Solsticio de invierno. Y de verano

Con una gran propuesta, Blanca Li venera a la Madre Tierra y llama a respetarla

Solsticio de invierno. Y de verano
Solstice - Teatros del Canal

Una coreografía argumental de noventa minutos, con bailarines incansables en una de las mejores puestas en escena de un espectáculo de danza en los últimos años; es la última creación de la española planetaria Blanca Li, una proeza memorable cuya visita a Madrid es un mérito oportuno de los Teatros del Canal.

‘Solstice’, estrenado hace un año en el Teatro Nacional de Chaillot de París y en plena gira por Francia, quiere plantearnos que el lugar de la especie humana en el planeta debe dejar de ser el de emperador cruel y tirano de la Tierra para verse tan solo como uno de sus componentes, necesitado de un equilibrio con la Naturaleza.

La proeza es partir de una idea tan simple para elaborar una coreografía de noventa minutos que tenga ilación y sentido, ritmo y cohesión, una unidad que mantenga la atención a través de una diversidad atractiva. Al conseguirlo con una extensión desusada y una intensidad impactante, Blanca María Gutiérrez Ortiz -de casada Blanca Li- llega a sus 54 años a la cumbre de una intensa y creativa biografía artística.

Aglutinando un equipo artístico excelente y un cuerpo de baile que integra catorce individualidades brillantes en un poderoso engranaje colectivo, este espectáculo comienza tímido y termina venciendo todos los reparos. Cada bailarín es un solista. El trabajo físico que desarrollan engloba el atletismo, la expresión corporal y muchos oficios circenses para ir más allá de la danza en una síntesis que puede resultar excesiva, desviada, heterodoxa para los puristas.  Son acróbatas, contorsionistas, equilibristas, forzudos, con toques de payasos y titiriteros, habitantes de un tiovivo musical y coreográfico, de un circo que ya no es circular, un escenario horizontal cuya carpa no es estática, está viva, hace milagros de luz y de color, muestra la variedad, poderío y magnificencia de la madre naturaleza con esa magia indispensable que nutre a los espectáculos fascinantes.

Una coreografía caliente, vital, visceral, telúrica, en la que la técnica dancística se expresa sin meticulosidad mecánica, en imperfección y variedad de seres humanos, a veces ángeles, a veces animales, jóvenes que irrumpen por una pequeña rampa en el fondo del escenario mostrando, en ropa interior casi invisible, cuerpos frágiles y poderosos al tiempo, movidos por los vigorosos resortes de sus pies descalzos. Solo caerá tierra negra y ellos harán sonar colectivamente sus cuerpos de la manera que Israel Galván ha explorado. Así llegamos al sonido; sobre la música electrotribal de su hermano Tao, que no es de nuestras preferidas, destaca la presencia dominante en escena de Bachir Sanogo, un excelente percusionista y cantante africano que da a la dimensión planetaria de la propuesta tintes demasiado africanos.

Los solsticios (del latín solstitium (sol sistere, sol quieto) son los momentos del año en los que el Sol alcanza su mayor o menor altura aparente en el cielo, y la duración del día o de la noche son las máximas. En el solsticio de verano del hemisferio norte el Sol alcanza el cenit al mediodía sobre el trópico de Cáncer y en el solsticio de invierno alcanza el cenit al mediodía sobre el trópico de Capricornio. Ocurre dos veces por año: 20 o 21 de junio y 21 o 22 de diciembre.

‘La naturaleza está cambiando y llamándonos. Las relaciones ambiguas y complejas que mantenemos con nuestro entorno han sido el punto de partida para este montaje. A medio camino entre la preocupación y la admiración, el amor y la violencia, la conservación y destrucción, ¿Cómo podemos mantener el desarrollo de nuestras civilizaciones sin agotar el planeta?’, plantea Blanca simplificando el debate con ese ‘buenismo’ cándido de los intelectuales que están en lo suyo y se permiten hablar de lo otro.

A los 12 años, esta niña granaína entró en el equipo nacional de gimnasia rítmica, aunque por motivos médicos abandonó el equipo seis meses antes de las Olimpiadas. Y debido a su necesidad de actividad física decide cambiar la gimnasia por la danza. A los 17 años se muda a Nueva York, donde se forma como bailarina y coreógrafa durante cinco años en la escuela de Martha Graham, Posteriormente también estudiará en varias otras escuelas y con Merce Cunningham. Durante esos años Blanca conoce a Etienne Li, un matemático artista del graffiti franco-coreano, que diseña los folletos de su primer espectáculo y que posteriormente se convertirá en su pareja. En 1993, se establece en París para fundar su propia compañía de danza contemporánea. Y desde entonces con compañía y sin ella no ha hecho sino acumular éxitos y experiencias variadas en la danza, el cine, la ópera, las artes visuales multimedia y hasta en desfiles de moda y presentaciones de estrellas del pop por todo el mundo. Ejemplo preclaro de esos artistas abanderados del mestizaje cultural, aunque dice que las raíces de su inspiración están la cultura árabe andaluza.

En este último jalón de su larga trayectoria, Blanca Li demuestra su valía como creadora y como líder de equipos artísticos capaces de generar espectáculos de altura. Otra cosa es que su visión y criterios los compartamos solo relativamente. Mientras llega el solsticio de invierno y se aleja definitivamente el de verano, esta pieza nos conforta.

Interés: 8
Coreografía: 8
Puesta en escena: 9
Ejecución: 9
Música: 6
Programa de mano: 4
Documentación a los medios: n/h  
                 

TEATROS DEL CANAL
Solstice
Coreografía y dirección artística: Blanca Li
31/10/2018/ – 03/11/2018
Miércoles, jueves y viernes 20.30 h
Sábado 19.30 h

Con Yacnoy Abreu Alfonso aka Chaky, Rémi Bénard, Sandrine Chapuis, Iris Florentiny, Joseph Gebraël, Genci Hasa, Yann Hervé, Aurore Indaburu, Claire Indaburu, Samir M’Kirech, Gaël Rougegrez, Lea Salomon, Bachir Sanogo, Yui Sugano, Victor Virnot

Dramaturgia y diseño de escenografía: Pierre Attrait
Vídeo, nuevas tecnologías: Charles Carcopino
Música: Tao Gutiérrez
Percusión, canto, música en directo: Bachir Sanogo
Iluminación: Caty Olive
Vestuario: Laurent Mercier
Producción escenográfica: Atelier de L’Opéra de Rouen Normandie
Gráficos por ordenador: Sylvain Decay, Thomas Lanza y Benjamin Le Talour
Ayudante de iluminación: Gilles Durand
Producción: Chaillot – Théâtre National de la Danse
Coproducción: Calentito-Blanca Li / Les Théâtres de la Ville de Luxemburgo / Opéra de Rouen Normandie / Espace Jean Legendre – Théâtre de Compiègne, Scène Nationale de L’oise En Préfiguration.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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