Pasión de Agustín (farsa trágica de García Calvo)

Circo de títeres, marionetas teatrales en torno a una cucaña

Pasión de Agustín (farsa trágica de García Calvo)
Pasión (farsa trágica) - Teatro Valle Inclán

Paradigma del ‘rebelde oficial’ -aquel que ejerce de inofensivo provocador y recibe por ello tantas lisonjas o más que nadie de los poderes fácticos por ocupar un puesto tan necesario en el tinglado actual de la farsa social- Agustín García Calvo (1926-2012) fue un catedrático muy versado en lenguas clásicas y gramática, que escribió mucho, se rodeó de entusiastas seguidores y tertulias, y en general fue sobrevalorado más por su aureola antifranquista – expulsado de la cátedra y exiliado al final del régimen anterior- que por su obra literaria, sistemáticamente recompensada (premio Nacional de Ensayo en 1990, de Literatura Dramática en 1999, y de Traducción en 2006).

‘Pasión (farsa trágica)’ se publicó en su propia editorial en 2006 y se estrenó póstumamente en 2013 en su ciudad; la escribió en un verso de estructuras rítmicas del teatro griego (trímetro yámbico, anapestos, tetrámico trocaico cataléctico…) y en sus propias palabras ‘alude a la vez a la pasión por el Deporte y el ascenso del Hombre a su realización suprema, no sin una referencia velada a la Pasión del propio Hijo del Hombre’. Un campeón de ascenso de cucaña (tradicional deporte en desuso y nunca olímpico) está a punto de conseguir su trofeo más preciado y convertirse en ‘héroe nacional, del progreso, del valor y de la raza’. Pero duda y desfallece en las últimas horas entre su madre, su novia y una mujer de la calle que resulta ser su prima, mientras las fuerzas vivas le convierten en héroe antes de tiempo.

Según el detallado análisis de Carlos Coca, utiliza recursos de la gran tragedia clásica, con un lenguaje cuidado pero intencionadamente adaptado a nuestro tiempo. La sátira es el elemento más destacado e invita al receptor a reírse y cuestionar el orden existente. Los himnos y las canciones aportan cierta solemnidad, aunque terminan conduciendo a lo absurdo; las pausas en la acción se suceden de escenas intensas y no predecibles. Todo es relativo, hasta la figura central del héroe trasmuta a anti-héroe con facilidad, la cucaña es la gran mofa de un ídolo cuya máxima aspiración es trepar a lo más alto de un palo manchado de grasa. Los diálogos son inesperados, absurdos con frecuencia, pedantes y repetitivos, algunos personajes emulan lo valleinclanesco, pero a nadie parece importarle lo más mínimo, en una sociedad sin ideas y terriblemente rutinaria. La estructura es lineal con una disposición sin incidentes, ni frecuentes regresiones que desemboca por último en un final trágico y a la vez subversivo, con el discurso de Marga expresando todo aquello que el autor ha querido decir directamente.

Una visión más crítica hablaría de una propuesta decrépita, ya obsoleta en el tiempo que fue escrita y no digamos actualmente, de argumento infantil y personajes acartonados, toda ella metáfora gastada, crítica manida y superficial, de la que solo se salva el buen uso del vocabulario castellano y un cogollo central formado por las escenas de la catastrófica cena familiar y las angustias de la víspera nocturna, descontando la desabrida escena de sexo violento y frustrado que el autor o la versionista colocaron en medio de ambas secuencias.

Transida de admiración por su maestro -‘Para mí, Agustín era un Sócrates contemporáneo-‘, Ester Bellver es la artífice de esta reposición. Lleva la farsa a sus extremos más caricaturescos, empujando al reparto a exagerar continuamente en griterío (¡microamplificadores en una sala pequeña!) y gesticulación, escenificada a modo de pista circular circense, rodeada de camerinos en los que los actores cambian continuamente de vestuario, un alucinante despliegue de variopintos ropajes que es lo mejor del montaje junto con las retahílas musicadas.

