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En la madrugada del lunes pasado, la Policía Judicial portuguesa, en colaboración con la Armada y diversas agencias internacionales, logró detener en pleno océano Atlántico un narco-submarino cargado con más de 1,7 toneladas de cocaína.
Esta embarcación semisumergible, que se encontraba en ruta hacia la Península Ibérica, era operada por cuatro individuos relacionados con una organización criminal transnacional dedicada al tráfico de drogas a gran escala.
La operación, denominada El Dorado, surgió a raíz de información proporcionada por el Centro de Análisis y Operaciones Marítimas – Narcóticos (MAOC-N), el núcleo europeo de inteligencia marítima contra las drogas.
También contó con el apoyo de la Agencia Nacional contra el Crimen del Reino Unido y agencias estadounidenses como la DEA y el Joint Interagency Task Force South.
Este operativo revela un notable avance tecnológico y logístico por parte de las redes narcotraficantes, que han evolucionado desde las tradicionales narcolanchas y pesqueros hasta utilizar narco-submarinos, aviones y buques mercantes para esquivar la vigilancia internacional.
La creciente utilización de semisumergibles refuerza una amenaza latente: estas embarcaciones son difíciles de detectar, tienen capacidad para cruzar miles de kilómetros oceánicos y pueden llevar cargamentos millonarios hasta las puertas de Europa.
La tripulación del semisumergible detenido recientemente estaba compuesta por cuatro hombres identificados como parte integral de una organización criminal transnacional. Su perfil encaja con el rol habitual de “correos” u operadores logísticos expertos tanto en navegación como en electrónica y supervivencia marítima. El uso efectivo del narco-submarino hacia Europa es relativamente nuevo; estas embarcaciones son fabricadas artesanalmente pero cuentan con tecnología avanzada capaz de navegar hasta 7.000 kilómetros sin necesidad de reabastecimiento mientras transportan entre una a tres toneladas de cocaína.
🇻🇪🇵🇹🇺🇸‼️ÚLTIMAS NOTÍCIAS: Portugal com ajuda dos EUA interceptou um narco-submarino com 1,7 toneladas de cocaína pura no Oceano Atlântico e prendeu quatro tripulantes venezuelanos.
De acordo com o comunicado oficial, a embarcação semissubmersível tinha como destino a Península… pic.twitter.com/nsBQsmRbZQ
— Conservatism And Elegance 🇺🇲 (@ThayzzySmith) November 4, 2025
Las rutas del Atlántico: un tablero en movimiento
La intervención realizada por las autoridades portuguesas no es un hecho aislado; forma parte de una guerra silenciosa que se libra en lo que se conoce como “corredor del Atlántico Medio”. Esta franja estratégica, que abarca desde Cabo Verde hasta Canarias y Madeira, concentra más del 30% de la cocaína que llega al continente europeo, según informes de inteligencia naval francesa y española. Los narcotraficantes han refinado sus rutas, dejando atrás el clásico trayecto Caribe-Europa para optar por corredores invisibles entre Sudamérica y África Occidental. Desde puertos en Brasil, Venezuela y Panamá, los cargamentos desembarcan en países africanos costeros como Cabo Verde, Senegal o Mauritania, donde son almacenados temporalmente antes de ser enviados a Europa a través de España, Portugal, Francia, Bélgica o Países Bajos.
El modelo empresarial ha cambiado considerablemente: ya no se trata solo de carteles monolíticos, sino que ahora hay alianzas multinacionales que operan como corporaciones descentralizadas, diversificadas y tecnológicamente avanzadas. La logística incluye falsificación documental, almacenamiento en manglares y calas escondidas, redistribución en lotes más pequeños y lavado de dinero en el Atlántico europeo, teniendo Galicia y el norte de Portugal como puntos neurálgicos.
Mientras Europa celebra cada incautación lograda, su política marítima permanece dispersa. La Estrategia Europea contra las Drogas 2021-2025 no aborda específicamente el problema del Atlántico Medio. Además, las misiones en África Occidental priorizan la migración irregular sobre el narcotráfico. El MAOC-N tiene su sede en Lisboa e impulsa la colaboración internacional; sin embargo, su presupuesto es limitado. El control del Atlántico también se convierte en una cuestión relacionada con influencias globales, ya que China y Rusia están aumentando su presencia portuaria en Mauritania y Guinea.
Cooperación internacional: inteligencia y nuevos desafíos
El éxito logrado por estas rutas atlánticas se basa no solo en estrategias sofisticadas sino también en complicidades locales y debilidades institucionales presentes en muchos países africanos. Los cargamentos de cocaína no llegan solos; encuentran respaldo en clanes familiares, milicias armadas e incluso fragmentos de insurgencias que facilitan su tránsito a lo largo de miles de kilómetros costeros y carreteras. Recientes escándalos han dejado al descubierto a altos funcionarios en Guinea-Bissau y Sierra Leona implicados en el almacenamiento y tránsito de drogas vinculadas a organizaciones latinoamericanas.
En las comunidades costeras afectadas por esta situación, el narcotráfico ofrece sobornos a pescadores y trabajadores portuarios para recoger fardos lanzados desde avionetas o buques durante la noche. Todo ello da lugar a una cadena logística flexible capaz de absorber pérdidas significativas sin afectar los precios finales de la cocaína en Europa.
La lucha contra estas rutas marítimas exige una arquitectura cada vez más compleja tanto a nivel informático como cooperativo entre países. Proyectos europeos como SEACOP —liderados por la FIAP junto con la Policía Nacional— establecen equipos para controlar puertos tanto en América Latina como en África. Estas iniciativas mejoran la vigilancia e impulsan incautaciones como la del narco-submarino portugués. Desde los años noventa, la Marina francesa lleva a cabo operaciones bajo el nombre Corymbe en el Golfo de Guinea mientras que el MAOC-N coordina abordajes e investigaciones sobre rutas.
A pesar de los récords alcanzados —en 2023 los Estados miembros de la UE reportaron 95.000 incautaciones que suman un total impresionante de 419 toneladas— el flujo hacia Europa sigue superando lo consumido aquí. Las redes criminales continúan saturando sus cadenas para compensar pérdidas e innovando constantemente para evadir controles.
Las rutas de la droga hacia Europa: adaptación y resistencia
Hoy por hoy, la ruta atlántica representa el principal vínculo entre Sudamérica y Europa para el tráfico ilegal. La droga sale principalmente desde Colombia, Perú o Bolivia cruzando Brasil, Argentina o Guyana antes atravesar todo el Atlántico hasta llegar a puertos africanos donde toda esta logística criminal encuentra apoyo gracias a instituciones débiles e infiltraciones corruptas locales. Desde esos puntos estratégicos se redistribuye tanto vía marítima como terrestre hacia grandes puertos europeos tales como Amberes, Rotterdam o Algeciras.
Las organizaciones criminales tanto europeas como latinoamericanas han aprendido cómo moverse bajo un perfil bajo colaborando mutuamente para reducir costes así como riesgos asociados al negocio. La continua innovación respecto a métodos utilizados junto al establecimiento firme alianzas internacionales aseguran que este tráfico permanezca siendo uno de los principales desafíos para la seguridad europea.
