El bullicio habitual de la avenida da Liberdade en Lisboa quedó interrumpido por el estruendo de hierros retorcidos y gritos de pánico. El icónico funicular de Gloria, uno de los símbolos turísticos de la ciudad, descarriló a última hora de la tarde, dejando tras de sí una escena devastadora: 15 muertos, 18 heridos —cinco de ellos graves— y una ciudad sumida en el dolor.
A día de hoy, 3 de septiembre de 2025, la capital portuguesa amanece bajo el peso de la tragedia y con tres días de luto municipal decretados por el ayuntamiento. El accidente se produjo cuando el vagón, con capacidad para más de 40 pasajeros, descendía la empinada Calçada da Glória y, por causas aún desconocidas, se salió de la vía en una curva, impactando violentamente contra un edificio y volcando. El tranvía quedó completamente destrozado, y las imágenes de la zona muestran el importante despliegue de bomberos, ambulancias y policías, además de la conmoción de los vecinos y turistas que presenciaron la escena.
Un símbolo turístico convertido en pesadilla
El Ascensor de Gloria, inaugurado en 1885, conecta la plaza de los Restauradores con el Bairro Alto y el mirador de São Pedro de Alcântara. Es uno de los transportes más fotografiados y populares entre quienes visitan Lisboa. Por eso, el siniestro ha tenido una enorme repercusión internacional. Entre las víctimas hay extranjeros, incluidos dos ciudadanos españoles entre los heridos, aunque las autoridades no han confirmado víctimas mortales de nacionalidad española.
Los testigos describen escenas de pánico y caos. “El vagón bajaba a toda velocidad, no tenía frenos. Solo tuvimos tiempo de darnos la vuelta y empezar a correr”, relató una trabajadora del Barrio Alto. Otros describieron el impacto como “una caja de cartón que se derrumba” y aseguraron que el estruendo se escuchó a varias manzanas de distancia.
Investigación y antecedentes: preguntas sin respuesta
Las causas del accidente todavía no se conocen. La empresa operadora, Carris, ha asegurado que el funicular pasó todas las inspecciones obligatorias, incluyendo la revisión general de 2022 y la reparación intercalada de 2024. Además, sostienen que los protocolos de mantenimiento mensual, semanal y las inspecciones diarias estaban al día. No obstante, la investigación se ha puesto en marcha de inmediato para determinar si hubo un fallo técnico, humano o estructural.
El Instituto Nacional de Emergencia Médica (INEM) y Protección Civil han retirado ya a todas las víctimas de los escombros y han confirmado que los equipos de rescate actuaron con rapidez, gracias a la proximidad de hospitales y servicios de emergencia.
El alcalde de Lisboa, Carlos Moedas, ha calificado el hecho de “tragedia sin precedentes” y ha expresado su solidaridad con los familiares de las víctimas. El presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, ha lamentado profundamente el accidente y ha asegurado que las autoridades llegarán hasta el final en la investigación. Las condolencias han llegado desde toda Europa, incluyendo mensajes de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y de la alta representante para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas.
Impacto en la ciudad y el turismo
El accidente ha golpeado el corazón de una ciudad que vive del turismo y de la imagen de sus transportes históricos. El funicular de Gloria, junto con el de Bica y el de Lavra, es parte inseparable del paisaje urbano de Lisboa y transporta a más de tres millones de pasajeros cada año. La tragedia ha puesto en cuestión la seguridad de estos sistemas, pero también ha generado una ola de solidaridad con los lisboetas y con el sector turístico, que ahora se enfrenta a la difícil tarea de recuperar la confianza de los visitantes.
Reacciones y futuro inmediato
El acceso a la zona se mantiene cerrado y las autoridades han pedido respeto y colaboración a la ciudadanía. Cientos de personas, muchos turistas, se acercaron a la zona, algunos grabando con sus móviles la magnitud del desastre, a pesar de las recomendaciones de mantenerse alejados para facilitar el trabajo de los equipos de emergencia.
El GPIAAF (Gabinete de Prevención e Investigación de Accidentes con Aeronaves y de Accidentes Ferroviarios) ha asumido la investigación técnica, que se centrará en esclarecer las causas y en evaluar la seguridad de este tipo de transporte. Por el momento, el resto de funiculares de la ciudad ha sido sometido a revisiones extraordinarias como medida preventiva.
Una ciudad herida, una comunidad movilizada
Lisboa afronta ahora el reto de superar el impacto emocional y económico del siniestro. Las muestras de apoyo se han multiplicado en redes sociales y en las calles, donde flores y mensajes de condolencia se acumulan cerca del lugar del accidente. La ciudad, acostumbrada a la alegría y el bullicio, busca ahora respuestas y, sobre todo, garantías de que tragedias como esta no volverán a repetirse.
El funicular de Gloria, que durante décadas fue símbolo de modernidad y encanto, se ha convertido en recordatorio doloroso de la fragilidad de la seguridad urbana. La investigación en curso y la reacción de las autoridades serán claves para definir el futuro de este icónico medio de transporte y, por extensión, de la imagen de Lisboa ante el mundo.