Una farsa trágica muy endeble para durar noventa minutos, con moralejas tan prosaicas que hacen dudar de la validez intelectual de la propuesta. El reparto está desigual, condicionado por lo que no es sino teatro de marionetas a escala humana. José Troncoso es ese protagonista desvaído al que solo algunos gestos humanizan y cuyo drama existencial no encuentra expresión adecuada; es secundado por los personajes más histriónicos e insoportables de la pieza que son el Padre del Pueblo y sus dos ministros, un reparto masculino caricaturesco en el que solo se salva sin dar gritos ni hacer carantoñas el Yoni de Asier Tartás. Ellas están mejor: Rosa Herrera consigue hacer creíble a Marialba y Lidia Otón se diversifica bien en sus dos papeles, especialmente en esa plasta materna que augura e incluso predispone el desenlace, mientras que Charo Gallego mejoraría menos esperpéntica. La farsa termina en tragedia, pero el disparate no consigue cerrarse sino con la sempiterna moraleja del poder malvado y su irresistible atractivo hasta para los que lo demonizan.

García Calvo tuvo la suerte de ver antes de morirse algo parecido a lo que fueron sus ideas. ‘Todos los días os cambian la vida por futuro’ les dijo megáfono en mano a los jóvenes reunidos en la Puerta del Sol durante el 15-M. ‘Os dicen que tenéis mucho futuro. Para el poder futuro significa muerte’. Era un ácrata bien casado y con cinco hijos, un nihilista en buena posición económica, un excéntrico académico de aspecto extravagante. Sus últimos libros llevaban en portada su nombre y apellidos entre signos de interrogación, y según Bellver trató de devolver al teatro la prosodia perdida y hacer patente la guerra de tiempos que se da entre la realidad y la representación, obligándonos a quitarnos las máscaras’. Con menos ampulosidad retórica, ‘Pasión’ se habría ajustado mejor a lo que en realidad es, una fábula infantil.

Amancio Prada y Antonio Selfa cantaron sus poemas, quizá lo mejor de su legado: ‘Libre te quiero, como arroyo que brinca de peña en peña. Pero no mía. Grande te quiero, como monte preñado de primavera. Pero no mía. Buena te quiero, como pan que no sabe su masa buena. Pero no mía. Alta te quiero, como chopo que al cielo se despereza. Pero no mía. Blanca te quiero, como flor de azahares sobre la tierra. Pero no mía. Pero no mía ni de Dios ni de nadie ni tuya siquiera’.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 5
Dirección, 6
Puesta en escena, 7
Interpretación, 6
Producción, 7
Programa de mano, 7
Documentación a los medios, 7

CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL
Sala Francisco Nieva, Teatro Valle-Inclán
Pasión (Farsa trágica)
Texto: ¿Agustín García Calvo?   
Dirección: Ester Bellver
Del 26 de abril al 5 de mayo de 2019

Reparto (por orden alfabético)
Fulana   Charo Gallego
Padre del pueblo  Felipe Garcia Vélez 
Agente 2 / Marialba  Rosa Herrera
Ministro 1 / Juez 1  Daniel Moreno
Marga / Juez 2  Lidia Otón
Agente 1 / Ministro 2 José Luis Sendarrubias 
Yoni    Asier Tartás Landera
Enrique   José Troncoso
 
Equipo artístico
Escenografía y vestuario Pablo Menor Palomo
Iluminación    Jesús Almendro (AAI)
Música   Pablo Cediel 
Asesor de verso  Roberto García Tomé
Ayudante de dirección Laura Velman
Fotografía   marcosGpunto
Diseño de cartel  Javier Jaén

Producción Centro Dramático Nacional
Un proyecto de investigación dramatúrgica del Laboratorio Rivas Cherif
Horario: de martes a domingo a las 18h.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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