Curiosa idea la de llamar a ese alegre mix “Melancolía”. Se hace directamente en el shaker refrescado (ya sabéis, rellenarlo de hielo, echarlo, volver a llenarlo a la mitad). Verter y mezclar 4 cl. de vodka con 2 cl. de licor de cereza (cherry) y 1 cl. de Grand Marnier o Cointreau. Distribuir en unas flautas y completar con champán muy fresco o cava de calidad.
Acompañar de canapés de pan de molde untados de mermelada de grosella, mora o frambuesa. Distribuir unas de virutas de foie gras o, en su defecto, trocitos de pate de campaña. Espolvorear un poco de pimienta negra o semillas de amapola y listo.
El champagne fue considerado desde 1676 por uno de sus adoradores ingleses “un vino efervescente reanimando las libidos lánguidas”. Ya en la Antigúedad, el llamado “vinum titilum” alegraba mesa y alcoba romanos con sus burbujas erótico festivas. Talleyrand tildó la panacea de “vino de la civilización» y hasta hoy, pocos lo contradijeron.