Parsi y Fal, puro y simple

Grandes direcciones musical y escénica para la ópera cumbre de Richard Wagner

Parsi y Fal, puro y simple
Parsifal, de Wagner - Teatro Real

Richard Wagner estuvo dando vueltas a este Bühnenweihfestspiel -festival escénico sacro- los 25 últimos años de su vida y sin duda es su obra magna; gigantesca, descomunal. El Teatro Real la ofrece con uno de los mejores montajes escénicos que hayamos nunca visto, envolviendo un notable despliegue vocal. Parsifal es una de las mejores partituras operísticas de la historia y una fallida propuesta trascendente que pretendía ni más ni menos que redimir al redentor en base a esoterismos medievales.

Ignoremos por un momento la inmensa carga de explicaciones, interpretaciones y significados que acompaña a esta piedra angular de la cultura occidental y vayamos directamente a la representación de anoche en el Teatro Real, la cuarta de las diez previstas, la primera de las dos en las que Paul Weigold empuña la batuta en lugar del afamado Semyon Bychkov. Un director maduro pero con escasa experiencia operística, que debutaba en Madrid y en Wagner ni más ni menos que con el enorme e inaccesible colofón de su música. Poco hubieran apostado por el alemán afincado en Viena frente al prestigiado ruso que ya había conseguido atención en el Real en 2011 al imponerse con autoridad frente a un desgraciado montaje de la Elektra de Richard Strauss. Pero nosotros lo hicimos y ahora nos alegramos. Fue la dirección musical de Weigold de lo mejor de la noche, y siendo la partitura y especialmente su orquestación lo mejor de la obra, tan afortunada confluencia nos permitió llegar maravillados y no por ello menos exhaustos al final de este maratón de más de cinco horas con el que Wagner quiso probar a sus seguidores, con el que temporada tras temporada públicos que quieren parecer muy cultos ponen a prueba su resistencia sin pestañear.

A Wagner no le gustaba mucho el Parzival de Wolfram von Eschenbach, hasta el punto de ‘indignarme de la incapacidad del poeta’ como escribía en 1859. Empezó a darle vueltas a enmendarle la plana y de paso aportar su mesiánica y profética visión filosófico-religiosa-espiritual al estado que juzgaba catatónico de una religión admirable, el cristianismo. Aunque no sin asustarse de la tarea desafiante: ‘¿Deberé escribir todo esto y la música correspondiente? ¡Ah! no, gracias. Que otro intente tal empresa. Yo no llevaré sobre mis espaldas carga tan pesada’. Eso dicen todos los que emprenden tareas que exceden claramente sus fuerzas y sin embargo lo hacen: ahí está el misterio de los misterios de la creatividad humana.

Él mismo escribió el libreto para no tener que culpar a nadie de sus inevitables deficiencias. Podía haberlo dejado con puntos suspensivos, tras ese primer acto absolutamente maravilloso de ciento diez minutos de asombro. Pero faltaban sus geniales conclusiones y así tenemos que discurrir por un segundo acto casi de burocrático trámite y llegar a un tercero del que salir frustrados dos horas largas más tarde.

Por supuesto que envuelto todo en música tan excelsa, las cursilerías de las muchachas flor y las peripecias de la lanza mágica, la narración inacabable de Kundry sobre la biografía del héroe o las evoluciones funerarias de los caballeros artúricos son llevaderas. Y si todo trascurre con una puesta en escena como la de Claus Guth podría haber incluso quien solicite repetir ese postre pesado del tercer acto.

Pero hete aquí que este director escénico alemán, secundado de forma admirable por el escenógrafo Christian Schmidt y el iluminador Jürgen Hoffmann, ponen en pie un entramado circular de estancias a dos niveles, de escalinatas al infierno y misteriosos portones a la nada, cuyo periódico girar mantiene viva la curiosidad del espectador hasta el mismísimo final. Sí, el uso de carpinterías teatrales de diferentes niveles girando sobre plataformas circulares para crear distintos espacios, es más viejo que tebeo; pero no es lo mismo un huevo que una castaña, y este paisaje espectral siempre cambiante, se funde con el fluir orquestal en un discurrir ilógico, ideal para representar tan demencial historia, quizás de mejor manera de la que proponía el autor con su castillo con foso y su cabaña en el bosque. Aquí se trata de un desvencijado edificio en el que agoniza una tropa herida, comandada por un jefe enfermo y en la que el veterano testigo del desastre es representado por un capellán con alzacuello y cruz colgante.

