La escena del crimen en la casa familiar relatada por uno de los sanitarios hiela la sangre
David Oubel, el parricida de Moraña, será el primer español que se enfrente a una petición por parte del fiscal de cadena perpetua revisable, en base a la reforma del Código Penal recién entrada en vigor.
El municipio pontevedrés vivió este domingo una nueva jornada de luto sin que sus vecinos terminen de creerse aún cómo pudo matar a sangre fría a sus dos hijas de 9 y 4 años, Candela y Amaia.
Los detalles que se van conociendo con cuentagotas son espeluznantes. Oubel compró la radial que usó para cortar el cuello a las niñas en Caldas el día antes, el jueves.
Cuenta el Diario de Pontevedra que el facineroso dejó a las niñas en el parque y entró en una ferretería. Le preguntó al dependiente cómo se usaba y si servía para cortar dedos. En tono de broma llegó a pedirle que hiciera una demostración con su propia mano.
El fiscal del caso, Alejandro Pazos, ha desvelado que hay testigos del doble crimen, cometido en la casa familiar que el presunto asesino compartía con su entonces mujer y sus dos hijas hasta que le confesó que mantenía una relación homosexual con un dentista.
No ha trascendido quiénes son esos testigos que al parecer oyeron los gritos de las pequeñas pese a la elevada música, pero el mismo periódico apunta a que se trata de una vecina de Laxe que escuchó cómo la mayor suplicaba a su padre por su vida y la de su hermana presa del pánico:
«¡Papa, non a mates, non a mates!».
El País revela además el testimonio de uno de los sanitarios que acudió a la casa tras la llamada de alerta de la Guardia Civil.
Al parecer se encontró a la niña de 4 años tumbada en una cama y tapada. La de 9 estaba en el suelo, en una posición que según los investigadores revela que intentó huir para salvarse.
El diario de Prisa cuenta también que la familia de la madre, Rocío Vieites, nunca vio con buenos ojos la relación por el carácter difícil de él.
Comenta Carmen, una íntima amiga de la familia:
«Él siempre se creyó superior a ella y a su familia y, con razón, a sus padres nunca le gustó la forma de tratarla; era muy dominante y muy presumido, pero a Rocío se la veía muy enamorada».
Aunque no tenía antecedentes penales, según parece al menos en una ocasión Oubel le puso las manos a su mujer en el cuello delante de varios familiares.
Hace un año fue denunciado también cuando intentó asfixiar a su médico de cabecera en el centro de salud de Moraña.