¡No hay fallas sin los bunyols de carabassa o buñuelos de calabaza!
Desde la Edad Media, se elaboran buñuelos en la ciudad del Turia, pero aún no eran de calabaza, esta fruta llegó de América en el siglo XVI gracias a los conquistadores españoles.
La calabaza tiene pocas calorías (solo 15 por ración de 100 g) y aporta vitaminas como la A, la C o la E.
En otro artículo de Periodista Digital hicimos torrijas, un postre tradicional de Semana Santa, hoy buñuelos de calabaza, un postre típico de Valencia.
¿Desde cuándo se preparan buñuelos de calabaza en Valencia?
La masa de buñuelos se elabora en Valencia desde la Edad Media, (476-1453), especialmente en la época de Cuaresma, pero aquellos primeros buñuelos no llevaban calabaza., esta fruta llegaría siglos después, en el XVI gracias a los conquistadores españoles, junto a otros productos como el tabaco, el chocolate o los tomates.
En Valencia era tradicional tomar buñuelos (sin calabaza) y aguardiente. A partir del siglo XVIII, cuando el cultivo de la calabaza se fue extendiendo su uso llegó a la cocina.
Al ser tan dulce la calabaza se prestaba a recetas de repostería. De hecho estos buñuelos no llevan azúcar añadida, en su elaboración. Solo se añade —al gusto del comensal—, al final espolvoreada a la hora de servir.
¿Qué nutrientes aporta la calabaza?
Esta fruta es comestible por entera, la piel, las hojas, flores, pulpa, semillas y tallo.
Según la Universidad de California, los científicos creen que las calabazas se originaron en América del Norte hace unos 9.000 años. Las semillas de calabaza más antiguas se encontraron en México y se remontan a algún momento entre el 7000 –5500 a. C.
Distintas variedades de calabazas fueron un alimento básico para los nativos americanos. Cultivaban calabazas a lo largo de las orillas de los ríos, junto al maíz y las judías.
Usaban una técnica de siembra llamada ‘Método de las Tres hermanas’, esta técnica permitía que los tres cultivos se sustentarán entre sí. El maíz servía de enrejado sobre el que podían trepar las judías, y a su vez las judías se nutrían de la luz del sol y mantenían estables los tallos de maíz y aportaban nutrientes al suelo. Por otro lado las calabazas protegían las raíces poco profundas del maíz y evitaban que las malas hierbas arraigaran.
Las primeras calabazas no se parecían a las actuales, eran pequeñas y duras con un sabor amargo. Los nativos americanos usaban fundamentalmente su pulpa no sus semillas, debido a su piel gruesa la calabaza era un buen alimento para almacenar durante el frío y para épocas de escasez.
La calabaza es el fruto de una planta trepadora o rastrera, es tan resistente que prácticamente se adapta a cualquier tipo de suelo, salvo en los muy fríos. Los mayores productores de esta fruta son China, India, México y Ucrania.
Estas frutas de corteza dura y anaranjada son muy ricas en agua, tienen un 95,9, aportan tan solo 15 calorías por ración de 100 g y 0.7 g de proteínas. La grasa es prácticamente inexistente, aporta 0.2 g.
Entre las vitaminas destaca la A o retinol con 22.5 mcg la vitamina C, 14 mg. Vitamina B1, 0,16 mg y la vitamina E 1.06 mg. Entre los minerales que tiene la calabaza encontramos 130 g de potasio, 29 de calcio, 19 de fósforo, hierro, 0,4 mg y selenio, 0,3 mg.
Las calabaza es rica en antioxidantes, estas moléculas que los médicos y nutricionistas no recuerdan debemos tomar a diario. En nuestro cuerpo aparecen radicales libres unas moléculas inestables que le ‘roban’ a la célula electrones, dejando entonces una célula inestable. Cuando este proceso se repite se provoca oxidación celular.
Los radicales libres tienen una característica especial, son capaces de donar un electrón a un radical libre sin volverse a su vez inestable. Es decir, ayudan a neutralizar a los radicales libres.
Entre los antioxidantes que aportan las calabazas destacan la pro vitamina A, la luteína y la zeaxantina, tres ingredientes importantes para nuestros ojos.
La combinación de vitamina A, vitamina C y vitamina E, tres nutrientes con capacidad antioxidante ayudan al sistema inmunológico a luchar contra los microorganismos.
Buñuelos de calabaza
Ingredientes (15-18 buñuelos)
- Calabaza hervida – 400 g
- Harina – 500 g
- Levadura fresca – 50 g
- Aceite de oliva suave o de girasol para freír – 500 ml
- Agua de la cocción de la calabaza – 350 ml
- Soda en polvo o gaseosa –1 sobre
Para decorar
- Azúcar – 60 g (opcional)
Preparación
- En primer lugar vamos a cocer la calabaza, la forma más rápida es usar la olla exprés.
- Corta la calabaza e introduce en la olla con la piel hacia arriba Cubre con agua a ras de la calabaza. Cierra la olla y ajusta el fuego a media temperatura. Cuando suba la válvula dejar cocer 10 minutos más el reposo.
- Si prefieres cocer en una olla o cacerola haremos lo mismo pero el tiempo de cocción será entre 25-35 minutos. Vas pinchando la calabaza a partir de los 25 minutos.
- Una vez finalizado el tiempo de cocción, apagar el fuego. Esperar a que se pueda abrir la olla.
- Retirar la calabaza de la olla, ahora será muy fácil quitar la piel. Reservar un vaso y medio del caldo de cocción.
- Pelar la calabaza. Retirar las semillas.
- Añadir los trozos a una picadora o procesador de alimentos o usar una batidora de mano. Triturar hasta tener una textura tipo puré y reservar.
- Por otro lado en un recipiente añadir agua de la cocción de la calabaza y deshacer la levadura fresca (en sección refrigerados en el supermercado). Dejar reposar unos 15-20 minutos, para que la levadura se hidrate.
- Con un colador tamizamos la harina, añadimos la levadura disuelta en agua, y el sobre de soda o gaseosa.
- A continuación, añadir el puré de calabaza y el resto del agua de la cocción que habíamos reservado en el paso 5. Remover y tapar con un paño.
- Dejar reposar unos 30 minutos para que suba.
- Preparar una sartén con aceite abundante.
- Hacer bolitas con las manos, luego con un plato aplastar ligeramente las bolitas para darles la forma. Con la parte del tapón de una botella de refresco o de agua, hacemos el agujero del centro en los buñuelos, y lo retiramos. Esa parte de masa la unimos a las que vayamos quitando, así nos da para algún buñuelo más.
- Antes de freír tener a mano un cuenco con agua para evitar que se nos peguen la masa de los buñuelos.
- Calentar el aceite y freír los buñuelos por tandas.
- Preparar una fuente con papel de cocina, cuando estén dorados los buñuelos retirar y dejar reposar.
- Dejar templar y espolvorear azúcar.
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