Lo terminaron pillando porque ni el vater, ni la ducha o el fregadero de sus vecinos ‘tragaba’ bien.
Los cañerías de Fiona y Jim estaban casi siempre atascadas, así que decidieron llamar a un fontanero.
Llegó el ‘experto’ hasta el suburbio londinense de Muswell Hills y al no encontrar el motivo de la avería, decidió echar un vistazo a la fosa séptica del exterior.
Quitó la tapa, iluminó con su linterna, vio una especie de capa blanquecina y viscosa.
Le pareció sangre y decidió bajar. Al acercarse se topó con trozos de carne putrefacta y cabellos adheridos. Se trataban de los restos de un cadáver.
La Policía acudió inmediatamente y descubrieron con horror que aquello era una especie de cementerio.
Tras interrogar a varios residentes dieron con uno, Dennis Nilsen, que con temple y frialdad confesó que había matado a 15 o 16 hombres.
Acababan de descubrir al ‘Asesino de la corbata’, también conocido como el ‘ carnicero de Muswell Hills’.
Un monstruo solitario, tal como él mismo se definió.
Su carrera criminal despegó en la navidad de 1978 cuando la víspera de Año Nuevo Nilsen salió de fiesta al pub Cricklewood Arms.
Allí conoció a Stephen Holmes, de 14 años, con quien terminó en la cama.
A la mañana siguiente, Dennis temió que el adolescente se marchase de su casa en Melrose Avenue, no quería que le abandonase, así que cogió una corbata y comenzó a estrangularlo.
La resistencia fue tal que el agresor tuvo que golpearlo varias veces y meterle la cabeza en un cubo de agua. El muchacho murió ahogado.
Una vez asesinado, Dennis bañó y vistió el cadáver del adolescente, lo tumbó en la cama y se durmió abrazado a él. Horas más tarde y para evitar que su compañero de piso descubriese el crimen, levantó la tarima del suelo y lo escondió durante ocho meses. Transcurrido ese tiempo, quemó el cuerpo y lo enterró en el jardín de su vivienda. Aquella experiencia lo asustó y se autoconvenció de que no volvería a pasar.
Pero sucedió de nuevo…y de nuevo…y de nuevo…por lo menos 15 veces.
UN SEDUCTOR
Seducía a sus víctimas -hombres homosexuales en busca de compañía-, los citaba en su apartamento en la capital británica y antes de que despertaran y pensaran en irse, los asesinaba. Su obsesión era que se fueran en la mañana. No permitía que eso sucediese. No quería que nadie lo abandonara.
Luego, una vez muertos, el «carnicero» desmembraba sus cuerpos. Pedazo por pedazo. Y ocultaba sus partes en un cobertizo. Así, confesó, los sentía «cerca». Eran su compañía. Cuando empezaban a descomponerse y el olor se volvía nauseabundo, Nilsen los enterraba en su jardín, convertido con el paso del tiempo en un cementerio personal. «Una comunión espiritual», era lo que lo mantenía conectado con ellos.
Nilsen nació en Fraserburgh, Escocia, en noviembre de 1945. Su infancia, según narró, fue solitaria. No se sentía querido. Fue recién en 1978 cuando invitó a un joven a su apartamento de Londres. Tuvieron sexo, durmieron juntos y al despertar el asesino al día siguiente, supo que en pocos minutos su improvisado amante se iría. Fue por eso que lo mató y así comenzó la cadena de crímenes perversos.
El asesino seducía a la mayoría de sus víctimas en un conocido bar londinense, llamado Black Cap. Allí se reunía una gran cantidad de gays y el depredador lo sabía.
El ex integrante de la armada británica contó a la policía que él hacía que sus amantes asesinados lucieran «mejor» luego de muertos.
Es que Nilsen se encargaba -antes de descuartizarlos- de limpiar sus cuerpos y rendirles tributo. Al hombre se le pudieron comprobar unos 12 asesinatos. Todos habían sido sus amantes. La mayoría de ellos eran jóvenes, pero incluso mató a adolescentes.
Al principio, higienizaba y vestía una y otra vez a los cuerpos. Durante varios meses repetía la macabra rutina. Finalmente, los desmembraba.
Y los enterraba en su cementerio particular. Incluso reconoció a las autoridades que llegó a tener sexo con algunos de los cadáveres.
Disfrutó durante un tiempo su fama como uno de los mayores asesinos seriales de Londres. Morirá tras las rejasPero luego de varios años, cometió un error. Algunas partes de los cuerpos que descuartizaba decidió tirarlas por el excusado.
No eran muy grandes, pero lo suficiente para que continuaran su descomposición trabadas en la cañería del edificio en el que vivía. Los vecinos, asqueados por el olor que brotaba por todos lados, decidieron llamar a fontaneros. Al revisar todo, descubrieron los restos humanos. La policía investigó, pero no tardó en dar con Nilsen, quien confesó de inmediato.
Al llegar los investigadores, el «carnicero» les dijo: «Hay más cuerpos por ahí».
Durante una intervención en el programa de la cadena CBS, Voice of a serial killer (La Voz de un asesino serial), Nilsen comentó: «Hacia el final había dos o tres cuerpos debajo de los cobertizos. Comenzaron a acumularse».
«Cuando llegaba el verano, el calor era un problema por el olor. Por eso sabía que tenía que lidiar con ese problema. Entonces pensé en cuál era la causa del dolor. Y llegué a la conclusión de que eran las tripas, las partes blandas de los cuerpos, los órganos, cosas por el estilo».
Fue detenido el 9 de febrero de 1983. Nilsen fue condenado por seis muertes: Stephen Holmes (14 años, su primera víctima), Kenneth Ockenden, Martyn Duffey, William Sutherland y Malcolm Barlow. Pero se sabía que había otras víctimas nunca identificadas que pasaron por su cama y su cuchilla de carnicero, que aún conservaba.