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Chiste: el del catalán muy catalán y el Gordo de la Lotería

l tópico sobre la racanería no se trasladó a España hasta mucho más tarde, en concreto hasta el siglo XVIII

Chiste: el del catalán muy catalán y el Gordo de la Lotería
Un anuncio con tanto humor como mala leche, para las bebidas de las fiestas PD

Si mi hermano pudiera prever esto/ evitaría la pobreza avara de los catalanes, para no recibir ningún daño», cita el florentino Dante Alighieri en su célebre obra la «Divina Comedia» (Paraíso, canto VIII).

Ya en el siglo XIV, cuando fue escrita esta obra poética, era proverbial la ‘rigidez‘ de los catalanes en temas de dinero.

De todas formas, el tópico sobre la racanería no se trasladó a España hasta mucho más tarde, en concreto hasta el siglo XVIII.

Como ocurrió en Italia, el aumento de los comerciantes catalanes en la Península Ibérica despertó los prejuicios vinculados a este gremio.

La excelente posición geográfica de Cataluña y su vocación marítima contribuyó al auge del comercio por toda la geografía española.

Era costumbre que los segundos hijos de las familias pudientes catalanas se dedicaran al comercio, lo cual provocó el progresivo desplazamiento de los genoveses, holandeses e ingleses que, hasta entonces, habían sido los máximos beneficiados de la llegada de mercancías desde América.

Al ser portadores de liquidez, los catalanes lo aprovecharon para hacerse prestamistas, una actividad que nunca ha sido bien vista en la historia.

Así, la palabra «tacaño», que se refiere a una persona miserable, ruin, mezquina, pícara, sirvió para designar al comerciante llevado a su peor condición.

Un calificativo, fruto de las rencillas locales, que también comparten los escoceses –dedicados históricamente al comercio– y los judíos, que en la Edad Media ejercían el trabajo de prestamistas, por el resto de Europa.

Pero, más allá de los prejuicios malintencionados, ¿hay en la actualidad alguna base detrás del insulto?

Lo políticamente correcto es decir que nada hay de cierta en esta fama, lo cual no quita que los catalanes tengan en general apego especial al dinero, consecuencia de su tradición de comerciantes.

Es más frecuente que, por ejemplo, si estas tomando algo con los amigos cada uno se pague siempre lo suyo…

EL DÉCIMO Y LA ABADÍA DE MONTSERRAT

  • Esto es un catalán que tiene como costumbre, casi vicio, irse cada diciembre a la Abadía de Montserrat y allí, de rodillas, con las manos muy juntas implora a Dios:
    – Mira señor. Tú me tienes que ayudar. Tienes que hacer que me toque el Gordo de la Lotería.
    Y no le toca nada. Al siguiente, lo mismo. Y al siguiente… y al siguiente… y al siguiente.
    Así que a Dios se le hinchan los cataplines, y este año, con Pedro Sánchez abrazado al golpista Junqueras y entregado a los ‘indepes’, se le aparece al catalán con una luz muy grande y un trueno espantoso:
    – Hijo mío. Yo te quiero ayudar. Pero compra el décimo por lo menos.

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