A punto estuvo de ser una gran estrella de Atresmedia, pero finalmente no fue así. “Cyril Jaquet (29 años) nació en Suiza pero con cinco años vino a vivir a España. En la actualidad trabaja como auxiliar de vuelo, se considera un nómada y ha probado suerte en multitud de empleos. Es muy puntual y tiene muchas discusiones con su novia por ese motivo. Odia perder”. Así presentaba La vuelta al mundo , un reality show de Antena 3, al parricida de Benijófar días antes de comenzar el concurso, según recoge lavanguardia y comparte Ivan Rastik para Periodista Digital.
Corría el año 2009 y la cadena no conocía el pasado truculento de este joven de apariencia dócil y tranquila. Sin embargo, fue emitir el anuncio y que los vecinos de la localidad alicantina se revolviesen en el asiento. Quince años antes había matado a sus padres de sendos disparos. ¿Qué hacía el asesino de Oliver e Isabel intentando triunfar en televisión?
Oliver Jaquet e Isabel Merino arribaron junto a Oliver a Benijófar en torno al año 1984. El pequeño tenía cinco años. Llegaron de Suiza y querían encontrar un hogar mejor en esta población de la provincia de Alicante. Oliver, de nacionalidad suiza, había probado suerte regentando un restaurante, Las Palmeras, pero finalmente optó por trabajar como fontanero; mientras que Isabel Merino trabajaba como traductora de francés. La española, hija de inmigrantes leoneses, incluso llegó a presidir la Comisión de Mujeres Suizas en Rojales, pueblo cercano al que residían.
Durante aquellos años, Cyril desarrolló una personalidad rebelde, enigmática, muy diferente a la de los chicos de su edad. Era mal estudiante y ese aire de “malote” y forastero le servían como gancho para triunfar entre las chicas.
Se trataba de un muchacho muy deportista, que practicaba judo, y quien cada fin de semana salía con su padre a hacer trial con la moto. No había capricho por muy pequeño que fuese que no le dieran al único hijo del matrimonio Jaquet Merino, incluido dinero cada dos por tres. “Lo tenían, quizá, demasiado consentido”, llegó a decir Manuel Espinosa, buen amigo de la familia.
Pero una discusión derivó el 1 de agosto de 1994 en una masacre. Horas antes de los crímenes, Cyril se enfrentó a sus progenitores. Según su posterior versión de los hechos, “me reñían y me pegaban”. Esto generó en él ganas de venganza. Así que planificó concienzudamente el parricidio.
Cuatro horas de diferencia
Cyril se encontraba en casa, en la finca de los Algarrobos, esperando que llegase su madre. Era mediodía cuando Isabel entró por la puerta, subió las escaleras del chalet para cambiarse de ropa, y de repente, “recibió tres impactos de bala [dos en el cuello y uno en la coronilla]. Da la sensación de que estaba quitándose el cinturón mientras entraba por la puerta”, explicó un miembro de la investigación. Aún faltaba el padre para concluir la vendetta.
El adolescente de quince años esperó cuatro horas a que arribase su progenitor. Y cuando lo hizo, no le dio tiempo ni a ver el cadáver de su mujer. Cyril le estaba esperando para descerrajarle siete tiros con una pistola semiautomática. Más concretamente con una Mauser-Wecker del calibre 7,65, una de las armas que coleccionaba Oliver, y que también utilizó para rematarles una vez asesinados.
Para encubrir sus actos, Cyril puso la casa patas arriba, revolvió todo como si hubiesen entrado a robar, se llevó varios objetos de valor, se deshizo de la pistola y huyó en su bicicleta. Puso rumbo a la casa de sus abuelos en la urbanización de Ciudad Quesada, a nueve kilómetros de Los Algarrobos, y pasó allí la noche. A los ancianos no les extrañó aquella repentina visita, solía ir a menudo.
A la mañana siguiente regresó a casa y aquí dio por iniciada su coartada. “Salió despavorido a avisar a los vecinos” explicando que les habían entrado a robar y que los ladrones habían matado a sus padres. Cuando llegaron los agentes se toparon con un escenario dantesco. “Lo que este joven de 15 años se iba a encontrar no lo olvidará en la vida”, publicaron algunos medios pocas horas después de conocerse la noticia.
“Ningún ladrón espera en el lugar de los hechos cuatro horas para consumar un crimen así”
Antonio Torrado Teniente Coronel de la Comandancia de la Guardia Civil de Alicante
Este tremebundo suceso impactó sobremanera a un pueblo tranquilo, que disfrutaba de un verano sin muchos sobresaltos. Sin embargo, lo más desconcertante llegaría horas después con la investigación policial. Las primeras pesquisas pusieron el foco en alguien cercano o de la familia como autor de los hechos. Nada encajaba con un mero robo.
La cerradura no estaba forzada, las joyas que se habían llevado apenas tenían valor, y principalmente, ningún vecino oyó a los perros ladrar ante la presencia de desconocidos. Este hecho y que nadie escuchase todos los disparos, dio la voz de alarma. Para cuando llegaron los primeros análisis de las autopsias, las sospechas ya se habían centrado en el hijo.
La sonrisa del crimen
“El asesino era de la familia o alguien muy conocido, porque ningún ladrón espera en el lugar de los hechos cuatro horas para consumar un crimen así”, aseguró Antonio Torrado, Teniente Coronel de la Comandancia de la Guardia Civil de Alicante. Quien mató a Oliver e Isabel conocía la casa y tenía su plena confianza. Cyril era el primer sospechoso y los agentes le seguían de cerca.
