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De igual modo que otras populares prácticas como el ayuno intermitente, el ‘ayuno de dopamina’ -‘dopamine fasting’- ha nacido en Silicon Valley con la intención de incrementar la productividad del cerebro humano.
Esta excéntrica idea se basa en alejarnos durante un tiempo de algunas actividades placenteras -como el consumo de determinados alimentos, práctica de sexo o uso de redes sociales- que producen dopamina, con el objetivo de ‘reiniciar’ nuestro cerebro y valorar lo que tenemos en nuestras vidas. De este modo, rebajaremos nuestra sobreestimulación y nuestros niveles de dopamina caerán en picado. La premisa es que, una vez haya concluido el período de ‘ayuno’, nuestro cerebro volverá a segregar este compuesto químico y logrará responder a mayor cantidad de estímulos.
«Tomar un descanso de los comportamientos que desencadenan grandes cantidades de liberación de dopamina -especialmente de manera repetida- permite que nuestro cerebro se recupere y se restablezca”, apunta Cameron Sepah, profesor de Psicología la Universidad de California (Estados Unidos).
Aunque, desde el punto de vista científico, este planteamiento no cuenta con demasiados adeptos, sí se fundamenta en una base real, pues nuestro cerebro termina habituándose a algunos estímulos y, si le sometemos con frecuencia a uno en concreto, su respuesta decae. Así, si interrumpimos la repetición y lo reanudamos en un tiempo, volverá a tener sus características novedosas.
Sea como fuere, y comulguemos o no con esta experiencia, la moderación es la base todo, pues hemos de colocar en una balanza la productividad, la eficiencia y las necesidades humanas -en especial la salud-, para alcanzar un equilibrio entre ellas y la felicidad personal.
