El Prado de los franceses

Desde hoy coinciden las exposiciones temporales de La Tour e Ingres

El Prado de los franceses
Georges de La Tour (1593-1652) - Museo del Prado

Nunca había ocurrido. En nuestro sancta santorum artístico coinciden dos grandes exposiciones temporales de pintores clásicos franceses. El misterioso Georges de la Tour -última luminaria de la crítica internacional- se une desde este martes a Jean-Auguste-Dominique Ingres, quintaesencia del academicismo decimonónico, presente desde noviembre pasado. Protagonismo galo.

Georges de La Tour (1593-1652), rescatado por los historiadores de arte desde hace un siglo, es hoy día en Francia uno de sus pintores más populares, a la altura si no más, de Renoir y Cézanne. Poco se sabe de su vida, nada de sus maestros, y a pesar de una gigantesca búsqueda detectivesca en las últimas décadas, sólo existen cuarenta cuadros a él atribuidos con seguridad. Bueno, esa seguridad relativa que ayer los atribuía a pintores flamencos o a españoles, y que mañana podría volver a variar.

Porque sólo hay dos cuadros con su firma y se desconoce la fecha de casi todos. Se le reconocen dos etapas bien diferentes: los cuadros «diurnos» de la primera época y los «nocturnos» de la segunda. El primer período abarca hasta 1638, con escenas costumbristas, músicos, soldados, pícaros. Su segunda época se inicia en 1643, estampas sombrías en las que predomina una iluminación que proviene de una vela e ilumina con luz blanca o rojiza las figuras, dejando el resto en la oscuridad. Utiliza una paleta prácticamente monocroma: rojo y negro en las escenas nocturnas, blanco y morado en las diurnas. Dos períodos separados por un intermedio marcado por su estancia en París (1638-1643). Y aún el visitante podrá encontrar otra posible divisoria en su etapa diurna, una tendencia estatuaria que convierte a los personajes en muñecos de un hipotético museo de cera, más maniquíes que humanos, y otra a lo Caravaggio, a la española.

Así que vemos tres muy diferentes La Tour a simple vista. El costumbrista, el realista y el tenebrista, el que va desde los tramposos de los ases escondidos y La buenaventura, primero, a los san jerónimos penitentes y los tañedores de zanfonías, al mismo tiempo, para desembocar después en las oscuridades rasgadas por la luz de una vela que descubre a Job, a esa mujer que se expurga, a las magdalenas penitentes, al carpintero que puede ser san josé y a la joven recién parida que puede ser la virgen. Los expertos juran que es el mismo. Los profanos no terminamos de creérnoslo.

Unos y otros nos encontramos ante la mayor oportunidad nunca habida de conocer de verdad a este misterioso personaje, pues esta exposición reúne treinta y una de las cuarenta pinturas que se le atribuyen con seguridad, aunque otros le adjudican unas 70-80 obras contando copias.

En términos generales, sería el más famoso de los tenebristas franceses, influenciado directa o indirectamente por el italiano Caravaggio, y quizás también por Orazio Gentileschi. También por la escuela de Utrecht —en particular Gerard van Honthorst— . Su particularidad es que el origen de la luz es una llama, una vela, una bujía, una antorcha. Y el que presuntas escenas religiosas pueden ser simples estampas caseras, una religiosidad laica sin auras santificadoras, sin ángeles con alas. Su estilo es muy personal, sus composiciones casi geométricas, sus cuadros restringidos a los datos esenciales, sin paisajes, sin edificios, algún animalillo, algunas piedras. Solo dos de sus cuadros, como decimos, llevan fecha (Las lágrimas de san Pedro, 1645, Cleveland Museum of Art, y La negación de san Pedro, 1650, Musée des Beaux-Arts de Nantes), por lo que la cronología de su obra es pura entelequia.

El Museo del Prado justifica su interés en La Tour por exhibir en su colección permanente dos de sus obras, Ciego tocando la zanfonía y San Jerónimo leyendo una carta, lo que dada la escasez y dispersión de la obra de este lorenés, hace de la institución una de las referencias internacionales para el estudio de la obra del maestro francés. A partir de ahora lo será más, pues la exposición hará época tras las dos parisinas, en 1972 y en 1997, que lo pusieron en órbita.
 
Esta significativa presencia francesa en El Prado -Ingres por allá (ver nuestra reseña) y La Tour por acá- no sólo ilustra su francofilia histórica y actual, sino también la colaboración generosa de la Fundación AXA, creada en 1998 para desarrollar en nuestro país la política de patrocinio y mecenazgo de esta poderosa multinacional aseguradora francesa. El Grupo AXA es una de las compañías líderes a nivel mundial en el sector de seguros y la gestión de activos. Con sede en París, tiene 163.000 empleados y cien millones de clientes en 57 países. En 2011 gestionaba activos por más de un billón de euros, su cifra de negocio era 86.000 millones y su beneficio operativo 3.900. Inusual anotación económica hablando de arte, pero contextualización imprescindible en una actividad, la cultural, hoy plenamente monetarizada.

El caso es que Axa es en Francia como Mapfre aquí, que aunque le va a la zaga, resiste la comparación con presencia en 46 países, 37.000 empleados, 26.000 millones de ingresos y 845 de beneficios netos: dos potencias financieras con una liquidez extraordinaria que pueden permitirse una gran labor cultural. En lo referente a la Fundación Axa apoya también al Museo Guggenheim y el Liceo de Barcelona, y su patronato, presidido por Jean-Paul Rignault, enrola desde Plácido Domingo a Javier Solana pasando por Rodolfo Martín Villa.

‘Georges de La Tour (1593-1652)’ es sin duda un acontecimiento. Fascinará al público mientras pretende añadir un nombre más al parnaso de la pintura occidental. Para el director del Prado, Javier Zugaza, ‘es el más español de los pintores franceses’, hasta el punto de que se le confundió en un tiempo con Zurbarán, con Maíno, con Ribera. La muestra termina rotunda: en 1993 se descubrió la que quizás sea su última obra, un San Juan Bautista en el desierto cuyo cuerpo de adolescente enclenque ya no iluminan velas ni llamas sino una tenue luz divina, mientras alimenta a un corderillo y empuña una rústica cruz tan sutil como él mismo.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 8
Despliegue: 8
Comisariado: 8
Catálogo: 9
Folleto explicativo: 8
Documentación a los medios: 9

 
MUSEO DEL PRADO
Georges de La Tour (1593-1652)
Del 23 de febrero al 12 de junio de 2016
Comisarios: Andrés Úbeda, jefe de Conservación de Pintura Italiana y Francesa, Museo Nacional del Prado, y Dimitri Salmon, Museo del Louvre
Patrocinada por la Fundación AXA

Edificio Jerónimos. Sala C
La tarifa única de entrada al Museo es de 14 euros (reducida o gratuita, según lo habitual)
El horario de visita a la exposición será de lunes a sábado, de 10.00 a 20.00h, y domingos o festivos, de 10.00 a 19.00h.
Programa completo de actividades en www.museodelprado.es

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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