Tanto es así que fue la propia actitud del muchacho lo que también le delató. Ocurrió durante el entierro. El joven se mostró demasiado frío y sereno, irradiando una pasmosa tranquilidad e, incluso, llegando a sonreír y bromear para sorpresa de los presentes. Ese fue su error y lo que llevó a los investigadores a ir soltándole pistas falsas diez días después del parricidio.
Entre los datos que le dejaron caer: que si habían encontrado vestigios del asesino en el lugar del crimen; le dijeron que “el asesino era alto y joven” por dónde estaban localizados los impactos en los cuerpos… Mientras tanto, Cyril les escuchaba con gran sangre fría, la misma que mostró ante los medios de comunicación augurando que no descansaría hasta encontrar al asesino o asesinos de sus padres. Ese era su objetivo ahora. Pero aquella actitud “fue determinante para pensar que era el máximo sospechoso”.
Tras aquellas insinuaciones, no hizo falta hacer más porque “empezó a ‘cantar’ con la misma serenidad con que se había comportado hasta entonces”, aseguró uno de los agentes a cargo del caso. “Fui yo”, soltó. “No mostraba signos de alegría ni de tristeza, como si no se diera cuenta de lo que había hecho”, dijo otro de los agentes.
“Los maté porque me regañaban y me pegaban”
Cyril Jaquet durante la confesión de los crímenes
Después llegó su confesión plagada de inexactitudes y mentiras. “Sí, he disparado contra mis padres”, llegó a decir. ¿El motivo? “Los maté porque me regañaban y me pegaban”. Una explicación que no convenció ni a la Guardia Civil ni a los vecinos que, estupefactos, no podían creerse que por “un par de tortas” -maltrato según el criminal- asesinase de esa forma cruel a sus progenitores.
Su castigo: pasar tres años en un centro de menores de la comunidad valenciana hasta cumplir la mayoría de edad. Durante ese tiempo se comportó de forma ejemplar, participó en sendos programas educativos y todos los informes sobre él fueron positivos. Tenía un comportamiento intachable. A su salida, sus abuelos paternos le acogieron para, dos años después, comenzar una nueva vida en Palma de Mallorca. Lo hacía sin antecedentes en su historial, tal y como dicta la Ley del Menor.
Rumbo a la televisión
Se hizo auxiliar de vuelo, fichó por Air Europa y su carrera comenzó a despegar. Con su buena presencia, simpatía e idiomas (es bilingüe español-francés) la compañía le tuvo varios años empleado y le hicieron sobrecargo. Incluso encontró pareja, una azafata mallorquina con quien conviviría varios años. Pero quiso dar la vuelta al mundo y qué mejor forma que concursando en un reality show.
Antena 3 iba a estrenar La vuelta al mundo presentado por Óscar Martínez y Cyril y su novia Paola se habían presentado como participantes. Grabaron sendos vídeos de presentación y a tan solo 24 horas del estreno, comenzaron a llegar cientos de mensajes alertando del siniestro pasado de Jaquet. Los vecinos de Benijófar le habían reconocido y querían evitar a toda costa que participase. “Aquí se le tiene mucho odio. Todos nos indignamos cuando supimos que estaba en la tele. Empezamos a mandar mensajes de móvil a la cadena”, explicaba una vecina.
“El pasado está enterrado”
Su tío materno Adolfo Merino le reprochó que quisiese salir en televisión: “Él ha ido por su propio pie al programa. Se me revolvieron las tripas cuando lo vi en televisión. Fue muy duro. Yo ya no tengo nada contra Cyril, que viva su vida tranquilo. Pero tampoco que se exhiba públicamente”. Porque para Adolfo “nadie puede imaginar lo que yo sufrí al saber que [su sobrino] era el asesino”.
Aquella movilización sirvió para que Cyril diese explicaciones públicamente. El joven fue elegido junto a su novia de entre 8.000 aspirantes y ahora, su secreto, se había divulgado. Pese al exhaustivo estudio psicológico que previamente le hicieron, donde descartaron cualquier tendencia violenta, Cyril se había ganado el favor de la organización y ya le habían proclamado como uno de los favoritos.
Pero la historia de cómo mató a sus padres a sangre fría llevó al traste su sueño de dar la vuelta al mundo. “El pasado está enterrado”, dijo tajante sin querer profundizar en lo sucedido. Hasta mostró su enfado con aquellos que habían descubierto su caso porque le estaban impidiendo “retomar” su vida y mirar hacia delante. Paola, inclusive, dijo ser sabedora de los crímenes: “Me lo contó de una forma natural y yo le apoyé desde el primer momento”.
Porque “cuando estás con él se te olvida su pasado. Es una persona tan tranquila, tan dulce. Se le debieron cruzar los cables para hacer aquello”, llegó a decir su entorno más cercano.
“Es mentira que buscásemos el morbo para ganar audiencia”
Óscar Martínez Presentador de ‘La vuelta al mundo’
Aunque durante las entrevistas previas Cyril reconoció que sus padres fallecieron de forma trágica, jamás incidió en cómo murieron. De hecho, el presentador Óscar Martínez tuvo que aclarar que “es mentira que buscásemos el morbo para ganar audiencia. Él contó que era huérfano”.
Tras aquellas explicaciones, el reality expulsó a Cyril, aunque él siempre contó que se marchó para evitar que le siguiesen persiguiendo. Una exposición pública que trajo fatales consecuencias levantando antiguas heridas a Benijófar y que, aún así, no decidió evitar. No buscaba dinero, decían sus amigos más allegados. ¿Entonces? ¿Para qué resucitar el dolor? Desde 2009 nadie ha vuelto a saber de él. Es como si se le hubiese tragado la tierra.