Cóctel con Garbo

“No soporto que encierren mi alma entre algunas hojas de papel” (GG)

Greta Lovisa Gustafsson, alias Garbo, dio verosimilitud a la palabra perfección con su intimidante y perfecta belleza andrógena, tanto que especialistas del gremio verificaron en su rostro el número áureo o divina proporción.

La iniciativa resultó infructuosa, pero probó que bajo cualquier ángulo, la hiperfotogénica dama de las cámaras regalaba planes ideales, incluso con los más inverosímiles tocados, vestidos y peinados.

Greta nació fondona en el frío Stockholm de 1905 y devino Garbo diáfana bajo soles californianos de 1925.

En Hollywood, pasando de los puritanos gerifaltes machistas del séptimo arte, vivió tranquilamente sus pasiones bisexuales, sin que las explote, menudo mérito, la escándalosa prensa rósacea. La clave de tal inaúdito respeto podría resumirse en una palabra: fascinación. Los que la conocieron dicen que nació ambivalente, devino lesbiana y terminó asexual. Qué le vamos a hacer, hay de todo en la vid del Señor y se debe respetar.

Mientras tanto, la esfinge escandinava, cuando amaba, lo hacía de verdad y toreando quien le apetecía. Cotillean que en sus redes cayó un ángel azul, universalmente conocido como Marlene Dietrich. Parece que con su alter ego resultó efímera la pasión y la rivalidad perenne, siendo ambas, a la sazón, las más taquilleras, vanguardistas y sulfurosas del mundo mundial.

La rebelde Greta, despojada de sus adiposidades nórdicas y mudada a juncal diva sofisticada, confeccionó su propio fondo de armario gay, mezcla de femeninas transparencias, lentejuelas a granel y estrictos esmókings masculinos. Dicha dualidad, abduciendo público e hipocresías imperantes, aupó la Divina como estándarte de un morboso sexo prohibido, que paseó con hierático porte único a pie de calle embelesada o en extasiadas salas oscuras.

Llegó el pujante parlante y la silente estrella se recicló con grave tono sensual y sorprendentes dejes masculinos. El resultado dejó el personal en decúbito supino y quince irrepetibles pelís al rugiente león de la MGM. Ocurrió en Anna Christie (1930), cuando, con teatrales ademanes flemáticos y penetrante mirada gélida, susurró sus primeras palabras históricas al camarero, pidiéndole una generosa ración de whisky aderezada de ginger ale.

Pero fue mucho más tarde, después de su famosa espánta ante su primera arruga, que huyendo por los caminos que dicen, invariablemente llevan a la Roma eterna, que Greta, «vieja» a sus 36 primaveras (!!) se enamoró del sofisticado fotógrafo gay Cecil Beaton y ambos del cóctel Granité Bellini.

El brebaje, homenaje del bartender Giuseppe Cipriano del Harry’s Bar veneciano al pintor renacentista Giovanni Bellini (y no al compositor homónimo, Vincenzo Bellini), hizo tanto para el mundo de las barras que Marilyn para el nº 5 de Chanel. Enseguida considerado reflejo glamuroso de Garbo, paradigma de elegancia del aquel entonces, la receta se puso de rabiosa actualidad.

Aunque sea difícil alcanzar el peculiar sabor logrado en latitudes transalpinas, debidas a un ingrediente típico, el Prosecco, espumoso veneciano de delgada burbuja, Fogon’s Corner probó un magnífico ejemplar en el suntuoso Hôtel du Palais de Biarritz (France), donde el experto Jacky Janin lo confeccionó con arte consumido, puré de melocotón y champán galo.

La formula original consiste en “fabricar” un puré de esa fruta, triturando la carne de dos melocotones maduros, hasta obtención de un finísimo resultado. Añadir una cucharada de azúcar blanco, hielo picadito, un chorrito de licor de melocotón y verter en flautas o copas muy frescas. Se completa con champán o mejor, de dulce y aromático Prosecco (1/4 de néctar frutal y el resto del vaso de espumoso). Esas proporciones están previstas para dos copas.

Con la imaginación brotaron unos retoños: el Baby Bellini (el zumo de limón fresco sustituyerá al licor de melocotón), el Red Bellini (con frambuesas frescas) y un Martini Bellini, que carece de ese vermú pero se luce en copa homónima (champán+jarabe de azúcar de caña). Acompañar como siempre esas delicias de la tapita prescriptiva o mejor, de una fina lamina de chocolate.

Visionad la receta del cóctel imaginado para las 80 primaveras de la cadena Leading Hotels of the World. La formula imaginada en Hôtel du Palais de Biarritz ganó dicho certamen y sus proporciones son las siguientes: 4 cl. de vodka Belvedère u otra de excelente calidad, igual cantidad de zumo natural de naranja, 1,5cl. de Manzana Izarra y de licor de melocotón (en ese caso, de Cartron) y 3 cl. de cúlis de melocotón. Se llama «Odisea de un sueño» y sabe realmente a él.

Para mitómanos empedernidos, GG tiene su estrella en el 6901 del Hollywood Búlevar (http://www.seeing-stars.com/Immortalized/WalkOfFameStars.shtml). Dirección de Jacky y de su delicioso Bellini:

Hôtel du Palais
1, avenue de l’Impératrice
64200 Biarritz, FRANCE
Teléfono: 00 33 5 59 41 64 00
Fax : 00 33 5 59 41 65 40

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Autor

Marie José Martin Delic Karavelic

Marie José Martin Delic Karevelic, apasionada periodista culinaria autora del blog ‘Fogon’s Corner’ en Periodista Digital.

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