La zarzuela es ópera, una gran contribución de nuestro país al insigne género
‘El juramento’ fue una famosa zarzuela durante medio siglo, sumida después en el olvido más absoluto. Un ejemplo brillante de ópera española que siendo ligera de planteamiento y modesta de pretensiones, no desmerece ante nada ni nadie, pues no sólo de traviatas, toscas y flautas mágicas vive el melómano. Celebremos su reposición. Tiene ingenioso libreto, excelente partitura, deslumbrante puesta en escena y notables intérpretes, aunque eso sí, como es habitual en el género, el argumento sea demencial. Puede que las producciones del Teatro Real, el eterno rival en un duelo absurdo entre repertorios que deberían viajar juntos, sean mejores y más caras. Pero ayer en la Zarzuela oímos ópera en español y eso vale más que cuesta.
(Vea nuestro vídeoreportaje del espectáculo)
Estrenada en este mismo teatro en 1858, obtuvo un éxito rotundo y fue representada en innumerables ocasiones. Después de un largo periodo de olvido se recuperó en el ano 2000 con un montaje de Emilio Sagi que se repone en esta temporada. Una oportunidad de tomar contacto con un magnífico compositor español del que casi todos sólo sabemos que tiene en Madrid una calle.
Joaquín Gaztambide escribió 50 zarzuelas y junto a Barbieri y Arrieta sentaron las bases del género a partir de la mitad del siglo XIX. Es la llamada ‘zarzuela grande’. Luego vendría Chapí, Chueca, Bretón, Sorozábal, Vives, Guridi, Serrano, Moreno Torroba y Fernández Caballero. Luchó por crear una ópera nacional sin conseguirlo. Como sus partituras eran más complejas y difíciles y exigían más inversión y mejores repartos, la proverbial cicatería de los productores musicales españoles colaboró a irle marginando. Se le consideraba el músico más brillante de su generación, fue afamado director de orquesta y ya sería hora de programar algo de su obra inédita.
Durante la Guerra de Sucesión a la corona española (1700-1714), mientras en la finca de un Conde tiene lugar un enredo de amoríos que por la mano de la joven María, huérfana protegida por el Conde, enfrenta a Don Carlos, sobrino de éste, con el mayordomo Sebastián. El Conde niega a su sobrino boda tan desigual de rango y decide que María se case con su igual, en el momento en que llegan foráneos, una baronesa comprometida con el conde sin conocerle, y un marqués y capitán, íntimo amigo de Don Carlos, secretamente atormentado por un juramento que le obliga a morir, y dispuesto antes a cualquier cosa para ayudar a que Carlos y María sean felices y coman perdices.
La obra va creciendo a lo largo de sus tres actos, y así lo hicieron las voces y la escenografía, hasta concluir en un acto tercero brillantísimo, -con el genial dúo de borrachos-, que te hace olvidar anteriores deficiencias. El planteamiento escénico de Emilio Sagi ha sido rescatado tras una docena de años de espera en el almacén. En su momento sorprendente, aún hoy sigue siendo ingenioso, bello, luminoso. Sólo tiene un problema, no colabora a facilitar el entendimiento de la trama, sino que al contrario, al eliminar toda referencia espacio-temporal nos coloca en un limbo artificial donde nada es como parece. Especialmente problemático es el inicio de la obra, en el que la propiedad rural de un noble se traduce en un espacio enorme y rectilíneo, blanco y rectangular, cruzado por una inexplicable plataforma ondulada, un ámbito que podría ser cualquier cosa menos ese lugar rústico que debería evocarse. Interviene un coro de aldeanos y comienzan a llegar los principales personajes, pero en sus vestimentas apenas hay diferencias entre nobles y plebeyos, señores y sirvientes. Demasiado chocante. Es un ejemplo de la tendencia actualmente dominante en los escenarios operísticos que permite al director de escena toda clase de licencias que en nada se atienen a la coherencia y buscan imágenes impactantes que sacrifican la comprensión del trasfondo del espectáculo.
Emilio Sagi, al que posteriormente hemos visto montajes más adecuados, hace un trabajo de hermosa estética funcional que conforme avanza la obra se adecúa más a la historia que cuenta. Pero el inicial distanciamiento no se disipará del todo. Menos mal que en la escenografía de Gerardo Trotti caen al rato unos árboles del cielo. El vestuario realizado por el fallecido Jesús del Pozo comparte plenamente lo que venimos señalando: original, fantasioso, bonito, pero los criados parecen señorones y el elenco, la corte de Luis XIV más que la España que pone fin a la dinastía de los Hausburgo.
Salvados los inconvenientes de la puesta en escena, vayamos a la música, toda una grata sorpresa. Aires populares diversos -incluso de muñeira- contrastan con el estilo belcantista de la mayor parte de la partitura. La partitura de El juramento, exigente y elaborada, no se limita a números separados, sino que los enlaza en secciones largas y emplea ocasionalmente temas ya enunciados con anterioridad. Junto a ello, recurre
también a la música de salón, con el dúo al piano que cantan en el segundo acto María y el Marqués, y que trae a la memoria una escena similar de El relámpago, recién programada también en este mismo teatro.
