Al terrorífico menú de esa temible noche, para satisfacer la corte de espíritus hambrientos que nos visitará, inscribimos un velouté de lo más sabroso y estacional, que se hace de la manera siguiente y está previsto para seis personas.
Pelar, lavar y cortar tres patatas y un kilo de calabaza. Depositar los trocitos en una marmita honda y alta, con 70 gr. de mantequilla salada. Dorarlos a fuego moderado unos 5′. Añadir dos litros de agua, tomillo, una hoja de laurel y dos clavos de olor. Salpimentar. Cocer hasta que el conjunto esté muy tierno. Añadir 70 gr. de marrones al natural, reservar otros 100 gr aparte. Triturar con un mixer, pasar por el chino hasta obtención de un puré finísimo, verter en la marmita nuevamente, añadir un potito de nata espesa, girando constantemente para que fusionen perfectamente los sabores. Rectificar el sazonamiento.
En una sarten, dorar unas láminas de boletus. Añadir los marrones apartados, salpimentar, cocer a fuego manso otros 5′. Reservar.
Repartir el velouté en boles, agregar las láminas de boletus y los marrones, decorar con una hojita de perejil y degustar.
Pero ¿de dónde viene ese curioso nombre de Halloween cada 31 de octubre? Del «All Hallows Day» inglés, celebración de todos los santos católicos, esperando desplazar así la fiesta pagana del Samain céltico. Ese dios, Divino de la Muerte y todo de negruras vestido, llamaba a las almas de los seres fallecidos el año anterior. Por tanto, esos espíritus vagaban por la Tierra de los Vivos y podían visitarlos.
Los Celtas, para calmarlos, organizaban unas celebraciones repletas de comidas, dulces y guisos para esas ánimas errantes, quienes al alba, bien alimentadas hasta el Halloween siguiente, reintegraban satisfechas el negro Más Allá, así como su comitiva brujeril (muertos, zombis y demás espíritus burlones, gatos negros y monstruos de turno). Prepara tu Halloween con mucho cariño y los mejores platos, es siempre un cariñoso y simpático recuerdo, lleno de magia y bonitos colores.