Olimpia Coral Melo intentó suicidarse en tres ocasiones cuando se hizo público su video sexual

Pornovenganza: «Pasé de ser la ‘gordibuena’ del video sexual a que aprobaran una ley con mi nombre»

El caso ha dado la vuelta al mundo. Olimpia Coral Melo Cruz tenía 18 años cuando un video sexual acabó con su reputación de «niña promesa».

Todos en su pequeña ciudad, Huauchinango, en Puebla, en el centro de México, hablaban del video en el que ella salía desnuda.

La conocían como «la gordibuena de Huauchinango», una forma despectiva de definir al cuerpo de una mujer con curvas.

Su novio, con quien llevaba seis años y con quien había hecho el video, pero que no se identificaba en el mismo, negó que fuera él quien lo divulgó.

Olimpia se encerró en su casa por ocho meses e intentó suicidarse en tres ocasiones, como relata Ana Gabriela Rojas en BBC.

Pero, después de un largo proceso, entendió que ella era la víctima de un tipo de violencia, aunque tardó en identificarla.

Estudió sobre el tema y escribió una iniciativa de ley.

Ahora, respaldada por mujeres de todo México, ha logrado que la ley de delitos contra la intimidad sexual, conocida como «Ley Olimpia», se aprobara en 11 de los 31 estados de México.

Y está siendo discutida en la capital del país.

Olimpia Coral Melo Cruz.

Esta es su historia contada en primera persona:

  • Cuando tenía 18 años grabé un video sexual con un novio con el que llevaba seis años.
  • No sé cómo ese video, en el que se veía mi cuerpo desnudo pero no se identificaba a mi novio, empezó a pasarse por WhatsApp.
  • La gente hablaba de mí. Y mi novio me dejó sola. Negó que era él porque le daba vergüenza.
  • Así la gente empezó a especular con quien me acostaba.
  • Un periódico local se vendió como pan caliente con una portada en la que decían que yo, una chica que tenía futuro, «estaba quemada en las redes sociales». Lucraron con mi cuerpo.
  • Cada día me llegaban a mis redes sociales solicitudes de hombres que me pedían sexo.
  • Me empezaron a llamar «la gordibuena de Huauchinango». Y después, cuando el escándalo se hizo más grande, «la gordibuena de Puebla».
  • Sentí que mi vida había terminado. Me encerré en mi casa durante ocho meses y no me atrevía a salir.
  • Era muy joven y no sabía a quien acudir, cómo denunciar.

¿Cómo afectó a su vida la divulgación del vídeo?

Todo el tiempo te dicen que eres la puta, la zorra y toda la vida las mujeres evadimos esas situaciones, pero cuando además usan el vídeo para decirte eso, no sabes cómo defenderte. Te sientes culpable. No me daba cuenta de que era víctima. Te avergüenzas de tu piel, de tu cara, de tu nombre. Te odias.

¿Cuándo entendió que no era culpable?

Cuando mi madre me dijo: «Todas cogemos (tenemos sexo). Yo cojo, tu hermana coge. Eso no te hace mala persona porque no has robado ni matado a nadie». Ese apoyo fue un privilegio porque muchas mujeres que incluso han sufrido violaciones son rechazadas por sus familias, las sacan de casa.

Una muestra del machismo en México.

Vivimos en un país en que pareciera que las mujeres no tenemos derecho al placer. En un México tan machista, las mujeres no podemos tener placer, las mujeres servimos como objetos, cosas sexuales y fábricas de bebés. No somos dueñas de nuestro cuerpo. Me han escrito comentarios como: «Si no quieren que las exhiban, ¿para qué cogen?», entre los miles de insultos.

Después de esa superación interna, vino la pelea por convencer a las autoridades.

Sí. La primera vez que salí de casa fue para denunciar ante la Fiscalía. Fue una tortura aguantar que todos cuchichearan en la oficina, me sentía desnuda. Se juntaron en el despacho varios policías, demasiados, y me pidieron mostrar de nuevo el vídeo. «Si no han abusado de ti, entonces no hay nada», me dijeron. El Estado reforzó mi culpabilidad y yo volví a creerlo, hasta que vi que no era la única. Había miles de mujeres exhibidas en redes por altas, bajas, por su cabello, hasta la foto de una chica con Síndrome de Down que le escribían «tiene un culote para que me la coja». Los hombres se sentían impunes para herirlas. ¿Cómo eso no podía ser delito?

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