… que termina devaluando también la persona humana, de modo que «si una noche de invierno muere de frío un mendigo aquí cerca en la Plaza de Octaviano, o si mueren niños, no es noticia». En cambio, «si se rompe un ordenador es una tragedia, y si la bolsa baja un diez por ciento es una tragedia».
En esa cultura del desecho, «se termina desechando a las personas. Se deja de respetar la vida, sobre todo si es pobre o incapacitada, o si todavía no es útil, como el niño que va a nacer, o si ya no sirve, como el anciano».
El Papa invitó a poner fin a la cultura del derroche y a apoyar el objetivo de Naciones Unidas de «erradicar la destrucción de alimentos», una enseñanza que aparece ya en el pasaje evangélico de la multiplicación de los panes y los peces.
Como al final sobra comida, Jesús ordena que la recojan «y llenan doce cestas, un número que simboliza las doce tribus de Israel, que simboliza a todo el pueblo».