Teatro musical de primera categoría que demuestra la vitalidad del género y las posibilidades que tiene de volver al candelero
La Chulapona es una gran ópera española, es decir, es una gran zarzuela. Ni su hermosa partitura ni su estupendo libreto han perdido con los años, sino que hoy puede contemplarse como un clásico.
Fue estrenada en 1934, olvidada medio siglo y repuesta en 1988 en un gran montaje de Gerardo Malla que con la actual ha sido repuesto en cuatro ocasiones más desde entonces.
Teatro musical de primera categoría que demuestra la vitalidad del género y las posibilidades que tiene de volver al candelero. Humor del fino, música inspirada, peripecias humanas que no han perdido vigencia.
De ambiente madrileño y exaltación castiza, La chulapona no traspasa ese umbral de chistes tópicos y personajes típicos que agravado por sucesivos montajes cicateros ha terminado por desprestigiar al género. En ningún momento choca por desfasada. Ciertamente, los largos recitativos, el mucho texto que contiene el género le ha perjudicado tradicionalmente frente a la ópera: el canto puro se eleva sobre las contingencias temporales y disimula las ñoñerías y absurdeces de tantos libretos operísticos; en cambio las largas peroratas habladas de los libretos de zarzuela a veces resultan anacrónicos e imposibles.
No es así en La chulapona, una historia coherente, con personajes bien trazados, que transcurre en Madrid antes de 1900, que comienza en un taller de plancha con vistas a la plaza de la Cebada y termina en un convite de boda en los antiguos viveros de la ciudad. Una historia de dos mujeres rivales, Manuela y Rosario, de cómo la primera pierde el novio con la segunda, de cómo lo recupera, y de cómo lo volverá a perder, esta vez para siempre y por propia voluntad en un arranque de rectitud y coraje no muy frecuente en la vida real pero repleto de fuerza operística.
Los dimes y diretes del triángulo protagonista dan lugar a lucidas intervenciones vocales como el dúo del primer acto entre Rosario y José María, la habanera ‘Ese pañuelito blanco’, o el de Manuel y Rosario en el tercero ‘No es que te quiera besar’. Pero sobre todo van intercalados con una gran presencia del coro y las peripecias de uina serie de personajes secundarios, ingeniosos y graciosos de verdad, como el organillero caradura Chalina, el empleado parado de larga duración Don Epifanio, que resultará padre de Manuela a la que abandonó de niña, la señora Venustiana, una dama de rompe y rasga que a la sazón es la mamá de la joven Rosario, o el bueno de Juan de Dios, padre de familia numerosa y hermano de Manuela.
Cuitas familiares, líos de vecindario y estampas callejeras forman un magnífico friso social, con ese realismo tan asombroso que es mérito peculiar del género. La acción se diluye un tanto por los vericuetos del Café de Naranjeros, donde el madrileñismo cede tablao y coreografía al andalucismo que nunca podía faltar, y donde el ligón presumido retorna a la vera de Manuela tras su aventura con Rosario. Pero ya esta ha quedado embarazada y reclama sin éxito a su amante que acepte la paternidad sobrevenida. Cuando Manuela se entera, aunque no perdona a Rosario la faena de haber pretendido quitarla el novio, obliga no obstante a José María a volver con Rosario y a hacer frente a las consecuencias de su aventura, pues no puede permitir que se repita su historia, el no haber tenido un padre de niña. Manuela tras su buena acción, acepta un matrimonio sosegado con el Señor Antonio, tras haberse reconciliado con el padre que la abandonase un lejano día.
Folletín clásico, melodrama como sólo pueden ya verse en la ópera. Sobresaliente dirección artística de Gerardo Malla, cuyo montaje resiste el paso del tiempo porque es ambicioso, porque equipara respetuosamente zarzuela y ópera, porque plantea cuatro ambientes diferentes en un tiempo en el que ya resulta raro, porque el escenario rebosa belleza en todas ellas, porque es certero sin aspavientos. Sobresalientes la escenografía y los figurines de Mario Bernedo y la iluminación de Eric Teunis.
Todo ello está sobradamente servido por una presencia musical y figurante del coro titular del Teatro de la Zarzuela, cuyas preciosas intervenciones musicales a lo largo de la obra con Antonio Fauró al frente -Las chicas de Madrí, Como soy chulapona, En La Habana hay una casa, Hágame usté el favor y todas las demás- van acompañadas por muy correctos y armoniosos movimientos en escena, mérito de la coreografía de Goyo Montero.
