Todo tiene su pros y contras. En cualquier caso y aunque estés asustado al ver como crece el ‘cartón’ en tu cabeza, este es un asunto que no se puede decidir a la ligera.
Es normal que la mente se nuble y se tomen decisiones equivocadas cuando la línea de nacimiento del cabello retrocede hasta la coronilla.
Cuando en el peine o el cepillo cada día aparecen más pelos, el personal se asusta mucho.
Solo así se explica el considerable aumento de viajes a Estambul para realizarse un trasplante de pelo barato, una decisión que conlleva más riesgos de los que te enumeran en los folletos publicitarios.
Estas cirugías low cost están subvencionadas por el gobierno turco para fomentar el turismo, pero el precio inicial del tratamiento suele incrementarse por los gastos de estancia del paciente, llegando incluso a duplicarse si este va acompañado.
Eso no es lo esencial. En Turquía te injertan 1.000 unidades foliculares por entre 2.000-2.500 €, mientras que aquí en España el montante ronda los 6.500 € por 3.000. Así que tampoco es que el ahorro sea como para tirar cohetes.
Otro factor importante es que en Turquía se saltan muchas veces el principio básico de libre elección de médico. Los pacientes son destinados a un centro predeterminado, que puede ser bueno o no, y sin trato previo ni contacto posterior.
Y lo peor de todo es que, al regresar a España, si surge cualquier problema, el cirujano que hizo el injerto está muy lejos para poder solucionarlo. Concretamente a 3.500 kilómetros.