Afectación en los actores y levedad en el texto convierten una buena idea y un buen montaje en poco más que hondas imágenes y soso tedio.
Volvió La Zaranda a Madrid, ese veterano y notable Teatro Inestable de Andalucía la Baja con base en Jerez y órbita internacional, y lo hizo con ‘El régimen del pienso’, una alegoría sobre el componente porcino de la especie humana y su tendencia a formar tinglados trucados de donde sacar tajada. Manteniendo su brillante capacidad escenográfica y una dramaturgia depurada y propia, amaga sin acertar en los males de su tierra -que no son, desgraciadamente, los excesos burocráticos de las grandes empresas, sino una autónoma maquinaria tumoral y corrupta que ha enterrado todas las esperanzas de progreso-, se recrea en el histrionismo y el tipismo andalú, y termina escorando una propuesta que no es un avance en la trayectoria del grupo.
Lo mejor de La Zaranda es cómo construye un espacio mágico con cuatro flexos, unos enchufes, algunas estanterías metálicas y unas docenas de carpetas archivadoras antiguas, aquellas que se usaban hace medio siglo en todas las oficinas. Lo mejor de La Zaranda son esos actores que no lo parecen, con una credibilidad que les presta tantos años a cuesta, esta vez reforzados por un cuarto componente, un señor que viene de Valladolid, se llama Javier Semprún y parece miembro de la troupe de toda la vida. Es el gran protagonista, y sus silencios estáticos y agónicos pesan más que sus intervenciones lastimeras.
Lo peor, y casi insoportable, es ese recrearse en la dicción de un texto a menudo insulso, ese lento recitar que enerva al más paciente, esa inacción sobrante. No pedimos frenesí ni activismo, pero protestamos de lo contrario pues debe haber en esto como en todo, -Lao tsé dixit-, un término medio apropiado. Se detecta autocomplacencia, el peor enemigo de los largos proyectos.
Si esa gran empresa donde ocurren las cosas hubiera sido una de las mil delegaciones superpobladas con que el gobierno autonómico ha sembrado Andalucía, uno de esos mil organismos inútiles y parásitos, bien identificado, desglosado, diseccionado y radiografiado, otra cosa cantaría. Es en la falta de sustrato concreto a la reflexión general donde radica el escapismo lamentable de la pieza, lo que la lastra, la quita vuelo y la resta fuelle por muchos coros de monjes brasileiros que se reiteren.
‘El régimen del pienso’ es pólvora mojada por más que tenga momentos de enorme dramatismo, situaciones impactantes, escenas bellas y movimientos audaces, por más que refleje un trabajo denso y serio de construcción en común. El autor del texto, Eugenio Calonge, se dobla como en ocasiones anteriores en responsable de la iluminación, y así compensa el ‘debe’ de aquel (el texto) con un ‘haber’ brillantísimo, con ese juego de flexos que es lo mejor de la pieza. Criticamos al texto en su argumento manido, pero lo debemos ensalzar en lo que tiene de recolección implacable de frases hechas, medio refranes, coletillas y recursos de nada decir hablando, con el que nueve de cada diez de nuestros ciudadanos ejercen un blablablá insoportable. También está muy bien el recuerdo de una terminología burocrática del pasado que ya no debe existir. Y es que no podemos evitar el pensar que una vez más la fácil chirigota del ‘ancien régime’ oculta la necesaria crítica del presente.
Siempre los artistas han aprovechado los males reinantes para so pretexto de denunciarlos encontrar viento a que los ice hacia arriba. Aquí parece cumplirse la regla y al final se colabora más a perpetuar los males que a encontrar salidas. Es la tradición del esperpento, es el plomo de la generación del 98, es la inercia del pesimismo de salón. No querríamos que La Zaranda, ahora que nos representa en Buenos Aires y Nueva York, se deje llevar por tales vericuetos. Kafka, Larra, Orwell, son cosas ya trilladas que responden a situaciones pasadas. El régimen del pienso actual es el tema pendiente.
Su penúltima obra, ‘Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros’, fue presentada en Madrid hace dos años justos. Entonces (ver nuestra reseña) dijimos: ‘Un gran montaje sobre un excelente texto, que de un tema tan trillado como la avidez de los allegados sobre la herencia del que va a morir, logra un espectáculo intrigante y bello que no da tregua hasta su logrado final’. Lástima no poder repetir dictamen positivo, pues esta vez una insoportable afectación en los actores y una levedad intolerable en el texto convierten una buena idea y un buen montaje en poco más que bonitas imágenes y soso tedio.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 6
Texto: 6
Dirección: 8
Interpretación: 6
Escenografía: 8
Realización: 8
Producción: 8
Programa de mano: 6
Documentación a los medios: 6
Teatro María Guerrero – CDN
‘El régimen del pienso’, de Eusebio Calonge
La Zaranda, Teatro Inestable de Andalucía la Baja
Del 18 de junio al 7 de julio de 2013
Dirección: Paco de La Zaranda
Espacio escénico: Paco de LaZaranda
Iluminación: Eusebio Calonge
Coproducción LaZaranda (Teatro Inestable de Andalucía laBaja)
y FestivalTemporada Alta.
Intérpretes:
Luis Enrique Bustos
Gaspar Campuzano
Francisco Sánchez
Javier Semprún.