Al momento de su detención por intento de violación, el agresor atacó a uno de los agentes de la Guardia Civil

Un preso marroquí raja el cuello de un funcionario con un cristal en Cuenca

El atacante, de 24 años, salió en libertad vigilada hace diez días e intentó violar a otra joven, por lo que fue devuelto a prisión

Un preso marroquí raja el cuello de un funcionario con un cristal en Cuenca
Ataque del preso marroquí PD

Un marroquí de 24 años rajó con un cristal el cuello de un jefe de servicio de la cárcel de Cuenca.

Tras el brutal ataque, el funcionario tuvo que ser trasladado de urgencia al hospital, por lo que su vida no corre peligro aunque se está a la espera de su evolución.

Es una agresión gravísima y se trata de la tercera en dos meses que protagoniza el mismo interno en tres prisiones diferentes.

Se trata de un marroquí tan agresivo como peligroso. Es importante recordar que el individuo fue encarcelado este domingo 24 de octubre en Cuenca tras intentar violar a una joven en Tarancón. Llevaba solo tres días en libertad vigilada y se había arrancado la pulsera de control telemático que portaba.

El marroquí salió de la cárcel el pasado día 17 tras cumplir condena pero con una pulsera, dado que tiene una orden de alejamiento de la mujer a la que agredió sexualmente en 2016. Tres días después, una joven denunció que un individuo la había intentado violar cuando iba a su casa en Tarancón (Cuenca). La víctima, de 22 años, logró escapar aunque sufrió tocamientos.
Horas después, la Guardia Civil localizó al sospechoso mientras caminaba por la A-3 a la altura de Villarrubio. Cuando fueron a identificarlo, comenzó a correr, saltó una mediana e intentó fugarse. Durante la detención se resistió y agredió a uno de los agentes.

Al consultar sus antecedentes, comprobaron que el individuo, marroquí de 24 años, había salido de la cárcel de Estremera (Madrid) el 17 de octubre, después de pasar cinco años en prisión por otra agresión sexual cometida en Elche (Alicante), en 2016, entre otros antecedentes.

Por el delito sexual fue condenado a tres años y nueve meses de cárcel. Había cumplido la pena, pero tenía que llevar una pulsera, como se ha dicho, para controlar la orden de alejamiento de la víctima, en vigor hasta el año próximo.

Instituciones Penitenciarias alertó de que había perdido el contacto con el dispositivo horas antes de cometer supuestamente la segunda agresión y que la pulsera posicionaba en la localidad conquense Tarancón.

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