cuando, señaló Sterling, y este crimen debió de tardar horas en cometerse. Si los guardias hubieran estado haciendo sus chequeos requeridos, Romero estaría vivo hoy, dijo.

Según los informes del inspector general, los dos guardias informaron falsamente que habían observado a Romero vivo.

Además, un tercer y cuarto oficial no informaron que habían visto como los dos primeros oficiales «no llevaban a cabo adecuadamente los recuentos», según uno de los informes.

Asimismo, el informe también critica la investigación de asuntos internos del departamento de prisiones. Asegura que el primer oficial mintió durante la entrevista y que el agente especial a cargo de la investigación no entrevistó a varios testigos clave.

Osuna fue diagnosticado con un trastorno de esquizofrenia no especificado, trastorno de personalidad antisocial y trastorno límite de la personalidad.

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