La Reina Isabel II está siempre bien rodeada de trabajadores pendientes de contentarla y mantener el día a día de su morada.
Tras toda una vida en el Palacio de Buckingham, hemos escuchado cientos de historias acerca de los empleados de la que fuera la mujer de Felipe de Edimburgo. Cuesta olvidar el luto que guardó al conocerse el fallecimiento de su ama de llaves, Annette Wilkin.
Esta vez, la Reina Isabel II quiso tener un generoso gesto con un operario que se había desplazado hasta Palacio, por lo que le ofreció una taza de té. Lo que jamás se hubiera esperado es la desvergonzada respuesta que este le dio:
«Sí. Lo quiero en una taza y con dos azúcares. No quiero ninguna de esas tonterías que me pusieron la última vez que estuve aquí, toda esa porcelana fina y todo ese platillo».
El hombre, que se encontraba de espaldas cuando hizo el mandato, no advirtió que con quien hablaba era con doña Isabel II, que le contestó sin titubear:
«He puesto su té sobre esta mesa».