Es a Woody Allen, a quien suelen atribuir casi todo lo ingenioso, a quien se considera autor de la sentencia según la cual “la risa es la distancia más corta entre dos personas”.
Paternidades aparte, lo cierto es que la apreciación la clava.
Cuando dos personas se ríen juntas, es difícil que se pueda dar otra circunstancia que les permita estar más cerca, que empaticen más, que compartan más.
Bueno, quizá si hay otra: haciendo el amor. Lo que implica, en cualquier caso, que hay dos actividades de relación humana, eróticas ambas, que se hermanan en eso de acercar dos sujetos: la risa y el sexo.
EL SEXO Y EL ABANICO
– Verá doctor, tengo un problema. Cuando hago el amor con mi mujer, me da la impresión de que no siente nada. Algunas veces incluso se duerme.
– Eso tiene una explicación científica. Algunas mujeres en estado de excitación se acaloran tanto que les es imposible sentir nada. Trate de hacer el amor y abanicarla al mismo tiempo.
– Gracias doctor.
Y esa noche así lo hizo. Pero cuando atendía al abanico no atendía a lo otro. Así que contrató a un negro para que abanicase a su señora.
– Venga, negro, abanica. ¿Sientes ahora Maruja?.
– No, nada.
– ¡Más fuerte negro! ¿Y ahora, Maruja?
– Nada, nada.
– Negro, trae el abanico y ponte tú.
El negro se situa encima de Maruja y el marido abanicaba.
– ¿Y ahora Maruja? ¿Sientes?
– Siiiiiiií, siiiiiiiiiií, ahora siiiiiiií!
– ¿Ves negro? ¡No sabes ni abanicar!