La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Políticos católicos y aborto

Portadas, magazines, señales horarias con sus informativos al hombro. Ellos nos cuentan el estado nacional y universal. Como todos los días, aunque cada particular es diferente. Por estos lares, indudablemente, la noticia del día es que los bandidos totalitarios de siempre han vuelto a hacer lo único que saben hacer: matar. ¡Maldita sea ETA y los que se niegan a condenarla!

Pero hasta que este horrendo asesinato ha acaecido, de lo que se hablaba –tampoco se puede olvidar que hoy es el triste día en que ha muerto Vicente Ferrer, el hermano de los pobres en la India– es de que los obispos han recordado a los políticos católicos su deber moral de oponerse al aborto. Pese a que más de uno se mosquee, es lo normal, lo de siempre, lo coherente. Y sólo deben sentirse interpelados los que así lo sientan en conciencia. Otra cosa, bien diferente, es que haya mucho político que presume de católico ante este sector del electorado por el simple hecho de condenar el aborto. Y la culpa la tienen muchos católicos que parecen contentarse con esa actitud para decir si un político es o no concordante con su fe. No le exigen más. La cuestión del aborto es importantísima, pero ¿y la actitud ante los inmigrantes que llegan desesperados a nuestro país? ¿Y las políticas económicas y sociales que se despreocupan absolutamente con los que menos tienen aquí y en otros países dependientes en buena parte de nuestras acciones?

A lo largo de la campaña por las elecciones europeas, en ciertos foros se habló bastante de los “partidos católicos”. Así, muchos parecían relamerse con Alternativa Española (AES). Sin embargo, viendo los acercamientos que ha tenido en años precedentes con partidos como Democracia Nacional (baluarte de la xenofobia, con lemas carcundios como ‘Los españoles primero’), cabe preguntarse cuál es su verdadera política social, aparte de la moral. Por cierto, ¿no son hermanas, o al menos primas hermanas? A demasiados parece no importarle.

Me cansan los que imponen este lema: ‘Un católico no puede votar al PP porque es abortista. Un católico no puede votar a UPyD porque es abortista’. Por tanto, ‘Sólo puedes votar a partidos provida’. Y yo me pregunto: ¿Cuáles son esos partidos? ¿Democacia Nacional, AES, las distintas Falanges? Si es así, me gusta ese postulado suyo en ese aspecto concreto. Ahí les apoyo. Pero, ¿y el resto de sus posicionamientos? Yo no quiero votar a gente que es irrespetuosa con el que no piensa como ellos, hasta el punto de despreciarlo. En muchos de esos foros se oye hablar de “acabar con maricones, moros y negratas”. Afortunadamente, creo que la mayoría no piensa así. Muchos, de corazón, habrán votado a esos partidos considerando que así eran coherentes con su fe y que defendían de ese modo la cultura de la vida.

Pero es que la vida no acaba con su inicio. La vida ha de ser digna. Y no hablo del derecho a morir dignamente, que nadie lo entienda mal. Hablo de que los políticos deben mirar por y para todos. Y entre esos “todos” están los inmigrantes sin papeles, los homosexuales y heterosexuales con sida, los de otra raza y religión que están en el paro, los vagabundos, los drogadictos, las prostitutas… La gente de la que se ocupan Cáritas y muchas otras instituciones católicas, cristianas, religiosas y humanistas en general. El “problema” es que ellos no se presentan a las elecciones. Y hacen maravillosamente bien, por cierto. Sí hay partidos que merecen la pena, aunque con un perfil propio. Sain y Por Un Mundo Más Justo (PUM+J) son claros ejemplos. Pero no son partidos para gobernar; son simples testimonios, una voz para influir en los que ocupan el poder.

Hasta que esto cambie, nadie me va a hacer sentirme menos católico si decido votar al PP o a UPyD. Cada uno con sus circunstancias, ambos optan porque no se toque la actual legislación sobre el aborto. Yo creo que este conjunto de leyes sobre el tema es muy malo, porque bajo el presupuesto de los problemas psicológicos se entra en la trampa del aborto libre. Ahí, no estoy de acuerdo con ninguno de ellos. Entre otras cosas, porque estoy radicalmente en contra del aborto en todos sus presupuestos. Por eso seguiré confiando para esta cuestión en gente de buen corazón, muchos de ellos (no todos) gente de Iglesia, que lucha por la vida escuchando y acompañando con amor y sinceridad a las mujeres que están pensando en abortar.

Para la política, como opciones de influir activamente en el gobierno de España, por ahora me sigo quedando con partidos como el PP o UPyD, quienes, con sus luces y sombras, concuerdan más con lo que quiero para mi país en todos los grandes temas. No creo incurrir en ningún pecado por ello.

En definitiva, que estar en contra del aborto no sea la justificación para poder significarse tranquilamente como un partido xenófobo, integrista y antidemocrático… con sello de buen cristiano.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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