Son las cosas del cambio climático.
O del calentamiento global.
La buena mujer debía tener un calentón, aunque no precisamente en el motor de su coche, del que se bajó provocando un atasco de cuidado.
Sucedió en Taiwán, donde ante el asombro de los presentes, se marcó un alegre baile levantándose las faldas y dejando ver sus pobladas intimidades, antes de darse media vuelta y marcharse otra vez por donde había venido.
Dicen los testigos que le ‘echaban humo’ los bajos.
Todo un detalle que algunos agradecieron, y que otros, algo estrictos, aún tratan de digerir.