Juan Pérez Zúñiga

‘Cocina Cómica’: recetas de guisos y postres, poesías culinarias y otros excesos

'Cocina Cómica': recetas de guisos y postres, poesías culinarias y otros excesos
'Cocina cómica' de Juan Pérez Zúñiga PD

Escrito por Juan Pérez Zúñiga en el ya lejano 1897, el libro se titula ‘Cocina cómica, recetas de guisos y postres, poesías culinarias y otros excesos» y ya de entrada avisa el autor de lo que se avecina, recurriendo a una cita muy conocida del promiscuo Heliogábalo: “El comer y rascar todo es empezar”.

El autor nació en Madrid en 1860 y falleció en la misma ciudad en 1938, en plena Guerra Civil española, cuando de comer y cocina había bastante poco y el personal pasaba un hambre canina.

Pérez Zúñiga se licenció en Derecho en 1882 y pasó toda su vida vinculado a la administración del Estado.

Fue además violinista profesional en su juventud. Se aplicó tardíamente al cine y las variedades.

Como escritor, comenzó en la revista ‘Madrid Cómico’.

Gran parte de su enorme y popularísima producción estuvo ligada al teatro de humor, pero sobre todo a la prensa, donde se le atribuyen hasta veinte mil crónicas y poemas satíricos, publicados en muchos periódicos en que colaboró: el semanario ‘El Domingo’, que él mismo dirigió; ‘Blanco y Negro‘, ‘ABC‘, ‘Prensa Gráfica‘ y ‘El Heraldo de Madrid‘, donde mantuvo una sección fija titulada “Cosquillas”.

Fueron célebres sus ‘Zuñigadas¡, en verso, que recogió posteriormente en varios tomos.

Su aproximación más llamativa a la literatura irracional son las absurdas recetas de cocina de Cocina Cómica.

Para ser un libro más que centenario, se conserva maravillosamente bien, gracias sin duda al humor que lleva dentro.

 

Ninguna de esas páginas tiene desperdicio y uno agradece las carcajadas ante la absurdez, la coña y los guiños de recetas y procedimientos.

Declaraba el autor no tener ni pajolera idea de cocinar, hecho que no le impidió detallar cuarenta recetas basadas en creaciones de chefs de la época.

Sobre las reglas y convenciones del comer, «el segundo placer con que contamos los mortales en este valle de lágrimas y de patatas fritas», tenía Pérez Zúñiga ideas muy claras:

  • «Cuando te conviden a comer, no debes llegar a casa del anfitrión después que hayan servido los postres; pero tampoco antes de que amanezca el día señalado para la comida. In medio consistit virtus, que dijo el otro»
  • «Si no ha precedido invitación y eres tú quien se convida, bueno será que te anuncies con anticipación para que puedan prepararte comida buena y abundante»
  • «La creencia de que donde comen cuatro comen cinco es una majadería de primer orden. Comer cinco donde comen seis ya es algo más razonable»
  • «Sigue con el protocolo culinario recomendando que «todo lo que no sea limpiarte los labios con las mangas, está bien»»
  • «Nunca pongas los codos sobre el mantel y mucho menos el mantel sobre los codos, especialmente esto último es de mal efecto».

Para terminar y como aperitivo de lo que sigue, un pequeño consejo para después de comer:

«Ignoro si existe disposición alguna eclesiástica, civil ó militar que determine con fijeza el tiempo que los residuos alimenticios han de permanecer formando parte de nuestro ser por la parte de adentro. Así, pues, haz respecto a este punto aquello que buenamente puedas, siempre que una demora excesiva no te obligue a hacer lo que los delegados de la autoridad en los meetings tumultuosos: desalojar el local por medios violentos».

Sencillamente… ¡genial!

 

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