El olvidado Manuel Penella dejó 80 obras escénicas, todas durmiendo el sueño de los justos
Un bandolero y un torero se disputan el amor de una gitana. Con los ingredientes más típicos e inspirado en la ‘Carmen’ de Bizet, el valenciano Manuel Penella escribe en 1917 una ópera verista de ambiente andaluz que no desmerece de sus modelos italianos, Mascagni o Leoncavallo. La calidad del libreto alza la trama trágica más allá de la anécdota, y la calidad de la partitura convierte la pieza en una gran ópera española, que es lo que es la buena zarzuela. Todos los ingredientes de la esta magnífica producción se han concertado en ofrecer un espectáculo excepcional, de lo mejor que podrá verse esta temporada. Hoy terminan las tres semanas de programación, que han registrado un éxito absoluto. Cuando se reponga o salga de gira no duden ni un segundo.
Penella hizo un trabajo redondo, elevar el tópico a categoría de obra de arte. Terminar un libreto cuya coherencia y calidez supera al de muchas, muchas óperas. Montar una tragedia creíble que aún hoy emociona, y mantener una trama intrigante que termina en el drama de la muerte de los tres protagonistas, ese triángulo amoroso que por algo es el tema preferido en los escenarios de todas las épocas y culturas. Para darle vida musical, dotó a sus siete papeles principales de una musicalidad variada y repleta de intervenciones brillantes, orquestó la pieza sin un desmayo, hizo sitio destacado al coro y hasta a un conjunto infantil, sumó bailes y destiló todo ello en un pasadoble que da nombre a la zarzuela que se ha hecho insustituible en la fiesta de los toros y la representa en todo el mundo. Esta ópera en tres actos ya estuvo en Nueva York cinco años después de su estreno en Valencia, y tuvo cincuenta funciones de gran éxito con Pastora Imperio y Concha Piquer. La Paramount la levó rápidamente al cine con el título de Tiger Love. Sería ‘pa’verla’.
Estaba sin representar desde la Expo’92 en Sevilla, en una producción firmada por Emilio Sagi, con edición crítica de Miguel Roa, y reparto con Plácido Domingo, Verónica Villarroel, Joan Pons, Teresa Berganza y un joven Carlos Álvarez. Veinte años de espera que han merecido la pena. Porque la dirección de escena de José Carlos Plaza es sobresaliente, y se apoya en una escenografía e Iluminación de Paco Leal, que es la mejor que hemos visto en este teatro en algunos años, y unos figurines de Pedro Moreno completamente a tono, un ‘Novecento’ naturalista en el coro, con notable discrección en todos los personajes, subrayada en la misma protagonista para no convertirla en estrella, y todo ello reciclando el fondo del armario.
La coreografía es de Cristina Hoyos, acertada, sobria. El espectáculo está siempre ajustado, al servicio de la trama y de la música. Los recursos escenográficos son usados con imaginación y gusto, y resultan especialmente apropiados en la escena más difícil, la de la cogida de Macareno, una corrida sin toro, sin arena, a base de sugerencias sutiles, un acierto. Bendita crisis si produce montajes como éste: escueto, preciso y basado en pocas sugerencias correctas para convertir la caja negra en un cortijo de la campiña, una casa sevillana, el patio de caballos de la Maestranza de Sevilla y la cueva del bandolero, en la sierra. Un olivo centenario, unas gradas polvorientas, un espectacular espejo que baja del cielo y un altar con velas que se desliza desde un lado.
Siendo todo ello, importante en el teatro musical de cualquier género lo más importante son los cantantes y la música, aunque tienda hoy día a olvidarse. Podemos decir que el doble reparto es de altura, tanto vocal como interpretativa. El primero de los dos, lo encabeza una excelente Ángeles Blancas en soprano lírica, con matices de lírico-spinto, de generosa voz en bello tono, identificada con su personaje. A su lado se presenta el tenor Andeka Gorrotxategui debutando como ese torero confiado y victorioso que desafía los augurios y muere en el intento, y se demuestra ya valor seguro de nuestra lírica. Especial mención debe hacerse a este gato montés que el barítono Ángel Ódena interpreta a la perfección y canta con una potencia y un sentimiento sin par. Todo el reparto está sobresaliente y Enrique Baquerizo hace un cura memorable.
