Su sutil amargura marca su personalidad. La frágil y digestiva endivia, un prodigio de ligereza (15Kcal/100 gramos), braseada, cruda, gratinada, en puré, al vapor, siempre exquisita, está en su mejor momento en enero. Repleta de potasio, vitaminas (PP, B1, B2, C..), anti oxidantes y fibras, es puro beneficio para la salud y se presta a múltiples recetas. Hoy la degustaremos al natural, sin cocción y en ensalada gourmet, cuyas proporciones están previstas para tres personas.
Se confecciona lavando y secando las hojas de cuatro endivias. Disponerlas en un plato llano, de porcelana blanca de preferencia, sobre una capa de lechuga Trocadero, que siempre contrasta de agradable forma cromática. Repartir encima daditos de queso feta, pepino, pera, manzana, piña, láminas de mango, uvas pasas sin pepita y nueces caramelizadas. Aliñar con una mezcla de salsa Teriyaki, aceite de girasol y gotitas de limón natural.
Esa extraña legumbre nacida hacia 1830, a la sombra y por mera casualidad, olvidadas en un sótano belga unas achicorias salvajes, resulta toda una joya salutífera, amiga del tránsito intestinal y de la línea. Impoluta y anacarada, debe su característica pálidez a la falta total de exposición a la luz y por tanto, a su incapacidad de desarrollar el proceso de fotosíntesis.
Francia produce gran parte de la producción mundial de esa integrante de las Asteraceae, una de las plantas más útiles que brindó Madre Naturaleza al universo. Riquísima en fibra, rebosante de mucílagos, baja en calorías y con un 90% de contenido acuoso, es un auténtico bálsamo diurético para el sobrecargado organismo y el atascado tránsito intestinal.
