Los restos de quesos, fiambres, pollo, pescado o queso pueden perfectamente acomodarse en brick, esa delgadísimas obleas, cuya crujiente versatilidad y sabor neutral, una vez probados, disparan imaginación y apetitos. Entre sus múltiples posibilidades culinarias, una sugestión golosa para agenda estresada y estómagos exigentes, que se confecciona de esa sencilla manera:
Precalentar su horno a 180º (no más, los bricks, dada su extrema fragilidad, se queman con mucha facilidad). Contar dos bricks por convite, despegarlos de su hoja de protección, depositarlos en su mesa de trabajo. En su interior, colocar tiras de jamón de York o Serrano, queso Emmental rallado, o de cabra o roquefort desmigados, hierbas aromáticas al gusto, salpimentar, enrollar el brick sobre sí mismo, doblar los laterales hacia dentro para esconderlos y depositarlos con mucha delicadeza en la bandeja del horno.
Pintar la superficie con mantequilla derretida y hornear a 180º, hasta que obtención de un atractivo dorado, retirarlos inmediatamente. Acompañe esa delicia con una ensalada bien aliñada. ¡Repetirá!