Un brindis por el coro antes de aplaudir al director musical. Cristóbal Soler dirigió estupendamente a una Orquesta de la Comunidad de Madrid totalmente identificada con la pieza y sacando lo mejor de ella. Después de tan satisfactorio balance hay que volver sin duda al artífice de todo ello, al olvidado Manuel Penella Moreno (1880-1939), que no vivió mucho pero que dejó 80 obras escénicas, entre óperas, zarzuelas, revistas y comedias musicales, un patrimonio para olvidarse de Follies y esa Gran Vía repleta de musicales yanquis. También es autor de numerosas canciones, las más conocidas son sin duda En tierra extraña, que incluye el pasodoble Suspiros de España, y La Maredeueta, ambas popularizadas por Concha Piquer. Y escribió obras de teatro. En Barcelona estrena en 1932 la ópera de cámara Don Gil de Alcalá, con orquesta de cuerdas, valoradas por la crítica pero poco o nada programada, como otras exitosas obras suyas, entre ellas Jazz Band (revista, 1933) y La malquerida (zarzuela en tres actos, 1935. Todo ello durmiendo el sueño de los justos mientras en el Teatro Real desaparece la poca presencia española, mientras el Centro Dramático Nacional se devana los sesos buscando obras centroeuropeas de hace medio siglo, mientras en nuestros escenarios se pone de todo menos nuestro patrimonio teatral y musical de los dos últimos siglos. Y reivindicar lo propio no es tontería patriótica -¡a estas alturas!- sino absoluta seguridad en que lo nacido aquí, adaptado convenientemente, puede darnos por lógica más satisfacciones y respuestas que lo importado.
Y una posdata. Pedimos disculpas por reseñar un espectáculo tan recomendable cuando terminan sus representaciones. La cartelera está repleta y a veces no es posible reseñar todo con la antelación necesaria.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 9
Libreto: 7
Partitura: 7
Dirección musical: 7
Dirección artística: 8
Voces: 8
Interpretación: 8
Realización: 8
Producción: 8
TEATRO DE LA ZARZUELA
El Gato Montés
Del 17 de Febrero al 11 de Marzo
Duración aproximada del espectáculo: 2:30 h
Ópera en tres actos y cinco cuadros
Música y libreto de Manuel Penella
Estrenada en el Teatro Principal de Valencia,
el 23 de Febrero de 1917
Revisión a cargo de Miguel Roa
(Editorial de Música Española Contemporánea, 1991)
Nueva Producción del Teatro de la Zarzuela
Dirección musical: Cristóbal Soler y Oliver Díaz
Dirección de escena: José Carlos Plaza
Escenografía e Iluminación: Paco Leal
Figurines: Pedro Moreno
Coreografía: Cristina Hoyos
Reparto
(por orden de intervención)
SOLEÁ Ángeles Blancas / Saioa Hernández
GITANA Mª Fe Nogales
FRASQUITA Milagros Martín
LOLIYA Rosa Mª Gutiérrez*
JUANILLO, «EL GATO MONTÉS» Ángel Ódena / José Julián Frontal
RAFAEL RUIZ, «EL MACARENO» Andeka Gorrotxategui / Ricardo Bernal
PADRE ANTÓN Enrique Baquerizo / Rubén Amoretti
HORMIGÓN Luis Cansino / Arturo Pastor
CAIRELES Rodrigo García*
PEZUÑO Romás Fernández-Cañadas*
RECALCAO Mario Villoria*
PASTORCILLO Milagros Poblador* / Esther Garralón*
VENDEDOR Francisco J. Alonso*
ALGUACILILLO Alberto Ríos*
PEONES Joaquín Córdoba*, José Ricardo Sánchez*, Ignacio del Castillo*
* Componente del Coro del Teatro de la Zarzuela
Orquesta de la Comunidad de Madrid
Titular del Teatro de la Zarzuela
Coro del Teatro de la Zarzuela
Director: Antonio Fauró
Ballet: Marina Claudio, Remedios Domingo,
Daniel Fernández Mateos, Esperanza Galán,
Francisco Guerrero, Francisco Hidalgo, María López,
Antonio Mulero, Joaquín Mulero, Silvia Rincón,
Yolanda Rodríguez y Javier Sánchez.