Grandes de España: María Carrasco

«Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna relumbran con ese brillo».
Federico García Lorca, La Casada Infiel (Romancero gitano, 1928)

El intenso, original y coqueto baile de María Carrasco tiene una luz especial, nutrida de virtuosismo, poesía y femineidad extrema. Hace dos semanas, con motivo de la clausura de las fiestas del Orgullo Gay 2009, arropada por su tropa y los pliegues de la noche calurosa, la bailaora-coreógrafa solidaria se dio un baño de luna llena y de multitudes en la madrileña Plaza del Rey.

Dadas las reducidas dimensiones del espacio escénico, el resultado de su ágil prestación fue una magistral hazaña profesional que «la» Carrasco y sus compañeros de fatigas brindaron al público entregado ante tanto despliegue de belleza, ensoñación, efectos plásticos y talento (¡maravillosos solistas!).

Batas de cola de cuero, hábitos monjiles, cruces enormes en el pecho, coloreados juegos de abanicos, smoking crema combinado con vaporoso top de lunares y una onírica bata de cola nívea sembrada de plumas conforman el vestuario salido de la fecunda imaginación de María, para ese sofisticado “Flamenco Libre”, espectáculo-reflejo de su alma multiétnica, que adapta, mediante el hilo conductor del flamenco, los clásicos pop de Joe Cocker (You can leave your hat on), la música electrónica y esa ráfaga púrpura que es el tango.

Emoción, pasión hasta la extenuación, hermosura a raudales y obsesión por un camino de perfección componen las esencias de ese show de ritmo trepidante, gran impacto visual, elegancia y ecléctica variación coreográfica, que taconea con vehemencia sobre un misterioso océano de atmósferas sonoras, acertada iluminación e imágenes digitalizadas.

Fue puro goce contemplar la estrella, enjoyada de luz, con labios de clavel reventón, piel de luna y negra mirada magnética, pulsar y domar desde su médula con el gesto exacto, la fuerza avasalladora del temperamental flamenco con furia, sensualidad o dulzura, según la natura y el encadenamiento de la narración.

María Carrasco, la hechicera, bella como una roja flor de granada, saluda y seduce nada más surgir en el escenario, repartiendo purpurina con ademanes toreros a una audiencia entregada a la poderosa magia de su llameante presencia. No da puntada sin hilo y cuida del refinado cristal del que bebe, sabe concebir, elegir y utilizar como nadie el embrujo del claroscuro, que tanto resalta y esculpe su sombría belleza juncal, todo fuego y raza, ímpetu, fuerza, tragedia, gracia o dolor.

Es que hay mucho sufrimiento en ese arte genuinamente español llamado flamenco, hecho de tensión, vibración y ritmo salvaje clavado en suelo y cuerpo. Detrás de cada actuación hay mucho sudor, toneladas de esfuerzo creativo, obstinado trabajo, incontables/extenuantes horas de reto, barra y espejo, acompañados de fluctuantes estados de ánimo, duda y soledad que sólo y a veces, la fotografía consigue fijar en todo su impactante esplendor doliente.

Como en los cuentos de hadas que tanto le gusta escenificar, la historia de María arranca en Madrid, donde nació seguramente con zapatitos de baile puestos, dado que a los cuatro añitos la musa tocó a su puerta del barrio de Antón Martín, uno de los más flamencos y castizos de la capital, con un kit completo de pequeños abanicos, bata de cola diminuta, mantón de Manila miniatura y peineta de nácar.

Asumió su excepcional destino, siguió con la carrera de danza española, una formación en el extranjero con estudios de ballet clásico y danza contemporánea. Realizó un master en escenografía, iluminación y vestuario teatral, con los espléndidos resultados que a la vista están. A cambio de tanto sacrificio, (las hadas buenas son justas y generosas), en 1994 pudo cumplir su sueño dorado y natural, formar su propia compañía de ballet. Y hasta la fecha, pasea con ella el nombre de España y su magno arte por las candilejas planetarias, de Japón a China, pasando por “las Américas” (Cuba, México, Ecuador, Venezuela), Francia, Polonia, Reino Unido, Corea del Sur o Líbano. Entre galardones prestigiosos, el Premio Max como mejor intérprete de danza y mejor espectáculo con uno de sus grandes éxitos: Carmen, catalogado como “una mágica versión del mito«, recibió en 2008 el codiciado Premio Micrófono de Oro en su categoría.

De sus predilecciones gastronómicas y relación con la comida, de su dieta para lidiar con los maratonianos bolos, de sus proyectos y esperanzas hablamos hoy en Fogon’s con esa gran dama de las tablas. Como regalos virtuales por tu tiempo, sencillez y gentileza, sublime María, que son las cualidades de los verdaderamente grandes, te ofrecemos desde esa columna un par de zapatos de lentejuelas y organza, así como una meditativa rosa daliniana para inspirarte nuevos cielos y espectáculos preciosos, que son materia del disfrute que la fenomenal artista que eres pronto nos brindará.

Todo sobre María en un clic: http://www.mariacarrasco.com/

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Autor

Marie José Martin Delic Karavelic

Marie José Martin Delic Karevelic, apasionada periodista culinaria autora del blog ‘Fogon’s Corner’ en Periodista Digital.

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