Barra libre de sentidos (comúnes): cócteles analcohólicos en la Floridita madrileña

¿Tiene que ser obligatoriamente hiper alcoholizada, la famosa happy hour, para poder ostentar ese epíteto? ¿Hay diversión sin alcohol?

Entre pasarse de las justas dosis y del umbral de tolerancia, caminar a gatas o caer patidifusos entre los brazos de Morfeo después de excesos de copas, existe afortunadamente un plan B, nirvana alternativo y saludable, ideal para actuar en casos de esfuerzos físicos o mentales extras.

Para muestra, un divertido open bar de matutinos combinados sin alcohol y refulgente cromática que el pasado 17 de marzo, dos ases de la coctelería La Floridita (*), Daniel Verdú y Fran Lola, flanqueados por José Ángel Sierra, Sumiller, Secretario General y Maestro de la Escuela de Hostelería y Turismo madrileña, abrieron con todo su arte a unos privilegiados invitados. Esas luminosas perfecciones líquidas, tanto en sus modalidades clásicas como acrobáticas que nos brindaron, son salutíferos reflejos de la última tendencia imperante: utilizar como componente principal los refrescos, movimiento arrasando en los EE. UU. y ahora desembarcando exítosamente en la piel de toro.

Pasen, pasen y vean: existen cócteles inofensivos para cada momento, edad, sexo y paladar, prodigios sensoriales de equilibrio y buen gusto, sinónimos de elegancia y refinamiento. Son los mix de néctares frutales, tiernas verduras, revigorizantes tónicas, burbujeante cola, aterciopelados zumos, aderezados de azúcar líquido, salsas y especias. Pociones mágicas glamorosas, refrescantes, amigas del tránsito intestinal y del buen tono, saludables siempre y tan sabrosas que incluso, según los ingredientes mezclados, perfectamente pueden sustituir el postre.

Para abrir boca y apetitos, Fran Lola compuso todo un clásico, el Tónica Cooler, que realizó vertiendo en el vaso mezclador esos ingredientes fríos: el zumo de un tomate Cherry y de medio limón, ½ cucharadita de mostaza de Dijon, igual de mostaza a la antigua, seis golpes de salsa Lea & Perrins, 75ml de zumo de tomate, tabasco a discreción y tónica. Añadir tres toques de sal y pimienta, verter en un vaso highball, decorar con dos láminas de pepino, una rodaja de limón et voilà.

A cada estación corresponde un cóctel y para los días más calurosos nada mejor que el bellísimo Raspberry Fresh Lemon Squash, otro clásico de cromática intensa, exacto punto de acidez y maravillosa fragancia, confeccionado directamente en el shaker refrescado, con un limón pelado y majado, 20ml de azúcar líquido, hielo a mitad y 4 frambuesas. Después de los siete segundos de batido preceptivos, suficientes para enfriar rápidamente el preparado sin derretir el hielo, verter en vaso Collins, completar con soda muy fresco, decorar con tres rodajas de limón en abanico, una frambuesa y listo.

Dicen que el cóctel es invento del País de Mickey, aunque examinando atentamente la cosa, parece que dicho legado fue regalo de la Grecia Antigua. En efecto, nada ni nadie faltó en la cúpula nevada de los dioses imperantes donde cupo de todo, incluso en las vides de alturas del factotum Júpiter. Así tuvieron en nómina a un bartender celestial, llamado Aristeo, hijo de Apolo y de la ninfa Cirene. Comiendo ambrosía el sujeto se hizo inmortal y cuidando de las abejas se mudó a primigenio coctelero. El resultado entre colmenas surtió un combinado divino, el melikatron o hidromiel, maravilla que llenó neveras y estómagos olímpicos. Bajando de las nubes, esa bebida supuestamente afrodisíaca, arrasó entre mortales recién casados, que la tomaban a granel durante un ciclo lunar para potenciar sus hormonas y conseguir hijos varones. Así arrancó la tradición de la “Luna de Miel” y un boom de la natalidad helena.

Siguiendo su curiosa hoja de ruta, en el inexpugnable pueblo galo sin nombre del diminuto guerrero Asterix, incordio secular de los Romanos, el orondo y musculado Obelix debió su perenne fuerza descomunal a un mix mágico, hecho de misteriosos componentes y cuyo más raro ingrediente era el aceite de roca (petróleo). Se completaba con bogavante (*), sagrado muérdago (cuidado, cortarlo con hoz de oro sino no vale), flores del bosques, especias ignotas y jugo de remolacha (da un excelente color), calabaza…

Por tanto, los cócteles, bajando del nevado Olimpo hasta la Galia casi sometida y pasando por la Swinging Era de los años ’20, los estomagantes Speakeasies de la Prohibición, Cuba, Londres, Berlín, Paris y la madrileña Floridita moderna, llevan milenios entre nosotros. Encontrar el tuyo, con 0% de alcohol y 100% de sabor, es cuestión de sacar jugo a frutas, jarabes, refrescos y hortalizas, descartar los aportes etílicos y armonizar tus hazañas con tapas vegetarianas, aparte de uno de los placeres más sanos y divertidos que brindarás a tu estresado organismo. Juega con colores, sabores, densidades, texturas y sobre todo, con tu creatividad. Pon tu imaginación a prueba, manejando esa barra libre de vitaminas y alimentos funcionales en forma de energizantes zumos y refrescos, puro placer para pupilas y papillas.

Conozca, con mucho gusto y en un clic sus beneficios hidratantes, consultando la página de Anfabra, Organización profesional empresarial que, desde 1977, defiende los intereses específicos de la industria de bebidas refrescantes en España. ¡Tómate un trago de salud sin efecto sedante ni depresor! No te olvides que tomar una copa es un placer y en exceso, la puerta abierta al alcoholismo.
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(*) Únicamente para bolsillos pudientes. No es imprescindible, pero mejora notablemente el sabor, lo jura por Toutatis el druida Panoramix, ducho en esas artes y progenitor de la increíble poción mágica gala. En su defecto, aconseja usar jugo de remolacha.

La Floridita
Calle Diego de León 3
28006 Madrid
Teléfono: 34 91 563 25 18

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Autor

Marie José Martin Delic Karavelic

Marie José Martin Delic Karevelic, apasionada periodista culinaria autora del blog ‘Fogon’s Corner’ en Periodista Digital.

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