El frente norte en invierno

Como hago todos los días he sacado a pasear a Bolita, mi schnauzer enana, y me he acercado al mirador desde el que se ve la playa de mi pueblo.

Tras cuarenta años volando no puedo evitar mirar, como si fuera un radar, a los aviones que pasan por encima en despegue o aterrizaje, y justo han pasado dos Airbus A-320 seguidos entrando por el superpuerto en aproximación a la pista 12 del aeropuerto de Bilbao, con un ventarrón fuerte y racheado del sur.

El primer meneo gordo se lo han llevado al pasar a sotavento del monte Serantes, que está justo encima de Santurce, tiene 400 metros de altura y con vientos fuertes del sur deja unos remolinos bastante desagradables, como sabemos bien los que nos hemos ganado la vida volando y conocemos lo que es entrar en Bilbao con viento sur fuerte. A partir de ahí y hasta donde les perdía de vista, ya muy cerca de la pista, los aviones iban dando cada vez más botes al pillar los remolinos que producen los montes de La Arboleda y de Archanda. Supongo que habría una legión de aficionados cerca de la cabecera de la pista grabando el show en vídeo, pues hoy en día no se escapa nada ni nadie de los teléfonos móviles.

Lo anterior me recuerda a lo entretenidos que eran los inviernos en el frente norte: Vigo, La Coruña, Santiago, Asturias, Bilbao y San Sebastián. La verdad es que lidiar con los temporales de invierno o con el viento sur en la cornisa Cantábrica estaba mal pagado, se lo juro por snoopy. Además el famoso «Bilbao con viento sur» te podía tocar en cualquier época del año. Y tarde o temprano te tocaba, claro.

Mi gran frustración fue que nunca traje de pasajero en uno de esos fregados al consejero delegado o al presidente de la compañía, que como era costumbre en épocas conflictivas demostraban gran soltura en poner a parir a sus pilotos en prensa, radio y TV: éramos unos señoritos que ganábamos demasiado. En fin, nada nuevo. Pero qué lástima que no vinieran con nosotros, porque cuando depositábamos el avión en el suelo con mucho cuidado, sin romper nada y con todos los tripulantes y pasajeros sanos y salvos era habitual escuchar los aplausos de los pasajeros -esto es, una vez que se atrevían a soltar las manos, con los nudillos blancos, de los reposabrazos-, pasajeros que a buen seguro poco después contarían a sus familiares y amigos, exagerando un poco, que habían vuelto a nacer. La de veces que habré escuchado la batalla, lógicamente exagerada cada vez más, porque es raro el pasajero bilbaíno que no le ha tocado alguna vez la china y, todo sea dicho, en Bilbao tendemos a exagerar un poco.

El caso es que cuando salíamos a despedir al pasaje era fácil comprobar que teníamos una legión de conversos, nuevos fans de los señoritos del SEPLA, dándonos las gracias casi con lágrimas en los ojos. Por no hablar de los besos con tornillo que nos daban las señoritas más macizas del pasaje, pero esto último por favor que no salga de aquí. Y después de los besos con tornillo, la mayoría del pasaje procedía a besar el suelo, como suele hacer el Papa cuando se baja de un avión.

Así era, y sigue siendo, el frente norte en invierno. Pero estarán de acuerdo conmigo en que a pesar de que a veces las cosas se ponen un poco feas nunca rompemos nada, que para eso nos pagan. Además nosotros también vamos en el avión, somos muy prudentes y sabemos lo que hacemos. Así que por favor no se cortan lo más mínimo, les aseguro que están en buenas manos y pueden volar con toda confianza.

Ah, ¿que les parece que este bilbaíno también ha exagerado un poco? Pinchen en youtube “aterrizajes en el aeropuerto de Bilbao”, hay un montón, por ejemplo este. Ya verán lo entretenidos que son los vídeos.

Dicho lo anterior, señores pasajeros, el comandante les desea un buen vuelo y que tengan un feliz año.

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Autor

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

Enrique Zubiaga

Soy un aviador vasco que he visto mucho mundo y por eso puedo decir alto y claro, y sin temor a equivocarme, que tenemos un país increíble y que como España en ningún sitio.

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