¡Berry Good! Culture Food

Sabayón de moras

"Los salvajes matorrales de moras irisadas bajo los rayos solares enseñaban sus frutas de púrpura" (Thédore de Banville, “Para el bosque de Fontainebleau”)

Esa delicadeza otoñal pertenece a la prolífica familia de las rosáceas y crece básicamente en estado silvestre. No os fiáis de su talla diminuta, esconde un ADN titanesco, según una lejana leyenda que atribuye su cromática a la sangre derramada de esos seres mitológicos durante su lucha contra los divinos olímpicos. Abunda en zonas húmedas entre caminos, ríos, torrenteras y nos deleita desde el fin del verano hasta bien entrado el otoño.

Recogerla resulta todo un reto, puesto que se defiende a garras limpias y arañazos despiadados, consecuencia de otro accidentado mito. En efecto, cuentan que antaño, ese arbusto era un panadero (¡!), tan generoso con su dudosa clientela que su negocio quebró. Perseguido por los del frac de su época, intentó agarrar a sus clientes para conseguir el pago de las deudas y paulatinamente, se transformó en zarzamora. ¿Qué cosas, verdad?

Por lo visto, hasta hoy así de resentido quedó con el género humano, pero los golosos unidos jamás serán vencidos y son hordas que siguen recolectando como sea sus irascibles polidrupas o bayas fragantes bajo los tibios soles otoñales, para trasformarlas al amor de la lumbre en mermeladas, confituras o tartas.

Es una de las estrellas más rutilantes, apetitosas y alegres del dulce universo reposteril, que lo digan a los súbditos de su Gracious Queen, que desparraman a granel esa bermeja joyita jugosa sobre cookies, cake, crumbles, flanes y puddings.
En sabayón es de rechupete, constituye un postre de lo más sofisticado y más acompañado de un buen cava patrio, fresco y mezclado con crema de… mora, naturalmente.

En media hora y 12′ de cocción lo consiguiereis, distribuyendo medio kilo de moras muy maduras, limpiadas con un trapo de cocina (no lavarlas, perderían su sabor) en platos hondos previstos para hornear. Apartar unos bellos ejemplares para la decoración.

En una cacerola, batir 5 yemas de huevo con 80 gr. de azúcar blanco, hasta que resulten muy blancas. Añadir un vino blanco tipo Gran Feudo o de misa, seguir batiendo a fuego muy moderado.  Cuando rompe a hervir, retirar sin dejar de batir, calentar una última vez removiendo y apartar unos minutos.

Añadir cuatro generosas cucharadas de nata batida o queso mascarpone, una pizca de canela y mezclar delicadamente.  Repartir sobre la fruta, colocar unos minutos bajo el gril, sacar, espolvorear una mezcla de canela molida y azúcar glas, decorar con las moras reservadas y degustar. Muy bueno y festivo, repetirá.

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Autor

Marie José Martin Delic Karavelic

Marie José Martin Delic Karevelic, apasionada periodista culinaria autora del blog ‘Fogon’s Corner’ en Periodista Digital.

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