LA DIVA

Liz Taylor: La belleza salvaje sin depilar

Una actriz de Oscar con las garras siempre afiladas

Hace una década ya, que despedimos a Maggie La Gata.

Ella era la quintaesencia de una estrella, el último -con permiso de Sophia Loren– de los mitos de Hollywood, con una vida tan turbulenta como grandiosa era su belleza y salvaje su talento.

Elizabeth Taylor, una actriz de Oscar con las garras siempre afiladas

  • 1. Elizabeth Taylor, nació en Londres, pero poco antes de la Segunda Guerra Mundial su familia regresó a Estados Unidos. Por eso Liz tenía doble nacionalidad: la británica y la estadounidense.
  • 2. Ganó tres Premios Oscar (uno de ellos honorífico), cinco Globos de Oro, tres premios BAFTA y el David de Donatello.
  • 3. Sus ojos, tal como los de la mítica Cleopatra -la reina egipcia que alguna vez personificó- sí eran de color violeta
  • 4. Su llegada al mundo artístico no fue por voluntad propia; desde muy pequeña su madre la llevó a grabar comerciales y a participar de extra en películas. Por eso Liz decía que ella nunca quiso ser actriz, sino que su amor por la actuación le fue impuesta por su madre.
  • 5. Cuando tenía 14 años participó en la película El coraje de Lassie, una de las tantas cintas que se grabaron de las aventuras de este perro, que posteriormente tuvo algunas series.
  • 6. Su gran rival de la pantalla grande fue Marilyn Monroe -sobre todo a fines de los 50′s- pese a que se especializaron en papeles distintos; Taylor optó por los roles más dramáticos y Monroe lo hizo en los que destacaba su faceta de sex symbol.
  • 7. Su título de diva del cine quedó marcado con su participación en la película más cara de la historia, hasta ese entonces: Cleopatra (1963). Gracias esta película, Elizabeth Taylor fue la primera actriz que firmó un contrato por un millón de dólares. Además, en su rodaje conoció al más grande amor de su vida, el actor Richard Burton.
  • 8. A raíz de su romance con Richard Burton, mientras ambos estaban casados, un periódico del Vaticano la acusó de “vagar erótico”.
  • 9. Estuvo casada ocho veces: Su primer marido fue Conrad Nicholas Hilton, luego vieron Michael Wilding, Mike Todd y Eddie Fisher (por el que se convirtió al judaísmo). En el rodaje de Cleopatra conoció a Richard Burton (con quien estuvo casada dos veces, luego de una separación), después se unió a John W. Warner (este matrimonio la llevó al alcoholismo) y por último se casó con Larry Fortensky.
  • 10. Fue muy amiga del también fallecido “Rey del pop”, Michael Jackson. De hecho, ella fue la primera persona en llamarlo así en una entrega de premios. Siempre fueron muy unidos, basta con recordar la canción que Jackson le escribió para su cumpleaños, llamada Elizabeth I love you.

UN RELATO EN PRIMERA PERSONA

El año 1973 fue «el de Liz Taylor«, como siempre se ha recordado.

Instalada en el hotel María Cristina se pasó las horas abusando de la bebida y de las medicinas que tomaba. Así es que llegó la hora de dirigirse al mencionado teatro, distante sólo a cincuenta metros… y no podía mantenerse casi en pie.

Hora y media más tarde hizo su entrada triunfal en donde la esperaba un público encrespado por la intolerable impuntualidad de la diva, que iba bellísima, con una túnica verde que le cubría la cabeza.

Pasados unos minutos del incidente, acallados los pitos y gritos, subiría al escenario, pidió perdón y acabó siendo aclamada como lo que era: una diosa del cine.

Había estado el periodista junto a ella cuando llegó la víspera. Y volví a contemplarla esa noche de fiesta, en el Ayuntamiento.

Se detuvo donde yo estaba, casualmente. Fijé mi vista, a sólo medio metro, contemplando no sin sorpresa que no se había depilado el labio superior, que la pilosidad cubría parte de su hermosa faz.

No fue ninguna alucinación, aunque preferí seguir mirando sus tantas veces alabados ojos color violeta.

En cambio, cuando un año después aterrizó Sofía Loren, pudimos comprobar su sencillez, sin crear ningún tipo de problemas durante el día y medio que permaneció en el Festival, para promover un filme que rodó con Richard Burton, también allí presente. Crucé unas palabras con Trevord Howard, quien me confesó haber recomendado al director de El tercer hombre para que la música fuera compuesta por su amigo, Anton Karas y su cítara.

Este gran actor británico llegó al teatro Victoria Eugenia a presenciar su película notablemente alegre y se pasó toda la proyección durmiendo.

Almorcé un día con Lee Strasberg, director del famoso Actor´s Studio, quien me refirió que uno de sus alumnos más aventajados fue Marlon Brando, y otro, James Dean «que era un chico atormentado, tímido, que se pasaba las clases tan silencioso en su pupitre como inquieto».

 

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