Voy como tras perra el perro/ o baca tras su bezerro./ ¡Ay amor! ¡Cómo sos caro!
¿Quiere sentirse como si hubiera vuelto a la clase de párvulos y estuviera en la función de fin de curso? ¿Con pastores y pastoras, zamarras y flautas, panderos y un carro? ¿Necesita un lavado de neuronas, un refresco del ánimo, sentirse un pimpollo inocente, una mente tierna? Nada de psicólogos ni pastillas. Hora y cuarto de cambio de chip viendo teatro renacentista español en dialecto de la época. Saldrá con una sonrisa de oreja a oreja.
El joven licenciado Lucas Fernández hace más de quinientos años escribía piezas deliciosas que sumaban a la ingenuidad medieval un humor bien moderno. Pero el Siglo de Oro de las letras españolas eclipsó todo lo anterior y mucho de lo posterior.
Entre las muchas joyas desconocidas que guarda el teatro medieval y renacentista, estas ‘Farsas y Églogas al modo pastoril y castellano fechas por Lucas Fernández Salmantino nuevamente impresas (Publica Lorenço de Liom Dedei, el diez de noviembre de 1514 en Salamanca)’ son la aportación de Ana Zamora y la compañía Nao d’ amores que se dedican a este interesante trabajo desde hace una década. Una delicia sencilla y fresca.
Son siete las obras de este salmantino que se conocen, todas editadas a comienzos del siglo XVI en un libro del que se conserva un único ejemplar en la Biblioteca Nacional. Zamora lo ha estudiado con detenimiento y ha seleccionado una muestra condensada y representativa que pudiera interesar hoy día. La compañía ha meditado y trabajado colectivamente durante un año en su retiro de Segovia en la forma de representarla. Y por fin el trabajo ha llegado a nosotros gracias al respaldo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
El resultado es excepcional, una rara avis en nuestros escenarios. Por su medida longitud, hora y cuarto que vale más que tantas interminables y pretenciosas dramaturgias que se ven por ahí. Por la sencillez y calidad de la puesta en escena y la interpretación. Y por el acompañamiento de músicas y bailes que conforman junto con todo lo demás un espectáculo oxigenante de los que te hacen sentir mejor al terminar. Mejor anímicamente, porque es tierno e inocente. Mejor físicamente, porque transmite energía positiva y ganas de vivir.
La directora dice sentirse impulsada por una pasión irrefrenable por lo popular, y se nota el cariño de su mirada. Reconoce que sin los estudios filológicos de María Josefa Canellada no hubieran podido penetrar en este mundo tan lejano y ha dedicado el espectáculo a su memoria, ‘con toda nuestra gratitud, respeto y cariño’.
‘Ando y ando y nunca paro,/ como res que va perdida,/ a mi mal no allo guarida,/ y en mi bien no allo reparo;/ de rato en rato m’enuaro,/ voy como tras perra el perro/ o baca tras su bezerro./ ¡Ay amor! ¡Cómo sos caro!’. Son historias pastoriles, de mozos casamenteros y mozas en edad de merecer, de eremitas piadosos y caballeros desnortados, de pocos personajes que recitan sus cuitas con la fabla antigua de las tierras castellanas extendidas entre Zamora y Salamanca, el dialecto sayagués; cuentos infantiles llenos de saber añejo, con el tema de los temas, el enamoramiento y la atracción entre los dos sexos, que culminan en una narración tierna de exaltación del amor divino.
Ana Zamora ha vuelto a las esencias de su afamado Auto de los Reyes Magos (2008) en coproducción con el Teatro de La Abadía, tras el paréntesis un tanto fallido de su Dança da Morte / Dança de la Muerte (2010) con el Teatro da Cornucópia, de Lisboa. Su lema es la fidelidad al pasado en versiones presentes de la mayor sencillez posible. Teatro primitivo, con pocos recursos escenográficos, apoyado en lo esencial, el buen decir de los actores y la música y la danza apropiadas. Terreno donde continúan los plácemes citando a los arreglos y dirección musical que ponen en escena una banda sonora de la época y unas coreografías repletas de encanto. La interpretación colectiva se mueve en un estilo peculiar al que nos aproximaríamos diciendo que es como una función escolar en la que actúan los profes. Inocencia entrañable y sabiduría de oficio.
La escenografía se limita a sendos bancales a los lados del escenario donde se asientan algunos espectadores privilegiados, y un carromato que se transformará en el más divertido retablo que puedan imaginarse. Deborah Macías ha inventado la zamarra multiuso, lo más destacable de un original y efectivo vestuario. Son varios los recursos coreográficos y escenográficos a celebrar por su humildad de aspecto y brillantez de miras. En fin, se trata de una perla -exótica y entrañable a partes iguales- en la programación de este año.
Por si quiere echar un vistazo a los textos de Lucas Fernández
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 7
Texto: 7
Dirección: 7
Interpretación: 7
Escenografía: 7
Música: 7
Coreografía: 7
Producción: 7
Compañía Nacional de Teatro Clásico
Teatro Pavón
FARSAS Y ÉGLOGAS
de Lucas Fernández
Del 23 de marzo al 22 de abril
Dramaturgia y dirección, Ana Zamora
Intérpretes
Sergio Adillo
Eva Jornet
José Vicente Ramos
Elena Rayos
María Alejandra Saturno
Juan Pedro Schwartz
Alejandro Sigüenza
Isabel Zamora
Arreglos y dirección musical, Alicia Lázaro
Coreografía, Javier García Ávila
Asesor de verso, Vicente Fuentes
Escenografía, David Faraco
Vestuario, Deborah Macías
Iluminación, Miguel A. Camacho y Pedro Yagüe
Coproducción: CNTC y Nao d´amores.