Quizás este personaje Gurnemanz, interpretado por Franz Josef Selig, sea el elemento más sólido de la pieza y así resulta en este reparto. Ya su trabajo como el Rey Marke en el Tristán und Isolda de 2014 (ver nuestra reseña) y como Rocco en el Fidelio de 2015 (ver nuestra reseña), ambos en este mismo teatro, recibieron grandes ovaciones. Junto a él, el Amfortas de Detlef Roth secundado por el Titurel de Ante Jerkunica, ofrecen acertadamente el singular contrapunto espectral que contempla la obra. Y el malvado Klingsor de Evgeny Nikitin completa este poderoso cuarteto de personajes masculinos entre los que la Kundry de Anja Kampe va tomando protagonismo hasta eclipsar a todos y convertirse en la reina de la noche. En cuanto a Parsifal, ya preveía Wagner mientras concebía su drama sacro que Amfortas hacía imposible ‘colocar a su lado una segunda figura de interés principal’, como realmente ocurre con este Parsifal, que siendo el protagonista titular, es el menos protagonista de la historia. Al tenor Christian Elsner ni siquiera le favorece esa camisola suelta que le ha tocado en suerte. Y todavía recordamos a Plácido Domingo en este papel y este teatro allá en 2001, este Parsi-Fal, esta unión de dos palabras que significarían puro y simple según nos cuenta la buena de Kundry.

El público del Real se mostró curtido y aunque los dos intermedios registraron abandonos, aguantó en bloque casi compacto y se mostró entusiasta cuando el telón bajó sobre esa sorpresiva pero aceptable escena final con la que ilustramos nuestra reseña, santo y hechicero -Anfortas y Klingsor- hermanados. Premió efusivamente como ya había hecho en las dos pausas al director musical y a la orquesta, y mostró sus preferencias por Selig y Kampe.

Wagner propone simplicidad y pureza para cumplir la tarea de la vida; añade compasión y humildad de sus lecturas budistas; y se debate en un confuso galimatías esotérico redimido musicalmente; nada en la obra propone totalitarismos terráqueos sino la realización personal por el camino de la perfección moral. Poco antes del final Parsifal aparece con inconfundible gorra Tercer Reich en lo alto de la tribuna donde se expone el santo grial y la lanza milagrosa: es el detalle fácil y sobrante del montaje.

VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 8
Partitura: 9
Libreto: 7
Dirección musical: 8
Dirección artística: 9
Orquesta: 8
Voces: 8
Escenografía: 9
Producción: 8
Programa de mano: 8
Documentación a los medios: 8

TEATRO REAL

Parsifal
Festival escénico sacro en tres actos.
Libreto de Richard Wagner, basado en el poema épico medieval Parzival de Wolfram von Eschenbach
Días 2, 6, 9, 12, 15, 18, 21, 24, 27, 30 de abril de 2016
Coproducción de la Ópera de Zúrich y el Gran Teatre del Liceu de Barcelona

Equipo artístico

Director musical  Semyon Bychkov (Abr. 2, 6, 9, 18, 21, 24, 27, 30)
    Paul Weigold (Abr. 12, 15)
Director de escena  Claus Guth
Escenógrafo y figurinista Christian Schmidt
Iluminador   Jürgen Hoffmann
Coreógrafo   Volker Michl
Director del coro  Andrés Máspero
 
Reparto

Amfortas Detlef Roth
Titurel  Ante Jerkunica
Gurnemanz Franz Josef Selig
Klingsor Evgeny Nikitin
Kundry  Anja Kampe
Parsifal Christian Elsner (Abr. 2, 6, 9, 12, 15, 27, 30)
  Klaus Florian Vogt (Abr. 18, 21, 24)
Dos caballeros  Vicenç Esteve, David Sánchez
Escuderos Ana Puche, Kai Rüütel, Alejandro González, Jordi Casanova
Seis muchachas  Ilona Krzywicka, Khatouna Gadelia, Kai Rüütel, Samantha Crawford, Ana Puche, Rosie Aldridge
Una voz  Rosie Aldridge
 
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Duración Aproximada: 5 horas
 Parte I: 1 hora y 45 minutos (105´) |  Pausa: 25 minutos
 Parte II: 1 hora y 10 minutos (70´)  |  Pausa: 25 minutos
 Parte III: 1 hora y 20 minutos (80´).

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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