Ese domingo de cielo plomizo y lluvioso, vamos a deleitarnos de las pocas setas que nos brindó un octubre demasiado cálido y confeccionaremos ese sabroso quiche de chantarelas, al top ten de su forma en ese momento.
Precalentar su horno a 200º. Lavar, secar y laminar finamente 400 gr. de chantarellas (o, en su defecto, de champiñones de París). Depositarlos en una sartén, rociarlos con gotitas de limón y medio vasito de vino blanco, cocerlos unos 15′ a fuego moderado en una sartén con dos cucharadas de mantequilla. Reservarlos.
Descongelar un rollo de masa brisé, transferirla a una tartera recortando la masa sobrante. Forrar la superficie con papel de aluminio y rellenarla con arroz o garbanzos secos. Hornear unos 10′, retirar papel y relleno, proseguir la cocción hasta que la masa adquiera un ligero dorado. Reservar en un punto calentito de su cocina.
En un cuenco grande, mezclar 150 gr. de queso mascarpone con 50 de nata espesa, 3 huevos enteros, 100 gr. de queso rallado tipo Emmental, unas briznas de azafrán, los champiñones reservados, hierbas aromáticas al gusto y salpimentar. Verter ese preparado sobre la base del quiche y hornear entre 25 y 30′ a 200º, hasta alcanzar un apetitoso dorado.