La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Autopsia y baño de realidad

Creo que me engañaba cuando me decía a mí mismo que si hace dos semanas que no escribía aquí (y sólo he hecho tres artículos en todo noviembre) es porque no tengo tiempo. Es verdad, pero no toda la verdad. Lo único cierto es que si he pensado en escribir sobre las filtraciones de Wikileaks, las elecciones catalanas, las contradicciones de algunos carcacatólicos que atacan a la figura del Papa con la intención de defenderle o la terrible humillación que anoche infringió el Barça a mi Madrid…, y no lo he hecho, ahora me doy cuenta, es porque no tengo nada que decir. Sí, puedo decir muchas cosas (hasta ahora las he dicho, y tal vez, mañana o dentro de un mes, las seguiré diciendo), pero nada realmente novedoso, con un mínimo de ingenio. Y para escribir sin crear, mejor no escribir.

Desde hace muchos meses lo venía sintiendo, sabiendo. Pero sólo ahora lo veo meridianamente claro. Nunca pensé realmente (porque soñar sí, es gratis y yo soy de un optimista ingenuo) que podía llegar a escribir algo verdaderamente bueno. Largo, complejo y bueno. Me faltan imaginación, capacidad y conocimientos. Pero antes, al menos, me consolaba intentando formular retazos, destellos de pequeñas historias. Me he metido en todos los charcos: he opinado sobre los más diversos temas y me he inventado relatos de distintas formas y tipos. Siempre llega, afortunadamente, el día en que te das cuenta de que todas esas palabrerías son una mierda. No añaden nada, no innovan ninguna opinión, fórmula o situación. Son basura. Y es entonces cuando sabes que has tenido pretensiones muy por encima de tus posibilidades. Y te sientes ridículo…

La verdad, no sé por qué escribo esto hoy. Sólo sé que me siento triste. Pero también aliviado. Al fin reconozco lo que hace ya mucho tiempo pensaba y no admitía del todo: no transmito nada especial con lo que escribo. Y jamás podré hacerlo. Porque soy, simple y llanamente, normal.

Eso sí, apagado el faro de ilusiones, sueños y esperanzas literatas, ahora me sentiré menos mal cuando me quiera creer que no tengo tiempo para escribir. Ya no hace falta. Como decía, para escribir sin crear, mejor no escribir.

Aunque seguiré escribiendo. Sí, así de imbécil e inconsciente soy. Porque, pese a todo, plasmar ideas (romas, pero ideas) en una hoja en blanco es una de las cosas que más me gustan en esta vida. Y ya estoy en paz.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Lo más leído