Todo el tiempo del mundo

Una obra intrigante con personajes fantasmales poblando una vulgar zapatería

Todo el tiempo del mundo
Todo el tiempo del mundo - Naves del Español

A partir de la historia de mi abuelo, que, como el señor de la obra, se llamaba Flores y tenía una zapatería de señoras en la que pasé más de una tarde de mi infancia, comencé la escritura de este texto sobre el tiempo y los relatos. Si alguien tiene una experiencia de la que no hay testigos y la olvida, ¿eso ha pasado? ¿Es acaso nuestra historia algo más que una serie de relatos compartidos? Si el pasado está hecho de relatos y el futuro está hecho de deseos, ¿en qué lugar entre las palabras y las cosas está nuestro presente?”. Con esta frase el autor y director nos introduce a su obra.

Pablo Messiez nació en Buenos Aires en 1974 y se vino a España en 2008 siguiendo la estela de medio teatro porteño. Su gran éxito, al que tenemos agala no haber contribuido, es ‘La piedra oscura’, y pertenece a la zona ‘kamikaze’, la que se agrupa alrededor de Miguel Del Arco.

Es cierto que se trata de ‘una pieza bella y onírica con tintes autobiográficos, que habla sobre el tiempo y los relatos’. Es cierto que está notablemente puesta en escena e interpretada. Pero también nos parece cierto que lo que podía haber sido una pieza redonda se desgracia en la última media hora, confirmando que si empezar es difícil, terminar es complicado.

Flores es propietario de una zapatería de señoras. Cada noche, al cerrar, recibe la visita de extrañas personas que le cuentan su futuro, le revelan detalles de su pasado o llegan, incluso, a desvelar sus historias presentes. Algo sucede con el tiempo, cuando no hay testigos, que hace que todas estas historias convivan a la vez, superponiendo pasados y futuros en un presente continuo, en el que el señor Flores intentará comprender quién es. Esta sería la sipnosis oficial. Pero Flores está muerto y vaga por su zapatería intentado olvidarlo, resucitando su fantasma de recién casado y su postrero fantasma alcoholizado, resucitando el fantasma de su esposa, y el de su hija, y el de su madre, y el de su tía que figuró como su madre, sin conseguir traerse para acá al origen de la búsqueda, su abuelo, el que murió en una horrible rigidez crispada que todavía le espanta.

Como antónimo de pieza facilona, de texto corrientucho y de trama ligeruela, ‘Todo el tiempo del mundo’ tiene nuestros más sinceros elogios. Recordándonos aquella incomprendida película de Amenábar titulada ‘Los otros’, resultándonos palpable la influencia del maestro Luigi Pirandello, Messiez trabaja el tema más actual de la actualidad española, la memoria, no en su faceta política y colectiva -un fantasma ululante que con su sábana nos impide ver atrás- sino en la personal, mucho más interesante. Nuestros recuerdos de nuestra propia vida, su fidelidad a los hechos, su dispersión en sensaciones ingrávidas, su concentración en anécdotas que quizás ni existieron. Un gran texto, en fin, de esos que dan vida al teatro, que dejan huella en el espectador, que ayudan a seguir acudiendo.

Una gran producción con exquisita escenografía, un bonito marco para un notable elenco a la altura de este hiperrealismo onírico, de esta atmósfera tan real poblada de seres tan espectrales. Ni el programa de mano ni la documentación a los medios nos permiten saber quien es quién entre las cuatro actrices y los tres actores, todos brillantes en un naturalismo que reproduce la gestualidad y la forma de expresarse y comportarse de las clases pudientes de los años cincuenta. Con mención especial del protagonista, obligado a escuchar lo inesperado y a dialogar con sus recuerdos.

Es difícil que empeños tan ambiciosos como este lleguen sanos y salvos a su destino, y en la pieza de Messiez todo se complica cuando negándose a aceptar su destino a eso de la hora de duración, intenta prolongarse hasta esos 90 minutos de costumbre, mediante la larga irrupción del misterioso cliente que conocimos empapado por el aguacero y convertido ahora en borracho ocurrente con una intervención bochornosa acerca de rajas y rabos, y el monólogo final del protagonista, lo menos inspirado de la obra.

Encantadora zapatería en la que entras suavemente antes de empezar la obra, con los espectadores aún tomando asiento, ayudado de un elegante vestuario de época, en esta obra Messiez nos ayuda a mirar atrás mientras él autoanaliza su pasado, remordimientos, errores y faltas reales o inventadas. Desde ‘Muda’, su propuesta en 2010 en la Sala Padillo (ver nuestra reseña de entonces) no le habíamos olvidado. Confirma grandes dotes y ya menudean sus estrenos. Hay que estar atentos a su evolución y ojalá que elija el camino escarpado. Tiene para ello todo el tiempo del mundo.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 7
Texto, 7
Dirección, 8
Interpretación, 7
Puesta en escena, 8
Producción, 8
Programa de mano, 7
Documentación a los medios, 6

Naves del Español – Sala Max Aub
Todo el tiempo del mundo
Dramaturgia y dirección Pablo Messiez
Del 24 de noviembre al 18 de diciembre de 2016

Intérpretes:
Carlota Gaviño, Rebeca Hernando, Javier Lara, María Morales, José Juan
Rodríguez, Íñigo Rodríguez Claro y Mikele Urroz

Equipo artístico
Luces Paloma Parra
Escenografía y vestuario Elisa Sanz
Ayudante de dirección Javier L. Patiño
Dirección de producción Jordi Buxó y Aitor Tejada
Una producción de Buxman Producciones y Kamikaze Producciones

Matadero Madrid. Paseo de la Chopera 14 (Ver en Google Maps)
De martes a sábado a las 20.30h y domingos a las 19.30h.
Entradas 20€. Martes, miércoles y jueves 15€
1 hora y 30 minutos (aprox.) Sin intermedio.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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