En Torre-Pacheco, municipio agrícola en pleno corazón de la Región de Murcia, el verano ha traído algo más que calor y sandías: disturbios, miedo y un relato colectivo a punto de reventar. Todo comenzó el pasado miércoles, cuando Domingo, vecino de 68 años, fue brutalmente agredido en las inmediaciones del cementerio local. El propio Domingo apuntó a un grupo de jóvenes como posibles autores, sugiriendo que “podrían ser de origen magrebí”.
Ese pequeño matiz —la nacionalidad sugerida— fue suficiente para que, en cuestión de horas, el municipio se llenara de rumores, mensajes de WhatsApp, bulos en redes sociales y un clima irrespirable que desembocó en enfrentamientos entre vecinos autóctonos y jóvenes magrebíes.
La escalada: patrullas vecinales, ultras y cazas nocturnas
Tras la agresión, la narrativa se deformó a velocidad de fibra óptica: comenzaron a circular vídeos e imágenes falsas vinculando a jóvenes magrebíes con retos virales y delitos. Aunque algunas informaciones fueron desmentidas incluso por la propia víctima, ya era tarde; las redes hervían con llamamientos a “defender Torre Pacheco” frente a lo que se calificaba como una “invasión”.
El viernes 11 de julio de 2025 por la noche, unos 2.000 vecinos se concentraron frente al Ayuntamiento, pero la protesta pronto degeneró en una persecución callejera contra jóvenes inmigrantes. La situación terminó con disturbios, contenedores ardiendo y cargas policiales. El sábado y domingo la tensión no amainó: grupos ultras llegados desde fuera —organizados vía redes sociales— recorrieron el barrio San Antonio, epicentro de la comunidad marroquí local, lanzando proclamas racistas y buscando enfrentamiento directo.
Los incidentes han dejado ya al menos seis detenidos (cinco españoles y un magrebí) por delitos de agresión, daños y altercados. Entre los arrestados hay personas acusadas tanto de atacar a menores marroquíes como de causar destrozos al equipo de un periodista. El despliegue policial incluye a la Guardia Civil, Unidades Especiales (USECIC), Policía Local e incluso refuerzos extraordinarios ante el temor a una escalada aún mayor.
El relato magrebí: miedo, resignación y esperanza
En San Antonio, el ambiente es de inquietud constante. Comerciantes como Ayoub o Nabil relatan noches “de película”, con vecinos asomados a ventanas temiendo por su seguridad. “Aquí solo queremos trabajar”, repiten muchos residentes magrebíes, preocupados por ser blanco fácil si salen solos por la noche.
Yassin, joven musulmán del municipio, lo resume así:
“Nada de esto tiene sentido. Está viniendo gente de fuera para calentar el ambiente. A nuestros vecinos los conocemos; ellos no eran”.
La recomendación oficiosa para muchos extranjeros ha sido clara: “mejor quedarse en casa hasta que pase el temporal”. Mientras tanto, el grueso del vecindario marroquí —muchos empleados agrícolas— defiende su arraigo y convivencia pacífica hasta ahora.
La batalla digital: bulos virales y discursos incendiarios
Uno de los ingredientes más tóxicos ha sido el papel de redes sociales y plataformas digitales en la escalada. Mensajes manipulados —imágenes antiguas o vídeos descontextualizados— sirvieron como gasolina para movilizar a grupos radicales externos al municipio. Incluso activistas ultras como Daniel Esteve (Desokupa) alentaron públicamente a acudir al pueblo “a defenderse”, mezclando datos sin contrastar con consignas incendiarias.
Las autoridades han señalado que buena parte de los participantes en los altercados ni siquiera son vecinos del pueblo. Son agitadores reclutados digitalmente cuyo único objetivo es generar confrontación directa bajo pretextos xenófobos.
Consecuencias políticas: nerviosismo institucional y polarización
El alcalde Pedro Ángel Roca ha admitido noches “bastante complicadas”, reconociendo enfrentamientos entre “grupos de inmigrantes y grupos que han venido” ex profeso al municipio. Desde Podemos advierten del riesgo real de convertir Torre Pacheco en “zona de guerra entre bandas extremistas”, mientras partidos como Vox aprovechan para cargar contra la inmigración irregular y pedir deportaciones masivas.
La Delegación del Gobierno insiste en que se están investigando tanto las agresiones originales como las incitaciones al odio difundidas estos días. De momento, casi un centenar de agentes custodian cada esquina caliente del municipio.
