La búsqueda de Anna y Olivia, las niñas desaparecidas en Tenerife, cada vez apunta más a un trágico final.
El registro de la casa de La Candelaria (Santa Cruz de Tenerife), propiedad de Tomás Antonio, concluyó con tres puntos calientes marcados por Junco y Bill, los perros de la Guardia Civil especializados en la búsqueda de restos biológicos.
Durante el primer registro encontraron un paquete de bolsas de basura de jardín, al que le faltaban varias, y en el jardín detectaron una zona en la que se había removido tierra recientemente. Estos dos indicios sorprendieron a los agentes porque la casa estaba muy sucia, revuelta, sin recoger y el jardín estaba abandonado, sin cuidar, con muchas malas hierbas y zonas muy secas.
Por ello se dedicaron a tratar de buscar evidencias biológicas con Junco y Bill. Los perros señalaron tres zonas “calientes”, de las que se extrajeron muestras y que deberán ser analizadas en el laboratorio.
La principal hipótesis de la Guardia Civil es que Tomás acabara con la vida de las niñas y luego se deshiciera de los cuerpos.
De hecho, en la última conversación con Beatriz Zimmermann le advirtió que no volvería a verlas ni a ellas ni a él.
Después de los cuatro registros, lo que parece casi descartado es que la muerte de las niñas se produjera de forma violenta.
No hay rastros de sangre en la casa, de grandes dimensiones, ni en los más de 2.000 metros de jardín. No hay datos de que alguien tratara de ocultar pruebas o de limpiar u ocultar algo que indicara que en la vivienda se hubiera producido un hecho violento.