Es horrible. Todos los once de marzo son especiales. Desde hace siete años, millones de españoles recordamos la tristeza y el dolor que ese maldito día nos ocasionó la sinrazón fundamentalista. Pero hoy el recuerdo ha sido aún más duro.
No podía ser otra fecha… Todos los días del año ocurren desgracias. Pero no una tan grande y concentrada en el mismo sitio. Hace unas horas, la tierra y el mar han lanzado un manotazo desgarrador y brutal en Japón. Se habla de casi 90.000 desaparecidos. Los muertos ya se cuentan por centenares. Por ahora. ¡Maldito once de marzo!
En estos momentos, viendo las imágenes y escuchando los sonidos de la desgracia, sólo cabe el sentimiento de incredulidad. Y el rechazo. Al “no puede ser” se une el “esto es injusto”. Pero aquí no caben las preguntas. No hay culpas. No hay culpables. Sólo hay luto.
Sólo cabe el silencio. Y, para quien así lo sienta, la oración. Rezo desde aquí al Dios que, estoy seguro, sufre con el dolor de sus hijos. Él no ha podido permitir esto. Él, como nosotros, también llora en este once de marzo de luto.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
