Farinelli y un rey Felipe

Teatro musical de buena factura y enrevesado guión para recordar al famoso cantante castrado

Farinelli y un rey Felipe
Farinelli, el castrato del Rey Felipe - Teatros del Canal

Los Teatros del Canal en su loable línea de ofrecer teatro musical presentaron el estreno absoluto de ‘Farinelli, el castrato del Rey Felipe’, original e interesante espectáculo escrito y dirigido por Gustavo Tambascio. Lástima que un texto enrevesado y de final plúmbeo estropee un montaje notable, con buena interpretación y excelente música en directo. Todos queremos más, pero el director de escena se debería haber contentado con hacer su trabajo y encargar el texto a un guionista experto.

De esta forma se arruina una buena idea bien llevada a la escena, un buen ejemplo de teatro musical, -más accesible que la inaccesible ópera-, del que estamos tan necesitados. También Tambascio, si tanto le tentaba sentirse autor dramático, podía haber seguido una senda más sencilla, la de contar esta historia tan bonita, tan ilustrativa, tan poco conocida y tan agradecida, de forma natural, cronológica, un relato teatralizado. Ha optado por un difícil trenzado de tiempos y situaciones que avanza, retrocede, salta adelante y atrás y vuelve a saltar del reino de los vivos al lugar de los muertos, dificultando la comprensión, dando lugar a agotadoras reiteraciones, y a fastidiar el espectáculo con una interminable conversación retórica entre Felipe V y Farinelli que arruina toda la buena impresión causada en la primera parte.

Farinelli, sobrenombre por el que era conocido Carlo Broschi (Andria, 24 de enero de 1705 – Bolonia, 16 de septiembre de 1782), fue un cantante castrato italiano, uno de los más famosos del siglo XVIII, el cual bajo la instrucción de Nicola Porpora adquirió una voz de maravillosa belleza. En las óperas, regularmente cantaba papeles de mujer, como por ejemplo, Adelaida, en Adelaide, de Porpora. En 1725, Farinelli se presentó en Viena, y en Venecia el año siguiente. De poco después es una descripción técnica que le atribuía una voz de soprano penetrante, completa, rica, luminosa y bien modulada, con un rango en ese momento desde La debajo de Do medio a Re tres octavas por encima de Do medio. Su entonación era pura, su vibración maravillosa, su control de la respiración extraordinario.

Tras pasar tres años en Inglaterra, Farinelli partió para España, donde sólo tenía planeado quedarse unos meses. Tras su conexión íntima y duradera con Felipe V, fue nombrado por su hijo y sucesor director de los coliseos de Coliseo del Buen Retiro, en Madrid, y Aranjuez, y se convirtió en un gran director artístico, autor de espectáculos que impresionaron a toda Europa. Con la llegada de Carlos III, se retiró a disfrutar de su gran fortuna acumulada. Una película de 1994 volvió a colocar su nombre en candelero. Y por cierto, Tomás Bretón estrenó en 1902 su ópera «Farinelli» con libreto de Juan Antonio Cavestany. No sabemos si los padres de esta iniciativa se plantearon en algún momento rescatarla. Lo que sí sabemos es que según la biografía de Patrick Barbier es la mejor de las varias dedicadas al personaje.

El caso es que a la propuesta de Tambascio le sobran tres cuartos de hora, casi toda esa segunda parte tan parca en música y tan pesada en declamaciones. Nos parece frustrante que el autor del texto se pase dos horas anunciando un misterio oculto en el contacto diario que mantuvieron ambos personajes durante nueve años todas las noches en el dormitorio del rey, para luego dejarnos in albis. Si insinúa la existencia de una relación amorosa homosexual, debería descubrir sus cartas y sus indicios. En caso contrario, ahorrarse el tropo. Nos parece que el buscado efecto final de conexión con la actualidad, ese -más o menos- ‘¡reina de una vez, Felipe, gobierna a tu pueblo, ejerce de rey soberano!’ con don Felipe V antecesor del actual don Felipe VI subido en un podio mayestático, se llama a equívocos y parece estar proponiendo un retorno a la monarquía absoluta que nos saque de esta jaula de grillos en que se ha convertido el Reino de España.

