En el humor, cada región de España tiene sus estigmas y su fama.
Así como a los catalanes, por razones que a veces cuesta entender a la vista de cómo está funcionando la Generalitat o el Ayuntamiento de Barcelona en los últimos años, se les considera a priori laboriosos, también cae sobre ellos la tesis de que son peseteros, avaros y muy tacaños.
Sin duda es un infundio, pero aquí van tres chistes sobre el tema:
VECINOS
- Un padre catalán que le dice a su hijo:
– Jordi, dile al vecino que nos preste el martillo para clavar un clavo.
Jordi se acerca al piso del vecino y vuelve enseguida.
– Papá, dice el vecino que no nos va a prestar el martillo, porque se le puede gastar.
– Joder hijo, hay que ver lo tacaños que son algunos. Venga, saca el nuestro.
HERENCIA
- Un catalán le habla a su hijo:
– Éste reloj perteneció a mi tatarabuelo. De mi tatarabuelo pasó a mi bisabuelo, de mi bisabuelo a mi abuelo, de mi abuelo a mi padre, de mi padre a mí, y ahora quiero que pase a ti. Te lo vendo.
CLIENTE
- En una cafetería de La Rambla de Barcelona entra una tía totalmente desnuda, se acerca a la barra y pide una caña. El camarero se queda perplejo mirándola.
La chica le dice: «¿Qué ocurre? ¿Por qué se queda parado? ¿Es que nunca ha visto a una mujer desnuda?»
A lo que el camarero responde: “No es eso, desnudas he visto varias, lo que estoy pensando es con qué me va a pagar la caña”.