Quizás el momento mejor tramado y más completo de la obra sea el que en el segundo acto incluyo al trío protagonista, cuatro personajes secundarios, vecinos y coro al completo en el duelo de lenguas afiladas por ‘Dígale usté a la Rosario’ resuelto con mucho ingenio y por vía de intermediario.
Y el borrón que no falta ni en los mejores escribanos podamos centrarlo en cuanto al montaje a la discutible partición del segundo acto y a la redundancia del segundo intermedio, y en cuanto al libreto a la contradicción entre la Manuela que no perdona a su rival y la Manuela que lo sacrifica todo en su favor, las dos últimas escenas de la pieza.
En el estreno, la veterana Milagros Martín volvió a ser Manuela, el papel que estrenara en este teatro hace 24 años y desde el que aún arrastra una tendinitis causada por aprender a enarbolar el mantón de manila y el abanico: aún completa con oficio lo que la edad va limitando. Susana Cordón cantó una gran Rosario, volviendo a demostrar su valía tras hacer de Carolina en Luisa Fernanda la temporada pasada en este mismo teatro. Y Antonio Gandía, que ya cantara aquí Doña Francisquita y La del Soto del Parral en la temporada 2010-2011, es un José María de primera. Los tres acompañaron su presencia musical con una interpretación notable. Algo ampliable al resto del elenco, donde repetían sus papeles de 2004, Jesús Castejón como Chalina y Luis Álvarez como el Señor Antonio. Destaquemos que el Don Epifanio estuvo a cargo y muy efizcamente del mismo Gerardo Malla. Debutaba Charo Reina en una Venustiana certera.
En la dirección musical, Miquel Ortega demostró comprensión y efectividad angte la partitura pero la orquesta sonó por debajo de lo que nos hubiera gustado para estar a la altura del notable espectáculo. Opina Ortega que a pesar de ser esta una zarzuela de tradición popular, llena de pasodobles, chotis y habaneras, tiene gran profundidad basada en profundos conocimientos musicales y avanzadas ideas para la época.
Así que una ópera española de primera categoría, un espectáculo de gran nivel y una zarzuela que ennoblece al género. Se estrenó en plena II República, unos meses antes de la revolución de Asturias, y no se repuso jamás en el franquismo. Montajes como este merecen público nuevo y un renovado interés popular potenciaría a su vez montajes de calidad como este. El público -con Teresa Berganza en un palco- llenaba el teatro y mostró enorme entusiasmo. Cuatro semanas de programación quedan por delante.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 7
Dirección musical: 6
Dirección artística: 8
Libreto: 7
Partitura: 7
Voces e Interpretación: 7
La Chulapona
Comedia lírica en tres actos
Música de Federico Moreno Torroba
Libro de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw
Del 4 de Mayo al 3 de Junio de 2012
Duración aproximada del espectáculo: 3 horas con 2 descansos
Producción del Teatro de la Zarzuela, 1988
Dirección musical: Miquel Ortega (mes de mayo) y Arturo Díez Boscovich (1, 2 y 3 de junio)
Dirección de escena: Gerardo Malla
Escenografía y figurines: Mario Bernedo
Coreografía: Goyo Montero
Iluminación: Eric Teunis
Reparto:
Rosario: -Susana Cordón (4, 6, 10, 12, 17, 19, 24, 26 y 30 de mayo; y 1 y 3 de junio)
-Carmen González (5, 9, 11, 13, 16, 18, 20, 23, 25, 27 y 31 de mayo; y 2 de junio)
Manuela: -Milagros Martín (4, 6, 9, 10, 13, 17, 19, 23, 25, 27 y 31 de mayo; y 2 de junio)
-Cristina Faus (5, 11, 12, 16, 18, 20, 24, 26 y 30 de mayo; y 1 y 3 de junio de 2012),
José María: -Antonio Gandía (4, 6, 10, 12, 16, 18, 20, 24, 26 y 30 de mayo; y 1 y 3 de junio)
-Marcelo Puente (José María: 5, 9, 11, 13, 17, 19, 23, 25, 27 y 31 de mayo; y 2 de junio)
Chalina, Jesús Castejón
Emilia, Raquel Torres
Organillero / Borracho, Jesús Alcaide
Don Epifanio, Gerardo Malla
Venustiana, Charo Reina
Lolita, Ana Santamarina
Señor Antonio, Luis Álvarez
Ascensión, Isabel González
Concha, Ada Rodríguez
Juan de Dios, Carlos Crooke
Guardia 1.º, Keni Roldán
Guardia 2.º, Abel García
Orquesta de la Comunidad de Madrid, titular del Teatro.
Coro del Teatro de la Zarzuela. Director: Antonio Fauró.