La orquestación adopta un intencionado papel secundario que la dota de menos protagonismo del que debería. El director musical del Teatro, Miguel Ángel Gómez Martínez, mantiene a la orquesta titular en un tono comedido que contrastaba con su anterior ejecución en el mismo coso bajo la batuta del invitado Juanjo Mena. Quizás pudiera y debiera ser reforzada esta partitura, tener más ímpetu y presencia, arriesgar más.
En todo caso es en las partes vocales y especialmente en las continuas y armoniosas combinaciones de voces donde la partitura de El Juramento alcanza altura comparable a las óperas notables de la época, con una larga sucesión de dúos y números colectivos que llegan hasta la intervención conjunta de seis voces y el coro que crean momentos de gran intensidad emotiva y belleza formal.
El reparto que nos tocó en suerte, de los dos que alternan las funciones, estuvo notable. Es un abanico original de voces, con cuatro personajes encomendados a voces graves masculinas: el Marqués, Don Carlos, el Conde y Peralta, frente a un solo tenor de carácter cómico, el criado Sebastián, y las dos sopranos: María y la Baronesa. Sabina Puértolas exhibió una voz cadenciosa e hizo una protagonista convincente. Más desigual nos pareció Carmen González, que es una soprano especializada en zarzuela a la que se ha escuchado en este escenario en las últimas temporadas en La tabernera del puerto, Los diamantes de la corona y La Chulapona. Ambas tuvieron su momento de gloria en sendos dos de pechos espectaculares.
David Menéndez como Don Carlos y Gabriel Bermúdez como el Marqués fueron los dos barítonos que cantaron a la protagonista pareja de amigos. Ambos tienen bellas voces, y sentimos más seguro al segundo que al primero. De los tres personajes masculinos secundarios, el experimentado barítono Luis Álvarez hizo un Conde irreprochable, el tenor Manuel de Diego de enfrentó al difícil personaje Sebastián, un sirviente que habla de tú a tu a sus señores y que está poco perfilado en el libreto, mientras que el barítono Javier Galán pechó con un Peralta que resulta el más flojo personaje.
En resumen, el conjunto de voces cumplió adecuadamente con la tarea. No ocupan el estrellato de la lírica internacional y por tanto hay que exigirles de acuerdo a su nivel y prestaciones. En su conjunto la velada resultó grata por sus significantes y significados, de contenido y forma, marcando un buen nivel para el Teatro de la Zarzuela. El público desgraciadamente apenas llenaba tres cuartas partes del aforo. Pareció encantado pero mantuvo la tradicional sobriedad en los aplausos.
La zarzuela es como la ópera cómica francesa y la opereta austroalemana, teatro musical más ligero y menos pretencioso que la melodramática ópera italiana. La zarzuela es más realista, más ingeniosa, más popular y más auténtica que la ópera italiana. A la zarzuela se iba y se va a reírse y disfrutar, a pasarlo bien; a la ópera, a sufrir en dramones demenciales llenos de asesinatos y traiciones. Sus partituras son más ligeras y cortas, puesto que están trufadas de recitativos, es decir, partes teatrales no cantadas; su duración, menor; su orquestación, adecuada a conjuntos más reducidos; las intervenciones vocales, menos exigentes. Y sobre todo, tras dos siglos de representaciones a cual más modesta y ahorradora, su repertorio ha seguido camino inverso al de la ópera, cada vez más cuidado, mejorado, engalanado y potenciado. La zarzuela es optimista por naturaleza y al mismo tiempo ácida, profunda y penetrante; la ópera es trágica en apariencia pero superficial en el fondo y por tanto nadie pretende ni considera que aporte conocimiento alguno de la existencia. La zarzuela es ópera, una gran contribución española a la ópera de todos los tiempos.
Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 8
Dirección musical: 6
Dirección artística: 6
Voces: 7
Orquesta: 7
Coros: 7
Interpretación: 6
Escenografía: 7
Vestuario: 7
Iluminación: 8
Producción: 8
TEATRO DE LA ZARZUELA
Temporada Lírica
El Juramento
Música: Joaquín Gaztambide
Libro: Luis Olona
Producción del Teatro de la Zarzuela (2000)
Dirección musical:
Miguel Ángel Gómez Martínez
Dirección de escena:
Emilio Sagi
Escenografía:
Gerardo Trotti
Vestuario:
Jesús del Pozo †
Iluminación:
Eduardo Bravo
Asesora de vestuario:
Genoveva Vidal
Ayudante de dirección:
Javier Ulacia
REPARTO
María.-Sabina Puértolas – Sivia Vázquez
La baronesa.- Carmen González – María Rey-Joly
El marqués.- Gabriel Bermúdez – Isaac Galán
Don Carlos.- David Menéndez – Axier Sánchez
El conde.- Luis Álvarez – Xavier Ribera-Vall
Peralta.- Javier Galán – Damián del Castillo
Sebastián.- Manuel de Diego – Alexandre Guerrero
Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular del Teatro
Coro del Teatro, director: Antonio Fauró.
Duración aproximada: 2 horas y 20 minutos
Introducción a la obra (en el ambigú, media hora antes de la función) Miguel Ángel Arqued
23, 24, 25, 28, 29 y 30 de noviembre y 1, 2, 5, 6, 7, 8, 9, 12, 13, 14, 15 y 16 de diciembre de 2012
20:00 horas, Domingos, a las 18:00 horas
Días del espectador, 5 y 12 de diciembre
Este título será retransmitido por Radio Clásica, de RNE, en fecha que se anunciará en www.rne.es.