La pieza reproduce con gracia y donosura los modos del teatro musical barroco, aunque haya dudas sobre peripecias concretas que se dan por historia cierta. Sirve de soporte para el gozo de escuchar arias de gran belleza de ese repertorio barroco más y más admirado en nuestros días. Carlos Broschi ‘Farinelli’ pasó 21 años en España abandonando una carrera de auténtica superstar, y en sus actuaciones vocales se turnan tres cantantes, los contratenores Filippo Mineccia y Konstatin Derri y la soprano Mercedes Arcuri, a cual más acertado en sus intervenciones. La música en directo que les acompaña está encomendada a un conjunto de instrumentos barrocos originales que suena palaciego y formal bajo la batuta del director musical Javier Carmena en una buena selección musical de Raúl Asenjo.

Tambascio tiene no poca experiencia como director de teatro y ópera y se apoya en sus colaboradores habituales: Jesus Ruiz, un reconocido especialista en la vestimenta barroca que aporta uno de los grandes valores del montaje; Daniel Bianco, que crea una escenografía escueta con dos paneles dorados al fondo y un reloj monumental al frente con la que contrasta quizás en demasía el recurso continuo a mesas movibles de tablero iluminado; y Felipe Ramos, cuya iluminación de claroscuro aporta intimidad y misterio.

Actores habituales en los montajes de Tambascio encarnan a las dos parejas reales: Sandro Cordero y Jorge Merino representan a Felipe V y Fernando VI. Natalia Hernández y Trinidad iglesias a sus respectivas esposas, la italiana Isabel de Farnesio y la portuguesa Bárbara de Braganza. Y Lander Otaola se encarga de ‘Farinelli’. Nada que objetar salvo el desvarío final ya señalado que a punto estar de hundir la función y la  deja muy tocada. Es cuando Cordero y Otaola se ponen a sobreactuar en unos parrafones indigestos perfectamente suprimibles.

Se agotaron las localidades en las tres funciones. Ayer domingo fue la última y el público aplaudió generoso el despliegue de arias barrocas y el buen gusto del espectáculo, sin mostrarse afectado por las piruetas argumentales y la demora en concluir esta historia enigmática, la de una dinastía que comenzó adoptando a un prodigio vocal y que tres siglos después -tras varios eclipses y retornos- ha sufrido una fuerte conmoción a causa de otros prodigios menos estéticos y más vulgares.

VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 7
Texto: 5
Música: 8
Dirección escénica: 7
Dirección musical: 7
Interpretación: 7
Voces: 8
Escenografía: 7
Producción: 8
Programa de mano: 7
Documentación a los medios: 6

Teatros del Canal – Sala Verde
Farinelli, el castrato del Rey Felipe, dirigida por Gustavo Tambascio
Tres únicas funciones, 14, 16 y 17 de enero de 2016
 
Texto de Gustavo Tambascio
Música de Nicola Porpora, Riccardo Broschi, Antonio Vivaldi, Geminiano Giacomelli,
Carlo Broschi, Johann Adolph Hasse, Leonardo Leo, Jean Féry Rebel, Domenico
Scarlatti, José de Nebra, Sebastián de Albero, Antonio Soler. 

Dirección de escena: Gustavo Tambascio
Dirección musical: Javier Carmena
Escenografía: Daniel Bianco
Vestuario: Jesús Ruiz
Iluminación: Felipe Ramos
Asesor musical: Raúl Asenjo

Reparto
(Por orden de intervención)
Felipe V de Borbón: Sandro Cordero
Bárbara de Braganza: Trinidad Iglesias
Fernando VI de Borbón: Jorge Merino
Isabel de Farnesio:  Natalia Hernández
Carlo Broschi, il Farinelli: Lander Otaola

Voces de Farinelli:
Filippo Mineccia, contratenor
Konstantin Derri, contratenor
Mercedes Arcuri, soprano

Conjunto orquestal:
Leonor de Lera, violín
Daniel Pinteño, violín
Elena Borderías, viola
Guillermo Martínez, violonchelo
Enrique Pastor, contrabajo
Asís Márquez, clave

Ayte. dirección de escena: Raúl Asenjo
Transcriptor de partituras: Vigor Kuric
Regidor: Bruno Tambascio
Repetidor: Asís Márquez
Producción: Carolina Tejeiro
Sastrería: Mónica Ramos
Maquillaje y peluquería: Sara Alvarez
Utilería: Victor Hernández
Realización de escenografía: NeoEscenogra.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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