Ese gris finde vamos a poner un poco de sol y de energía en nuestra cocina, preparando unas magdalenas deliciosamente aromatizadas de naranja, fruta invernal por excelencia. Enero es su mes de plena forma, atesora una mina de calcio y dicen que es la cuarta fruta más cultivada del mundo. La naranja dulce llegó desde su China natal de mano portuguesa y hasta la mitad del siglo pasado, por su precio prohibitivo para los bolsillos humildes, se consideró una carísima fruta de lujo que se regalaba a los niños durante los festejos navideños.
Las famosas «manzanas de oro», que crecían al oeste del mítico Jardín de las Hespérides eran propiedad de Hera, legítima esposa de Zeus. Se trataba probablemente de naranjas mágicas, ya que brindaban la inmortalidad a quienes las comían. Por tanto tres ninfas, las rubias Hespérides, también llamadas «Hijas del Atardecer» cuidaban de ese precioso cultivo, custodiadas a su turno por Ladón, temible dragón de cien cabezas, ya que la diosa suprema del Olimpo era muy desconfiada.
Precalentar su horno a 200º. En el vaso de la batidora, mezclar 250 gr. de harina fina con 100 gr. de azúcar blanco, el zumo natural de dos naranjas, un sobre de levadura química y tres huevos enteros. Añadir 100 gr. de mantequilla fundida y dos cucharadas de mantequilla salada. Verter en un cuenco profundo, agregar 100 gr. de láminas de naranjas escarchadas. Dejar reposar la masa una hora en un punto fresco de su cocina.
Al cabo de ese tiempo, verter el preparado en unos moldes de magdalenas, hornear unos 10-12′ según la potencia de su horno, dejar entibiar en el horno. Desmoldar y degustar con un té de bergamota, cuyo sabor se armoniza exquisitamente con esos diminutos manjares.
