Serge Diaghilev fue un catalizador en la vida cultural europea de principios del siglo XX y dejó un poderoso legado que tuvo repercusión a lo largo de todo el siglo. Empresario artístico, cabalgó esa difícil componenda entre los números y la búsqueda de la obra de arte total impulsando unas cincuenta producciones de su compañía, Los Ballets Rusos, que renovaron coreografía, escenografía y vestuario. Artistas de la talla de Matisse, Picasso, Braque o Chanel participaron en el diseño de vestuarios y escenografías; músicos renovadores como Ravel, Satie, Falla, Stravinsky, Prokofiev, Rimsky-Korsakov; bailarines míticos como Nijinsky y Pavlova, y escritores como Jean Cocteau trabajaron conjuntamente bajo su ‘batuta monetaria’. ‘Los Ballets Rusos de Diaghilev, 1909-1929. Cuando el arte baila con la música’ es la propuesta invernal de CaixaForum Madrid. Decenas de maniquíes portan el deslumbrante vestuario de sus famosas representaciones, rodeados de más de doscientos carteles, programas, fotografías, maquetas, elementos para las coreografías, y hasta algún testimonio filmado de lo que fue vanguardia en los escenarios de hace un siglo.
La exposición parte de la colección excepcional del Victoria and Albert Museum, que conserva gran parte de los vestuarios de los Ballets Rusos –muchos de ellos adquiridos en subastas de Sotheby’s entre 1967 y 1973–, así los decorados de seis ballets de Diaghilev, a los que ha ido sumando extensas colecciones de diseños, dibujos, grabados, objetos varios y archivos. Un legado que permite reconstruir el clima de una época de gran efervescencia artística, entre 1909 y 1929, a través de esta compañía de danza que fue sin duda más que una compañía de danza. Y de un empresario que fue más que un empresario, pues arriesgando mucho -se arruinó varias veces- apostó por la excelencia, creó sinergias productivas e impulsó el arte de la escena, siendo pionero y precedente temprano de la importancia actual conseguida por los directores artísticos y en general por la escenografía teatral.
Se muestra también la única filmación existente, rodada clandestinamente y descubierta recientemente, de los Ballets Rusos en una actuación en Suiza. Diaghilev impidió expresamente que se filmara a los Ballets Rusos, incluyendo cláusulas en este sentido en los contratos que firmaba, para no romper el atractivo del misterio y la expectación de sus montajes, y no perjudicarlos con visiones en blanco y negro y sin sonido.
Se incluye una amplia selección de vestuario de todo tipo: exótico (creados por Léon Bakst para La bella durmiente y por Henri Matisse para Le chant du rossignol), alocados (de Mijail Larionov para Chout y de Giorgio de Chirico para Le Bal) o elegante (los bañadores diseñados por Coco Chanel para Le train bleu, el vestuario de Georges Braque para Zephyr and Flore y el de Marie Laurencin para Les Biches). Entre los trajes expuestos, figura uno diseñado por Pablo Picasso y confeccionado por Alexander Shervashidze para la producción de ‘Parade’.
Una parte muy importante de la historia de los Ballets Rusos se desarrolló en ciudades como Barcelona, Madrid y San Sebastián, donde tuvieron una extraordinaria acogida y donde la compañía encontró refugio durante los años de la Primera Guerra Mundial. España desempeñó un papel destacado en la supervivencia y el desarrollo de los Ballets Rusos. Cuando se restableció la paz, la relación con España se mantuvo gracias al apoyo del rey Alfonso XIII, gran admirador de la compañía. En los años veinte, Barcelona fue a menudo el primer puerto de anclaje de la compañía para sus giras de primavera. Para reflejar la colaboración con músicos y artistas españoles, como Manuel de Falla, Issac Albéniz, Juan Gris, Joan Miró, Pere Pruna, Josep M. Sert o Joaquín Turina, se incluyen numerosos objetos que documentan la presencia de la compañía en todo el territorio español, como carteles, programas de mano, facturas, correspondencia, etc. Y un audiovisual espectacular en el corazón de la muestra que explica la historia de los Ballets Rusos desde su llegada a Cádiz, donde fueron recibidos por Falla.
Diaghilev (Novgorod, 1872 – Venecia, 1929) era un hombre cultivado, ávido lector y coleccionista de libros, apasionado por la música y cantante amateur, aficionado al teatro y a la pintura. Desde muy joven se relacionó con artistas, viajó por Europa y alternó las facetas de crítico y escritor con las de editor y organizador de exposiciones. La experiencia cosmopolita y el carácter emprendedor de Diaghilev fueron decisivos cuando en 1909 puso en marcha el proyecto de los Ballets Rusos. En los primeros años del siglo XX había surgido en Rusia una vanguardia artística y musical poco conocida internacionalmente. Diaghilev tuvo la idea de reunir a un grupo de bailarines excepcionales del Ballet Imperial del Teatro Maryinsky de San Petersburgo y presentarlos en París en un espectáculo de gran categoría que ponía en juego la música, la danza, la pintura y la literatura: una obra de arte total que daría a conocer al mundo la vitalidad de la Rusia moderna.
A lo largo de veinte años, los Ballets Rusos presentaron en Europa y América unos cincuenta ballets de diferentes estilos que contaron con la actuación de los mejores bailarines europeos, las partituras de los compositores más destacados y la colaboración de los artistas más importantes del momento. Diaghilev ponía en contacto a artistas de diferentes géneros en unos montajes que han pasado a la historia, como El sombrero de tres picos, de Manuel de Falla, o Parade, de Eric Satie, con escenografía de Picasso.
Su éxito es resultado de haber apostado por la renovación del lenguaje visual, tanto en la coreografía como en la escenografía, y del lenguaje musical. El rasgo esencial consistió en reducir la danza al nivel del cuerpo humano para expresar historias y emociones, lo que explica el desarrollo del virtuosismo de sus bailarines. La fascinación que generó esta inigualable compañía se mantiene viva cien años después.
Antes de su paso por Barcelona, donde ha sido visitada por más de 111.000 personas, pudo verse en 2010 en el Victoria and Albert Museum de Londres y en el Musée National des Beaux-Arts du Québec. Ahora en Madrid habrá un gran programa de actos en torno a la exposición, con conciertos, conferencias y talleres.
La Obra Social ”la Caixa” continúa en su ‘nicho’ de dar a conocer entre el gran público los pioneros del arte de principios del siglo XX y la efervescencia artística del momento, claves para entender todo lo que llegaría en décadas posteriores. En este sentido, cabe recordar las exposiciones dedicadas a Alphonse Mucha, Gustav Klimt o Maurice de Vlaminck, combinado con el de establecer puntos de contacto entre artistas, movimientos y períodos de la historia del arte universal y nuestro país. Desde esta perspectiva se han organizado exposiciones como la de August Rodin y su relación con España o la primera gran retrospectiva española de Eugène Delacroix, que dedican una atención especial a los viajes de estos artistas a lo largo de la Península.
Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 5
Despliegue: 6
Comisariado: 6
Catálogo: 7
CaixaForum
Los Ballets Rusos de Diaghilev, 1909-1929. Cuando el arte baila con la música.
Organización: Victoria and Albert Museum (Londres).
Producción: Obra Social «la Caixa».
Comisariado: Geoffrey Marsh y Jane Pritchard, responsable y conservadora del Departamento de Teatro y Danza del Victoria and Albert Museum.
Hasta el 3 de junio
CaixaForum Madrid (Paseo del Prado, 36).